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El país|Sábado, 30 de marzo de 2002
CRONICA DE UNA RECORRIDA EN LOS MUNICIPIOS DONDE HUBO SAQUEOS

El Conurbano está solo y espera

Persianas bajas, veredas vacías, móviles patrullando. Pobres que se defienden y acusan a otros pobres o a la policía. Los temores, las versiones. Página/12 transitó la provincia y relata.

Por Laura Vales
Persianas bajas, veredas vacías y móviles patrullando los comercios. Así estaban ayer las zonas del Conurbano donde durante los últimos tres días se produjeron los saqueos. La seguidilla de robos de alimentos parece haberse frenado con un último episodio en una nueva carnicería de Merlo, a la 0.10 del viernes. En total, según la información oficial, en el Gran Buenos Aires hubo –desde el miércoles hasta ayer– 14 robos de comida o intentos impedidos por la policía.
Los saqueos dejaron un clima de hostilidad en el aire. En la esquina de Lavalle y Hernández (partido de San Martín), donde el jueves un centenar de personas forzó la puerta del frigorífico Gaby-Car y se llevó lo que pudo, ya no hay custodia.
Eliseo, vecino de 64 años, 30 de ellos vividos en el barrio, dice que el principal problema “es la Villa 18”. Para el hombre no hay dudas de que el asentamiento es peligro número uno del momento. El peligro número dos es el chino del autoservicio de enfrente que ayer, en una cabal muestra de su carácter, enfrentó a un grupo de potenciales saqueadores a botellazos desde la terraza.
El chino se asoma por la ventana del primer piso, pero es imposible saber qué piensa: dice no entender el castellano. La puerta de su comercio tiene una doble defensa: la cortina de metal asegurada con candados y una reja de hierro superpuesta.
Los adolescentes que juegan a la pelota en la vereda desmienten a la policía: dicen que los saqueadores no fueron 20 ladrones –como en la versión oficial– sino más de cien personas, tanto hombres como mujeres.
Un grupo de mujeres reunidas en club del trueque abierto a unos metros acusa al Gobierno de haber cortado el envío de comida.
El sesentón de la esquina, que no se ha movido del lugar, se acerca al fin de la recorrida y apunta finalmente que en el barrio ya no se puede creer en nadie. “Si hasta el tipo de al lado, que yo lo conocía de toda la vida, resulta que salió a saquear.”
A la lista inicial de saqueos en el conurbano conocida se agregaron algunos nuevos y otros que recién se conocieron ayer.
- Además de la nueva carnicería en Merlo, ubicada en Filiberto y Saladillo, el Ministerio de Seguridad bonaerense confirmó que el jueves, en Tigre, alrededor de 70 personas se concentraron en la puerta de un maxiconsumo mayorista de ruta 197 y Mármol, donde “personal policial los dispersó con balas de goma al aire”.
- En Tres de Febrero, sobre la avenida San Martín 3559, un grupo de 20 personas arrojó molotov contra el portón de un supermercado.
- En Lomas de Zamora un centenar de personas saqueó un depósito de la Secretaría de Acción Social de la Municipalidad y se llevó unos 250 colchones. El Ministerio de Seguridad informó que el hecho ocurrió alrededor de las 21.30 en el depósito de la calle Iparraguirre 655, en la localidad de Parque Barón. Las personas irrumpieron tras forzar uno de los portones del depósito y se llevaron los colchones. Según los informantes, no se registraron víctimas ni detenidos.
La mayor parte de los saqueos tuvo lugar en las áreas del Conurbano más afectadas por la depresión. Durante el año pasado, en el Gran Buenos Aires 863 mil personas se convirtieron en pobres (se considera pobre a una familia de cuatro integrantes con ingresos menores a 522 pesos por mes). Dicho de otra manera: cada día 2366 bonaerenses cayeron desde la clase media hasta quedar ubicados por debajo de la línea de pobreza. En el mismo período, 440 mil personas rodaron desde la pobreza hasta el último escalón posible, donde están los que sobreviven con dos pesos diarios, y entraron a la categoría de indigentes. Si los números de la pobreza se vuelcan en un mapa, se verá que la zona más crítica es la del segundo cordón del conurbano, donde están Merlo, La Matanza (donde también huboconcentraciones frente a algunos supermercados), Quilmes y San Miguel, entre otros.
La reacción general en ámbitos judiciales –hubo en total 30 detenidos– fue encuadrar a los saqueos como robos comunes. En Lomas de Zamora tras la entrada al depósito de colchones se abrieron actuaciones bajo la calificación de “robo agravado en poblado y en banda”, criterio ratificado en ámbitos del Ministerio de Seguridad nacional, donde anoche adjudicaban el robo a “delincuentes comunes”. En sintonía con este razonamiento, voceros oficiales difundieron que parte de la mercadería sustraída, como las balanzas de las carnicerías e incluso algunos colchones, habían sido recuperados.
En el Gobierno respiraban con alivio porque esta vez los saqueos no se multiplicaron, es decir que no se vio el “efecto contagio”. La lectura de lo que se vio en el Gran Buenos Aires subrayó que la gente tomó como blanco a los pequeños negocios de barrio (los grandes supermercados están hipercustodiados desde los últimos saqueos) y que la rápida entrada en acción de la policía había frenado nuevos episodios. Es más difícil sostener la idea de que los saqueos fueron “organizados” por algún aparato con alguna oscura intencionalidad política. En ese sentido, anoche se recordaba el intento de saqueo en Campana de hace una mes, que la policía calificó de “organizado”. Los investigadores dijeron entonces que hubo gente “timbreando” la zona y difundiendo la falsa noticia de que los supermercados repartirían bolsas de comida. Ese día en Campana se juntaron 400 personas de varios barrios; esta semana, en cambio en el grueso de los saqueos actuaron grupitos chicos, de un solo vecindario.

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