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El país|Martes, 17 de agosto de 2004
CHAVEZ GANO POR AMPLIA MAYORIA Y CONVOCO
AL DIALOGO. LA OPOSICION NO RECONOCE EL RESULTADO

“Ganó el proyecto social, alternativo al neoliberal”

El anuncio del amplio triunfo del No, realizado en la madrugada por las autoridades electorales, puso contra las cuerdas a la oposición, que se niega a reconocer los resultados. Los observadores internacionales dejaron en claro que no hubo fraude. Hubo incidentes aislados.

Por Luis Bruschtein
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El festejo, para los simpatizantes de Chávez, llegó recién bien entrada la madrugada.
“Acá estamos acostumbrados a que las gallinas de arriba caguen a las de abajo, pero las de abajo somos mayoría”, reflexionaba anoche un viejito con pocos dientes y camiseta roja chavista en Miraflores mientras festejaba el triunfo del No. Tras la persistente guerra de rumores que desató la oposición con encuestas que la daban como ganadora del referéndum, el rotundo resultado de 58,25 por ciento a favor del No contra el 41,74 por ciento del Sí, que dio a conocer a las cuatro de la madrugada el Consejo Nacional Electoral, les cayó como un balde de agua fría. Pese a que el resultado fue respaldado por el Centro Carter y la OEA, la mayoría de los dirigentes opositores reaccionó con vehemencia y denunció un fraude gigantesco sin ofrecer pruebas concretas. El presidente Hugo Chávez realizó ayer dos conferencias de prensa y habló a sus seguidores desde el Balcón del Pueblo del Palacio de Gobierno y en las tres oportunidades manifestó su disposición al diálogo político, algo que parecía ayer muy lejos por la negativa cerrada de la oposición a aceptar el resultado del plebiscito. Durante toda la mañana convocaron a una concentración en la Plaza Francia del barrio de Altamira y, si bien la concentración no fue masiva, se produjeron disturbios en los que resultaron ocho personas heridas, entre ellos un diputado opositor.
La oposición había intoxicado los medios con insistentes versiones sobre su triunfo absoluto en el referéndum, una situación que terminó provocando malestar en la prensa internacional, que se sintió manoseada por esta maniobra. Durante toda la tarde dieron a conocer encuestas que los daban como ganadores por 60 contra 40 y hasta hicieron circular versiones desopilantes sobre encuestas de las fuerzas armadas, del Ministerio del Interior y hasta de una empresa cervecera. A medianoche, cuando las colas en los barrios populares de Petare y Catia todavía eran larguísimas, comenzaron a circular automóviles con las banderas venezolanas que utilizó la oposición para identificarse, tocando bocinas y gritando contra el chavismo. Decían que Chávez estaba dispuesto a renunciar, destruido por la derrota, pero que su entorno lo había convencido para que no lo hiciera. Los programas de la televisión comercial solamente mostraban colas de votación en los barrios opositores donde los votantes, incapaces de visualizar la irrupción masiva de los pobres y marginados al sistema político venezolano, expresaban su convicción de que “habían derrotado a la tiranía”.
En las primeras horas de la madrugada empezó a bajar el tono triunfalista de los dirigentes de la coordinadora democrática que, en vez de festejar el triunfo, llamaban a “defender la victoria” como si ya supieran los verdaderos resultados y se negaran a aceptarlos. En el Consejo Nacional Electoral, el tribunal que arbitró el referéndum, integrado por cinco rectores, comenzaron a verificarse movimientos nerviosos. Fueron convocados los dirigentes opositores y el ex presidente norteamericano James Carter y el secretario general de la OEA, César Gaviria, fueron llamados con urgencia. Al mismo tiempo comenzaban a llegar simpatizantes chavistas al Palacio de Miraflores para organizar el festejo.
Se dijo entonces que las cifras estaban favoreciendo por amplio margen al oficialismo, pese a que todavía a esa hora había cincuenta mil personas en Caracas y 500 mil en el resto del país que no habían podido votar, la mayoría de ellas en los barrios populares. Dos de los rectores del CNE, que responden a la opositora Coordinadora Democrática, plantearon objeciones porque no habían tenido acceso al proceso de conteo computarizado. Con el clima que se había creado resultaba muy difícil hacer un anuncio que era exactamente el opuesto a las cifras que habían hecho circular durante toda la tarde. Finalmente Carter y Gaviriacorroboraron la legitimidad del proceso y se hizo el anuncio a una hora en que solamente estaba despierta la multitud chavista que había acudido a festejar en Miraflores.
