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El país|Martes, 3 de febrero de 2004
EL GENOCIDA SUAREZ MASON VIOLO
LA PRISION AYUDADO POR EL REPRESENTANTE DE ECUADOR

Piedra libre al asesino detrás del embajador

El ex jerarca del Primer Cuerpo, con prisión domiciliaria por su actuación durante la represión ilegal, fue llevado a una fiesta –que organizó gente de Argentinos Juniors– por el embajador de Ecuador. La Cancillería exigió la renuncia del diplomático y presentó una denuncia para que se investigue el tema.

Por Diego Schurman
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Suárez Mason aplicó con ferocidad la represión y vació YPF.
Guillermo Suárez Mason violó el arresto domiciliario para asistir a una fiesta que gente vinculada a Argentinos Juniors le organizó para su cumpleaños. Pero no es el único dato llamativo: se trasladó a la reunión en compañía del embajador de Ecuador, Germánico Molina, lo que desató un escándalo dimplomático. Enterado de los hechos, el Gobierno presentó una denuncia penal contra el represor y elevó una queja a Quito, desde donde ya anticiparon que removerán a su representante en la Argentina.
La transgresión de Guillermo “Pajarito” Suárez Mason se conoció gracias a un fax anónimo que ayer llegó a manos del canciller Rafael Bielsa. El texto contenía una seguidilla de datos:
- Que el viernes 23 de enero a la noche, frente a la casa que el represor habita en la calle Coronel Díaz, se había detenido un auto oficial.
- Que el vehículo, un Audi chapa CD 0027, pertenecía a la embajada de Ecuador.
- Que dentro del mismo viajaba el embajador Germánico Molina.
- Que Suárez Mason ingresó al auto.
- Que horas después, a las 1.30 del sábado 24 de enero, el mismo vehículo trajo de regreso al represor.
Una fuente diplomática indicó que el texto también llevaba un sugestivo mensaje anexado: “Con copia a las Madres de Plaza de Mayo”.
La primera reacción de Bielsa fue la incredulidad. Pero inmediatamente marcó el número de la embajada de Ecuador, donde le ratificaron lo ocurrido.
Al parecer, Molina justificó su participación por pedido de un amigo en común con Suárez Mason. Bielsa lo reprendió ya que se trataba de un genocida. Pero el diplomático siguió argumentando a favor del gesto, que calificó como “familiar”. Se refería a la posibilidad de homenajear al represor, que el 24 cumplió 80 años.
De tan burda, la participación de un auto oficial pudo haber sido la mejor coartada: nadie sospecharía que el anciano que allí se subía estaba violando su arresto domiciliario. Pero así era, ya que no tenía ninguna autorización oficial para salir de su casa. Y si la hubiese tenido debía haberlo hecho en un patrullero.
Bielsa lo llamó al presidente Néstor Kirchner para contarle los avatares. De boca del Presidente salió fuego. “Es un hecho intolerable”, dijo. Y entonces el canciller se encerró con los suyos para darle forma a una doble respuesta. Por un lado se presentó un escrito al juzgado de Rodolfo Canicoba Corral por la transgresión de Suárez Mason. Ahora la Justicia podría revocarle el arresto domiciliario y mandarlo tras las rejas.
La otra acción de Bielsa fue la queja diplomática. Allí obtuvo una respuesta rápida: el compromiso del gobierno ecuatoriano de remover del cargo al embajador Molina. No es la primera vez que se produce una avanzada contra el representante extranjero. En febrero de 2003, cuando se le otorgó el placet, el gobierno de Eduardo Duhalde había hecho una observación: que se trataba de un teniente coronel de la policía.
Fuentes de Cancillería aseguraron que existieron fuertes presiones del gobierno ecuatoriano para sostener a Molina. Allí también habría primado un gesto “familiar”: en la Casa Rosada dijeron que el embajador ostenta el título de cuñado del presidente Lino Gutiérrez.
En rigor, la relación sanguínea se da a través de la cónsul honoraria de ese país en la Argentina, Mary Susana Gutiérrez Borbúa, hermana de Lino Gutiérrez. Molina además comparte con el mandatario la pertenencia a la “Sociedad Patriótica 21 de Enero”, que se reivindica como “un movimiento cívico-militar contra la opresión de la oligarquía corrupta de Ecuador”.
“Queremos refundar un Ecuador cimentado en valores éticos, morales y cívicos”, es el lema de la agrupación a la que pertenece Molina, elembajador que no supo justificar su travesía con Suárez Mason, uno de los referentes de la sangrienta dictadura militar que, como Videla y Massera, reivindicó la tortura. No podía ser de otra manera: era la voz de mando en un área donde funcionaron 43 centros clandestinos de detención.
¿A dónde fueron esa noche Molina y Suárez Mason? Una versión indica que celebraron el cumpleaños en el predio Malvinas Argentinas de Argentinos Juniors, equipo del cual es fanático el represor. Hay elementos que aumentan esa sospecha: el organizador de la fiesta fue nada más y nada menos que Emilio Asad, un viejo socio del club de la Paternal.
El 27 de abril de 1996, Asad se presentó como candidato a presidente de Argentinos Juniors por la Lista 1, impulsado por la Agrupación de Integración Colorada. No tuvo éxito, pero mantuvo su estrecha relación con el represor.
Suárez Mason, que revistaba con el número de socio activo 322.082, fue expulsado del club del que no sólo era fanático sino por el cual también hacía gestos “familiares”: por años los servicios de seguridad los brindó la empresa Fast, de su cuñado Félix Alais.
Según el libro Donde manda la patota, del periodista de Página/12 Gustavo Veiga, Alais era un comisario de la Triple A que quedó al frente del asilo San Miguel, un penal –el único– que estaba bajo la órbita de la Policía Federal. “Lo curioso es que este sitio se encuentra ubicado al lado del complejo Islas Malvinas. Argentino Juniors, en aquella época, había pretendido comprarlo para ampliar su campo de deportes.”
A Suárez Mason lo acusaron de cientos de delitos. Una hipersíntesis de sus últimos años: escapó de la democracia y la cárcel hasta que Interpol lo trajo de vuelta al país, con las manos esposadas. Carlos Menem lo benefició con el indulto y otra vez volvió a las andanzas por Argentinos Juniors.
Las primeras presiones fueron por fuera del club. Puertas adentro presidió la Comisión de Patrimonio. Recién con la difusión de sus paseos por La Paternal sobrevino el repudio de la agrupación HIJOS y de los propios barrabravas de Los Bichitos Colorados, que lo echaron al grito de “asesino”. El mes pasado rechazó ser extraditado a Alemania para ser juzgado por el homicidio de ciudadanos de ese país durante la dictadura militar. Fue lo último que se supo de él, hasta que la insólita fiesta de cumpleaños lo devolvió a la tapa de los diarios.

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