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El país|Martes, 10 de febrero de 2004
LAVAGNA TRANQUILIZO AL FMI CON
LA PRONTA FORMACION DEL SINDICATO DE BANCOS

El FMI sólo pide que haya gestos de amor

La cúpula del Fondo Monetario se trasladó a Miami para recibir señales de que Argentina quiere seguir en “la comunidad financiera internacional”. Lavagna le prometió que en los próximos días se anunciará el sindicato de bancos. Se agiliza así la segunda revisión.

Por Claudio Scaletta
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Horst Köhler, número uno del FMI, y el ministro de Economía, Roberto Lavagna.
La inminente formación del sindicato de bancos encargados de reestructurar la deuda con los acreedores privados fue la clave que descomprimió la tensa y larga reunión de cinco horas que ayer mantuvo la cúpula del Fondo Monetario Internacional con la del Ministerio de Economía. La formación del sindicato será anunciada por Roberto Lavagna en los próximos días y será clave para la aprobación de la segunda revisión antes del 9 de marzo próximo, cuando Argentina deberá pagar al FMI más de 3100 millones de dólares. Tanto el Gobierno como el Fondo se limitaron oficialmente a declarar que el diálogo de Miami fue “constructivo y útil” El mismo lenguaje en los herméticos comunicados de ambas partes fue un reflejo de la decisión de bajar los decibeles de la disputa pública.
De acuerdo con trascendidos, y acorde con lo esperado, Köhler transmitió a Lavagna el malestar existente en el seno del G-7 y la inconveniencia de que la Argentina “abandone la comunidad financiera internacional”. Esto es, el diálogo comenzó con la posibilidad de una ruptura entre las partes. Contra lo esperado, la causa no fue sólo la magnitud de la quita, sino las demoras en la reestructuración. Para las autoridades del Fondo, la Argentina se estaba demorando intencionalmente en la renegociación con los acreedores. En adelante el diálogo se concentró en el recorrido argumento de la “buena fe” que el país no estaría demostrando. Probablemente este fue el momento más agrio del intercambio de posiciones. Finalmente no fue la oferta de menor quita a los privados lo que cambió los ánimos, sino el anuncio de Lavagna de que ya estaba “prácticamente” listo el acuerdo para la conformación del sindicato de bancos. La fórmula estará finalmente más cercana del “Plan B” barajado en algún momento por el Ministerio de Economía, que del plan original presentado en Dubai. En esencia se buscará una suerte de paraguas jurídico que elimine los problemas de incompatibilidad de algunas de las entidades financieras participantes. Como fue recordado recientemente por Lavagna, la “incompatibilidad” se origina en que algunas de las entidades que participarán del sindicato actuaron como fuertes colocadoras de papeles argentinos durante los ‘90. El próximo paso será ahora para el FMI. La semana próxima llegará la misión técnica que evaluará los avances para la segunda revisión.
Lo extraño es que difícilmente una propuesta que no mejore la oferta a los acreedores calme los ánimos del grueso de los integrantes del G-7. Antes bien, el caso argentino mostraría que el FMI –el sistema financiero internacional– intenta marchar por un camino de cornisa, en el que se intenta mostrar que no se hacen salvatajes a los países, pero a la vez, dada la magnitud de la deuda argentina con los organismos, tampoco resulta viable soltarles la mano.
Una alta fuente del Gobierno confirmó a este diario que la reunión fue pedida por el Fondo y que, salvo Köhler, que ya se encontraba en Miami, donde participó el fin de semana de la cumbre del G-7 en Boca Ratón, los funcionarios del organismo también debieron viajar desde México y Nueva York para el encuentro, lo que reflejaría el interés del FMI en agilizar los pasos para aprobar el acuerdo. La evaluación de la fuente tras la reunión es que fue de suma utilidad para “descomprimir la relación”.
En el encuentro de ayer, Lavagna fue acompañado por los secretarios de Finanzas, Guillermo Nielsen, y de Coordinación Técnica, Leonardo Madcur, y el subsecretario de Financiamiento, Sebastián Pallá. Köhler, por la subdirectora del organismo, Anne Krueger, el director del departamento del Hemisferio Occidental, Anoop Singh, el jefe del caso argentino, John Thorton y por el representante residente, John Dodsworth. La reunión realizada en un hotel de Miami se desarrolló en medio de fuertes medidas de seguridad que vedaron el acceso de la prensa. Tras el encuentro con todos los funcionarios, que incluyó almuerzo, Lavagna y Köhler se encontraron a solas.
Los condimentos previos al cónclave habían sido variados y contribuyeron a que subiera el tono de la controversia. Ninguna señal de presión fuedejada de lado. Al margen del frente judicial, que corre por andariveles propios (ver aparte), el Departamento del Tesoro y el G-7 instaron a la Argentina para que mejorara su oferta a los privados. Como respuesta el Gobierno decidió plantarse firme en los lineamientos de reestructuración presentados en Dubai, la quita del 75 por ciento sobre el valor nominal y el desconocimiento de los intereses devengados. Por eso, para ayer se esperaba alguna definición que aquiete las aguas. Sin embargo, la calma no vino de una mayor oferta de pago, sino por una mejora formal, como el apresuramiento de los tiempos de la reestructuración. En la práctica, esto servirá para que “la cuestión de la deuda” esté resuelta antes de fin de año. Probablemente por esta razón, la inexistencia de una mejora en la oferta a los privados, ambas partes optaron por el hermetismo antes que por los anuncios, limitándose a informar oficialmente que el “diálogo fue constructivo y útil” para “preparar el camino de la misión para la segunda revisión en el marco del acuerdo Stand By”. Una correcta fórmula diplomática.
Fuentes de Wall Street consultadas por Página/12 confirmaron que el hermetismo no sólo fue ensayado por el gobierno argentino, sino también por el FMI. El economista jefe para América Latina de un importante banco de inversión señaló que le había resultado imposible acceder a información sobre la reunión y que esperaban más datos para las próximas horas. No obstante, sostuvo que para un encuentro de primer nivel una reunión de cinco horas resultaba absolutamente inusual. “Esos tiempos se manejan en las segundas o terceras líneas”, agregó. Se trata de una muestra más de que el caso argentino es, para el FMI, el emergente de un camino nuevo. También de que un default del país puede convertirse en un problema más grave para el acreedor que para el deudor.
Lo concreto es que para los acreedores privados sólo quedó abierto el resquicio del “Anexo A” de la propuesta presentada en septiembre pasado en Dubai. Esto es, la posibilidad de optar por un bono atado al crecimiento de la economía. Sin embargo, el preanuncio realizado por Lavagna el día antes de la reunión casi no fue tratado en el encuentro.

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