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El país|Viernes, 9 de abril de 2004
QUEDO PRESO UN SUBCOMISARIO
ACUSADO DE ENCUBRIMIENTO EN EL CASO BLUMBERG

Banda que toca con partitura Federal

El fiscal acusa a Daniel Graviña, de la comisaría 23ª, de haber ocultado a la Justicia que había recibido datos de la banda que secuestró a Axel. Asegura que sabía que su presunto informante, un reducidor de autos, estaba vinculado al caso, pero no lo detuvo.

Por Raúl Kollmann
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El fiscal Jorge Sica no quedó conforme con las explicaciones del subcomisario Daniel Graviña.
El subcomisario Daniel Graviña, de la Policía Federal, recibió el jueves 25 de marzo un llamado telefónico del reducidor de autos Jorge Sagorsky, a quien él en su defensa considera su “buche” o informante. Sagorsky está ahora detenido por su relación con la banda que asesinó a Axel Blumberg. En esa conversación, Sagorsky le contó que le ofrecieron el Volkswagen Passat que los secuestradores le habían quitado al ejecutivo de Arcor Guillermo Ortiz de Rosas. Ese fue además el auto que se usó en el asesinato de Axel. Para colmo, en el diálogo entre el delincuente y el policía se escucha una pregunta reiterada: “¿Qué pasa con la Partner?”. Se trata de una camioneta que la misma banda le había robado a otro secuestrado, Víctor Mondino. A pesar de toda esa información, Graviña no puso en marcha la detención de Sagorsky, y además tardó cinco días en informarle de ese diálogo a la Justicia. El subcomisario fue sometido ayer a una declaración indagatoria sobre semejante acumulación de indicios en su contra y el fiscal Jorge Sica no quedó conforme con sus explicaciones. Graviña quedó detenido acusado de “encubrimiento agravado reiterado”.
El subcomisario también había sido mencionado en un diálogo telefónico del dueño de un desarmadero de la calle Warnes. Ese sujeto, ahora preso, preguntó: “¿Y Dany queda o no queda?”. Dany es justamente Daniel Graviña y lo que preguntaba el hombre de Warnes era si el subcomisario quedaba en su puesto de entonces, nada menos que la División Sustracción de Automotores. En base a todos esos datos, lo que Sica sugiere tácitamente en su acusación es que el oficial de la Federal habría privilegiado sus negocios y presuntamente tapó a la banda.
Un funcionario de la Federal consultado por Página/12 consideró “arbitraria” la decisión de detener a Graviña y acusó a Sica de encabezar “una cruzada contra la fuerza”. Sin embargo, la División Asuntos Internos de la Policía Federal el martes último pasó a disponibilidad al oficial sospechoso.
Jorge Sagorsky está actualmente preso por dos cargos, encubrimiento y participación en una asociación ilícita. Esto fue lo que resolvió el juez Conrado Bergesio, quien no aceptó la acusación de Sica contra Sagorsky: el fiscal consideraba que el reducidor del auto debía ser imputado por el secuestro de Blumberg y también por el de Mondino, cuyo vehículo terminó en su poder. De acuerdo con la calificación del magistrado, Sagorsky era integrante de la banda y, aunque no habría participado de los secuestros, ocultó rastros, hizo desaparecer elementos de prueba y ayudó a los asesinos y secuestradores a evadir a la Justicia.
Lo que llevó al subcomisario Graviña tras las rejas es la siguiente secuencia:
- El jueves 25, Sagorsky llamó a Graviña para avisarle que los integrantes de una banda le habían ofrecido hacía una semana un Passat que pertenecía a un secuestrado que ya había recuperado la libertad, el ejecutivo Ortiz de Rosas.
- El día de la llamada ya se conocía la muerte de Axel, asesinado el martes 23. También se sabía que la banda había usado en su secuestro el Passat, que fue quemado pocas horas después del crimen. Es decir que Sagorsky le ofrecía información para esclarecer el homicidio de Blumberg.
- En el diálogo aparece una mención al otro vehículo, una camioneta Partner, que le fue robada a Mondino. Ahora está probado que la misma banda secuestró a Mondino porque en las casillas en que tuvieron a Axel se encontraron partes del equipo de sonido de la Partner.
- En la llamada, Sagorsky le habla a Graviña de que el jefe de la banda era un tal Martín. Sería Martín “El Oso” Peralta, detenido el miércoles en Córdoba.
