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El país|Sábado, 3 de abril de 2004

“Todos los argentinos deberían estar presentes”

El presidente Néstor Kirchner encabezó el acto central en homenaje a los veteranos de la Guerra de Malvinas.

Por Nora Veiras
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El presidente Kirchner junto a los veteranos de Malvinas.
“La Argentina toda debería estar presente en esta fecha. Hay muchos lugares donde podía estar: en Santiago del Estero, en la Capital Federal... Pero no puedo no estar donde debo estar: junto al pueblo de Tierra del Fuego. Sé que para algunos la patria termina en la General Paz; para mí termina en las Islas Malvinas.” Un aplauso coronó la frase del presidente Néstor Kirchner. Una frase que no hizo más que reflejar los motivos de preocupación que acompañaron al Presidente hasta el sur: la masiva movilización en reclamo de Justicia por el crimen de Axel Blumberg se transformó en el centro de todas las charlas, porque ahí sí que la frontera de la General Paz se desdibujó y la protesta llegó a la Rosada.
Un sol radiante y una temperatura más que agradable envolvieron el acto central comemorativo del Día del Veterano de Guerra y de los Caídos en la Guerra de Malvinas frente al Canal de Beagle. Hasta allí llegaron ex soldados desde todas las provincias. Las lágrimas afloraban en esos hombres curtidos por las batallas en aquel territorio inhóspito y helado. Murieron en la lucha contra los ingleses 649 combatientes y 1068 fueron heridos. Pero la muestra de que las secuelas de la orfandad en la que quedaron los sobrevivientes la refleja otra cifra: más de 260 soldados se suicidaron.
En ese escenario, Kirchner pidió “no emparentar la lucha de los combatientes y oficiales dignos de las Fuerzas Armadas que combatieron en Malvinas con aquellos que miraron con la nuca al pueblo y cometieron los atropellos que cometieron”. “La lucha de ese 2 de abril no significó, como algunos dicen, una decisión loca, atolondrada, o suicida de algún general de la Nación”, abundó, reivindicó los valores de los veteranos que pelearon en Malvinas y sostuvo que estos “deben ser el basamento claro de la Argentina que queremos construir”.
“Las Malvinas serán argentinas por el diálogo, por la paz, pero con la firmeza y sin renunciar a los valores”, precisó el mandatario y alertó que no se hará “nada que sea de rodillas”. El ministro de Defensa, José Pampuro, no fue uno de los oradores, pero sí destacó ante la prensa que “más temprano que tarde” las Malvinas serán recuperadas porque “inexorablemente son argentinas, pero siempre por el mecanismo de la diplomacia” y coincidió con el canciller Rafael Bielsa en rechazar la condición inglesa de autorizar la visita a las islas siempre y cuando presenten el pasaporte argentino “porque eso implicaría reconocerles soberanía”.
El jefe del Estado Mayor Conjunto, Jorge Chevallier, y los titulares de las tres armas, Roberto Bendini (Ejército), Jorge Godoy (Armada) y Carlos Rhode (Fuerza Aérea), esperaron a Kirchner en Ushuaia para participar del acto. Una semana después de las ceremonias en que Bendini tuvo que descolgar los cuadros de los genocidas Jorge Rafael Videla y Reynaldo Benito Bignone del Colegio Militar y de que la Armada entregara la ESMA para convertirla en Museo de la Memoria, los militares fueron protagonistas de un acto en el que fueron reivindicados por su “heroicidad” en la lucha. En el Gobierno consideran que el panorama castrense está “calmo” en la Armada y en la Fuerza Aérea, pero sigue convulsionado en el Ejército, donde el liderazgo de Bendini después de subirse a la escalerita para descolgar los retratos quedó más que golpeado.
El brigadier general Chevallier, el ex veterano de la guerra de Malvinas de mayor rango en actividad, ratificó el anhelo de recuperar la soberanía sobre las islas y destacó el “espíritu patriótico” de aquellos que pelearon en 1982. Pidió reparar “el olvido que sufrieron los veteranos”.
Excepto Bendini, que regresó en el Fokker del Ejército, el resto de los uniformados volvieron a Buenos Aires en el Tango 01. Claro que sin la posibilidad de departir con Kirchner, quien se embarcó rumbo a Río Gallegos para recalar luego en El Calafate. Allí pasará el fin de semana monitoreando de cerca cómo Solá resuelve la “emergencia” en la provincia de Buenos Aires.
Los actos en conmemoración por los veintidós años del comienzo de la guerra de Malvinas terminaron en Ushuaia con el Presidente apretujado entre la gente. Cuando nadie lo espera, él se zambulle entre la multitud y disfruta de ese contacto, parece abastecerse de energía en una ceremonia que para los ajenos a la política resulta, por lo menos, difícil de entender.
Es justamente el consenso en el que se apoya Kirchner el que en el Gobierno temen que se resquebraje por efecto de la crisis de seguridad en el conurbano bonaerense. De ahí que repiten que este fin de semana es clave para poner fin a la incertidumbre.

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