Miles de personas de los barrios más humildes, mujeres, niños y hombres de todas las edades se pusieron las camisetas rojas que dicen “¡Uh, Ah! Chávez no se va”, una consigna que se canta al ritmo de danzón tropical, y fueron llegando a la avenida Urdaneta frente al Palacio de Gobierno. El viejito que reflexionaba sobre las gallinas estaba junto a una familia que se había movilizado en un antiguo Mustang azul eléctrico con el óxido de varios años en sus abolladuras. Habían puesto un radiograbador sobre el techo, que lanzaba música de salsa y consumían una cerveza tras otra mientras bailaban y se desgañitaban gritando a favor de Chávez. Con vinchas y los cuerpos transpirados, la gente dio rienda suelta a su alegría por un resultado que ellos tampoco habían puesto nunca en duda.
Por la mañana, la oposición apareció fragmentada en los diversos partidos que la integran: Acción Democrática, Copey, Alianza Mayor, MAS, Bandera Roja, Primero Justicia y otros. Hicieron declaraciones en grupos separados. Los partidos tradicionales mostraron más cautela, a diferencia de las nuevas agrupaciones, la mayoría de derecha, aunque todos coincidieron en desconocer empecinadamente el resultado. Los primeros pidieron calma, mientras los segundos llamaron abiertamente a la desobediencia civil y a una concentración en la Plaza Francia del barrio de Altamira. Todos denunciaron un fraude monumental, pero ninguno explicó la forma como se habría concretado. Uno de ellos llegó a afirmar por televisión el absurdo de que las máquinas estaban arregladas para votar al revés: se apretaba el botón del Sí y salía el No.
Lo cierto es que la instrumentación del voto electrónico con los “cazahuellas” hizo imposible la realización de fraudes como hacer votar a los muertos, o la votación múltiple o el envío de los votantes con la boleta en sus bolsillos. Es prácticamente imposible el fraude con este sistema. De hecho, la incorporación de las máquinas produjo muchos problemas, sobre todo la lentitud que encolerizó a los votantes, pero permitió que el resultado fuera poco cuestionable. Con un observador independiente en el centro informático se resuelve el control de posibles fraudes.
“Nos pusieron todo tipo de trabas, las fuimos sorteando cada una con gran esfuerzo, juntamos las firmas, nos rechazaron más de un millón, pero finalmente pudimos llegar al referéndum, aguantamos horas en las colas y ahora no permitiremos que nos arrebaten la victoria”, afirmaba un votante opositor. Es una idea persistente en este sector de la sociedad venezolana que tiene una visión recortada de la historia. Desde el otro lado, los chavistas debieron sortear golpes de Estado y una huelga que destruyó la economía y desabasteció al país, más una guerra permanente de los medios de comunicación que durante las semanas previas llegaron a pasar más de 1500 cortos publicitarios contra Chávez por día.
“Estamos tratando de impedir que se instale una dictadura en Venezuela” es otro argumento que se repite como si esa frase fuera un “vale todo”. Por eso quedaron desubicados cuando Carter y Gaviria convalidaron el resultado del referéndum, como si la denuncia de fraude fuera válida simplemente porque la formulaban ellos, aunque no presentaran pruebas. Ayer a la mañana, un grupo de mujeres muy bien vestidas irrumpieron en el Hotel Meliá Caracas, donde los dos observadores internacionales se aprestaban a ratificar públicamente el resultado. “No al fraude, no al fraude”, gritaban furiosamente e impidieron la realización de la conferencia de prensa que debió retrasarse dos horas.
En la conferencia que realizó por la tarde Chávez anunció que “fueron enterrados los restos de la Cuarta República y terminó de nacer la Quinta República”. El mandatario venezolano hizo un listado de los líderesmundiales que lo llamaron para felicitarlo y mencionó desde Lula y Néstor Kirchner, hasta el español José Luis Rodríguez Zapatero. “Si ganó Chávez no es lo importante –dijo–, lo principal es que ganó un proyecto, un nuevo diseño político, económico y social, alternativo al capitalismo neoliberal y contra las democracias de élites que terminan en tiranías.”
Chávez fue crítico con la oposición pero aseguró que ratificaba su llamado al diálogo político y precisó que se podía instrumentar en principio con los gobernadores que son dirigentes de la oposición, pero con los que necesitan reunirse para planificar en común. “Creo que es el único caso en el mundo que dirigentes de la oposición se niegan a dialogar y tampoco aceptan un resultado transparente, salieron a cantar un fraude porque sí, lo que evidencia que es parte de un plan desestabilizador.” Ayer fue declarado feriado por Chávez y durante todo el día hubo un desfile de simpatizantes frente al Palacio Miraflores. Por la tarde, los dirigentes de la oposición salieron menos crispados y anunciaron que mantienen las objeciones pero que esperarán el cotejo de las cifras con los comprobantes de papel de cada elector. Al anochecer, varios camiones con miles de personas se dirigían a Miraflores para continuar los festejos.

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