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El país|Sábado, 3 de abril de 2004
EL CRUCE DE LLAMADOS CONFIRMO
QUE LOS VECINOS AVISARON Y LA POLICIA NO FUE

No hay peor sordo que el de una comisaría

La investigación confirmó la denuncia de los vecinos del barrio donde estuvo secuestrado Blumberg: hubo cuatro llamadas a la comisaría al escuchar la paliza tras su escape, pero la policía ignoró la advertencia. El barrio era zona liberada. Cuatro preventivas por el secuestro y la muerte de Axel.

Por Raúl Kollmann
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En el barrio Santa Paula existía una zona liberada porque en una de las casillas se vendía droga.
“Está confirmado que hubo llamadas de vecinos a la comisaría la noche en que mataron a Axel Blumberg.” Esta es la conclusión del estudio realizado por una de las fuerzas que trabaja en el caso Blumberg y el dato fue revelado a Página/12 por dos fuentes distintas de la investigación. De esta forma se prueba el modus operandi habitual en buena parte de los delitos: existía una zona liberada en el barrio Santa Paula, la cobertura era seguramente porque en una de las casillas se vendía droga y se acumulaban repuestos robados, pero los secuestradores usaron el pasaporte de impunidad para alojar allí a tres secuestrados: Axel Blumberg; el ejecutivo de Arcor, Guillermo Ortiz de Rosas, y a unos metros el joven Matías Mastromauro, hijo de un empresario de la zona de San Miguel. Cuando los vecinos llamaron a la comisaría, les contestaron de tres formas diferentes. “Déme su nombre”, ante lo cual la persona que llamó para denunciar decidió cortar; “Ya vamos para allá”, pero nunca apareció en la escena ningún policía, y “Mire, métase en su casa”, la respuesta más lapidaria. Ayer, un testigo-arrepentido declaró ante el fiscal Jorge Sica para proporcionarle información sobre otras conexiones policiales de la banda de secuestradores, lo que ratifica una vez más todas las sospechas. Al cierre de esta edición, el juez Conrado Bergesio dictó el procesamiento de los cuatro primeros detenidos y les imputó directamente el secuestro y asesinato de Axel.
En el idioma del delito, lo que existía en Santa Paula era “un abono”, o sea un pago semanal para que la comisaría no interfiriera en los negocios sucios que se hacían en las tres casillas. El diagnóstico es que allí se vendía “marijuana y mandanga”, es decir marihuana y cocaína. Además, según se revela en la causa judicial, Axel estaba atado con cables y en medio de una montaña de repuestos de autos, lo que confirma el otro dato: la banda se dedicaba también al robo de coches, a desguazarlos y a vender los repuestos.
Pero la clave estuvo en la mecánica de impunidad que termina generando un movimiento que a los vecinos les parece habitual: “Es como cuando en un edificio hay un departamento en el que atienden dos o tres chicas. Pasa a ser habitual que entren hombres a cualquier hora. Acá venían autos y algunos hombres aceptablemente vestidos que no tenían relación con la humildad de la zona. Pero nadie se metía porque se convirtió en habitual y estaba cantado que contaban con la venia de la comisaría”, explicó uno de los investigadores.
El análisis del entrecruzamiento de llamadas ratificó lo afirmado por los vecinos, quienes contaron que en la noche de la muerte de Axel llamaron cuatro veces a la comisaría. Sucedió que vieron mucho movimiento, que el joven aparentemente se escapó y que los secuestradores lo recapturaron. Incluso se menciona que hubo más de un disparo, aunque está probado que a Axel no lo mataron en Santa Paula sino que lo llevaron en un auto hasta un descampado de La Reja, también en Moreno: allí se encontró el proyectil con el que lo ejecutaron.
De todas maneras, la intensa movida de esa noche motivó los llamados a la comisaría de Cruce de Castelar, cuyo titular, Carlos Ríos, admitió el jueves que “tal vez las llamadas hayan existido”. El oficial se veía venir la tormenta, por cuanto ahora el entrecruzamiento efectivamente confirmó que los vecinos avisaron de la existencia de movimientos raros, una persecución, golpes y tiros. “Metele palo, metele palo”, cuentan que se escuchó la noche del 23 de marzo, cuando los secuestradores alcanzaron a Axel y le propinaron una paliza.
De acuerdo con los testimonios, una vecina llamó a la seccional para contar lo que estaba pasando, pero, insólitamente, después del relato le pidieron su nombre. La mujer, atemorizada, se negó a identificarse. En otros dos casos, en la comisaría contestaron que irían hacia el lugar, pero cuentan los experimentados que es un viejo truco de la zona liberada: en lugar de enviar efectivos, se aseguran de que por allí no pase nadie. Por último, a un vecino que llamó para avisar que había una pelea, le dijeron que ya se iba a arreglar y que se metiera en su casa.
Ayer fueron aportados más elementos sobre las complicidades de policías con lo ocurrido en el caso Axel y otros secuestros. Un testigo se presentó ante el fiscal Sica y le reveló la forma en que colaboraron con las bandas tres hombres de la Dirección de Investigaciones de San Isidro, que ya está en el ojo de la tormenta porque el propio camarista Fernando Marotto denunció que algunos de los oficiales participaron en la logística de varios secuestros. El testigo-arrepentido declaró ante el fiscal, que decidió preservar su identidad y constatar las evidencias que le aportó. Según los trascendidos, el testigo habría involucrado a un poderoso comisario de la época de la llamada Maldita Policía que hoy ya está retirado pero tiene todavía enorme influencia sobre algunos cuadros de la Bonaerense.
A última hora de ayer, el juez federal Conrado Bergesio habría dictado el procesamiento a cuatro de los cinco detenidos. Tal como adelantó en exclusiva Página/12, no se les imputaron vínculos secundarios con el caso, sino que directamente se los acusa por el secuestro y el asesinato de Axel. Los dos más comprometidos, según los investigadores, son el reducidor de autos Jorge Daniel Sagorsky, a quien se vincula con policías federales y que en el transcurso de la noche del asesinato llamó también a un hombre de uniforme, y Pablo Díaz, quien andaba con Sagorsky. El fiscal considera que ambos tuvieron que ver con la negociación del rescate. Los otros dos detenidos, Gustavo Arroyo y Julio César González, también fueron procesados, pero algunos investigadores creen que su vinculación no es tan directa. Arroyo andaba en la zona donde se produjo el tiroteo la noche de la muerte de Axel, se le hizo la prueba de parafina y quedó demostrado que había disparado recientemente, aunque no está claro si en el fallido enfrentamiento de aquella fatídica noche.

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