- Según parece, en el diálogo telefónico Sagorsky le dijo que no conocía la dirección en la que funcionaba la banda, pero que sí sabía cómo llegar. Por lo tanto, se comprometió a llamar al día siguiente y quedaron en que juntos irían hasta las inmediaciones del lugar en el que operaba Peralta. Allí, según la versión de la Policía Federal, Sagorsky le “marcaría” exactamente el aguantadero.
- El viernes 26 Sagorsky no llamó y tampoco lo hizo el sábado, el domingo ni el lunes. El martes, en la Policía Federal se enteraron de que Sagorsky estaba detenido como supuesto integrante de la banda.
- Ese día, Graviña le informó a su superior de la llamada de Sagorsky. De inmediato la cadena siguió hacia arriba hasta llegar al ministro Gustavo Beliz. En un gesto inusual por el grado del oficial implicado, Beliz citó personalmente a Graviña en el ministerio y le ordenó que redactara un informe al fiscal Sica sobre lo ocurrido. También resolvió abrir un sumario en Asuntos Internos y presentar una denuncia penal.
El fiscal Sica argumenta que el subcomisario recibió el viernes una información clave que guiaba hacia alguien que tuvo en su poder el auto que le robaron a un secuestrado y que se usó en el asesinato de otro. Además, el supuesto “buche” le habló de una camioneta relacionada con un tercer secuestro. Lo primero que hubiera debido hacer, según Sica, era poner en marcha la detención de Sagorsky. En lugar de llamar de inmediato a la fiscalía, el oficial esperó una nueva llamada de su informante y dejó pasar cinco días. Durante ese lapso le ocultó los datos a la Justicia pese a que estaba en juego el caso más resonante del país. Por ello Sica detuvo a Graviña por encubrimiento.
En la Policía Federal argumentan que habitualmente se judicializa la información de un “buche” cuando el dato es de relevancia. En este caso, a Graviña no le dijeron dónde encontrar a la banda sino que le iban a marcar el lugar recién al día siguiente. Con esa información en la mano, se le hubiera comunicado todo al fiscal para que éste actuase. Además, sigue la defensa, no tenían el diagnóstico de que Sagorsky era un secuestrador sino un reducidor de autos y por lo tanto no les parecía lógico detenerlo.
Sica, en cambio, sugiere con su decisión que detrás del ocultamiento que hizo Graviña hay otra cosa: una relación con Sagorsky que no tiene que ver sólo con la información que aporta sino que hay vinculaciones entre policías y reducidores de autos porque las dos partes están en el negocio de la venta de coches robados, los desarmaderos y los repuestos truchos. En el caso Axel, además, hay un ingrediente de importancia: la banda sólo de vez en cuando perpetraba un secuestro porque su rubro principal era el robo de autos. Por eso, dice Sica, la encubrieron. Y la prueba es la llamada del hombre de Warnes tratando a Graviña como “Dany”.
El ambiente entre el fiscal y la Policía Federal está tenso desde hace rato. Los uniformados dicen que “Sica juega al cowboy” y “se hace el policía”. Por lo tanto les oculta información a todos y no quiere tener a especialistas cerca. En este terreno coinciden con la opinión de Juan Carlos Blumberg, el padre de Axel. Y, además, rechazan la detención de Graviña: “Se lo pretende vincular con los secuestros, algo que es descabellado. Y encima, se involucra a toda la fuerza. Es intolerable”, dicen quejosos los “azules”.
En la fiscalía responden que, por ley, quien dirige la investigación es el fiscal y que él se maneja con todas las fuerzas. “Desde noviembre, la Federal viene hablando de que El Oso podía estar en Córdoba. Sin embargo, fueron y volvieron diciendo que no lo encontraron. Los vecinos sostienen que andaba por allá todo el tiempo. ¿Cómo se explica? En el caso del secuestro de Ana María Norman encuentran a los dos hombres que cobraron el rescate. Sin embargo uno se escapa. Justito el que tenía la plata. Es más que raro.” Como se ve, el cuadro es de confrontación y sospechas. Para colmo, el foco de desconfianzas no está sólo en la Federal, sino también en la Bonaerense. A esta altura está claro que en el barrio Santa Paula, donde tenían cautivo a Axel, había una nítida zona liberada para entrar autos robados, desarmarlos y proveer después repuestos ilegales para la venta. Entre auto y auto cometieron varios secuestros. Y un asesinato.

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