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El país|Jueves, 1 de abril de 2004
EL GOBIERNO CORTO EL DIALOGO CON EL GOBERNADOR DE SANTA FE

A Obeid también le hicieron la cruz

Los coletazos del congreso peronista no amainan. En la Rosada no podían disimular el enojo con el gobernador Jorge Obeid por su alineamiento con Reutemann, un enemigo declarado de la Rosada.

Por Diego Schurman
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El ex gobernador Carlos Reutemann y su sucesor Jorge Obeid, un abrazo que sigue incomodando.
A pesar del silencio que el justicialismo se autoimpuso para no dar más vuelo a la interna partidaria, ayer emergió con fuerza uno de sus coletazos: la decisión del Gobierno de hacerle la cruz a Jorge Obeid. La gota que desbordó el vaso fue el abierto alineamiento del gobernador de Santa Fe con el jefe del PJ provincial, el senador Carlos Reutemann, un enemigo declarado de la Casa Rosada.
El enojo se reveló en un cúmulo de expresiones vertidas por altos funcionarios en los discretos pasillos del Gobierno. Pero se puso en práctica en un acto elocuente: ningún secretario o ministro de primera línea tiene pensado levantar el teléfono para atender a Obeid en los próximos días.
Nadie se anima a equiparar al gobernador santafesino con su par cordobés, José Manuel De la Sota, o el sindicalista Luis Barrionuevo. Pero evidentemente ha entrado en el lote de peronistas que Néstor Kir-chner incluyó en su lista de personas no gratas.
–¿De pronto Obeid se convirtió en un enemigo? –preguntó Página/12 en Gobierno.
–Digamos que es un amigo castigado, pero esta indiferencia no es un producto de un arrebato, sino que El Turco fue juntando méritos –contestó un funcionario.
Hubo una secuencia que el Presidente no olvida. Primero fue la solicitada de De la Sota, que Obeid firmó presto, y que justificaba la inasistencia de un grupo de gobernadores al acto de la ESMA. Después fue la lentitud del mandatario en presentar la renuncia a su cargo de vicepresidente del PJ, cuando la orden de la Casa Rosada fue irreversiblemente en ese sentido.
Pero lo que terminó por alterar los ánimos del kirchnerismo fue la devoción que Obeid manifestó anteayer por su antecesor. “El peronismo está encolumnado al lado de Reutemann. De ahí no nos van a mover”, dejó en claro a qué autoridad política responde.
No fue una frase improvisada. El diputado nacional Miguel Bonasso ya le había advertido que “servir a dos patrones” le significará un costo traumático. “Va a tener que decidirse: si se sigue a Kirchner hay que enfrentar a Reutemann, no hay más remedio”, reclamó el legislador kirchnerista. Se trata, al fin, del más vivo pensamiento del Presidente, quien no tolera a Reutemann desde aquella foto en la que posó junto a Carlos Menem en plena campaña presidencial.
¿Qué pasó con Obeid? El mandatario necesita un paraguas político en su provincia por estratégicas razones de gobernabilidad. Y considera que ese paraguas se lo puede ofrecer su antecesor, a quien responde la mayoría de los diputados y senadores santafesinos.
Muestra de esa necesidad, Obeid reconoció que no bien terminó el congreso justicialista de Parque Norte le ofreció a Reutemann el cargo de vicepresidente que le habían asignado a él. “(El Lole) lo agradeció y quedó en que iba a dar una respuesta en los próximos días. Bueno, no alcanzó a hacerlo porque después estalló la crisis”, detalló luego a Rosario/12.
Previo a esta crisis entre Kirchner y Obeid hubo otra, signada por el monto que la Nación giró a la provincia para ayudar a los inundados. Justo un día antes de una de las visitas del Presidente a Santa Fe, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, armó una conferencia en la Rosada para mantenerse en sus trece.
Aquel acto no pudo disimular la tensión. Fiel a su estilo, Reutemann pegó el faltazo y Obeid hizo malabares para mantenerse equidistante. A tal punto que llegó a decir que los dos –el Gobierno y su antecesor– tenían razón, pese a que cada uno hablaba de cifras disímiles. Las cosas de la vida: el tema volverá a tomar cuerpo hoy, ya que por primera vez el ahora senador deberá prestar declaración ante la Justicia.
La génesis de la pelea habrá que buscarla en los últimos comicios para gobernador santafesino, en los que Kirchner jugó a punto y banca. Como peronista respaldó a Obeid pero, a la vez, le dio suficiente oxígeno al socialista Hermes Binner, a quien siempre tuvo entre sus principales referentes para el soñado armado transversal.
Obeid, cada vez que puede, pasa la factura. Pero para no apuntar directo a Kirchner suele recostar su bronca en Alberto Fernández. Una vieja táctica de responsabilizar al entorno, como si en decisiones de esta envergadura el Presidente fuera sapo de otro pozo.

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