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El país|Martes, 24 de agosto de 2004
GAITA CONTO QUE PUDO HABER ESCAPADO PERO LO EVITO

Recordando el final de Axel

Arslanian reveló que la policía pudo haber atrapado a quienes cobraban el rescate, pero no lo hizo por pedido de la familia.

Por Carlos Rodríguez
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A Gabriel llegaron a darle asado de falda, “sabroso pero duro”.
Durante los diez días que estuvo en cautiverio, se presume que en dos lugares distintos de Villa Diamante, muy cerca de su curtiembre de Lanús, el empresario Gabriel Gaita, de 30 años, tuvo al menos tres posibilidades para escapar. “Estuve a punto de hacerlo, unas tres veces, porque me dejaban la puerta abierta, pero como siempre repasaba todos los casos que recordaba, desde Mauricio Macri hasta Axel Blumberg, como conclusión resolví que no era conveniente intentarlo.” Con esas palabras, según relató a Página/12 uno de los investigadores, Gaita dio detalles de un cautiverio en el que hubo golpes, simulacros de fusilamiento y amenazas de muerte. También vivió momentos más distendidos, como cuando lo ofrecieron un asado de falda “sabroso, pero un poco duro”, comentó el joven con una mueca que parecía una sonrisa. Anoche, fuentes policiales aseguraron que “ya están identificados” los miembros de la banda que habría participado en el secuestro de Gaita y que, se insistió, tendría vinculación con el prófugo Cristian “Hígado” Muñoz, a quien se relaciona también con los casos de Nicolás Garnil y Cristian Ramaro.
Los investigadores mantienen algunas dudas sobre cómo se concretó el secuestro, en el que habrían intervenido tres grupos distintos, uno de los cuales tendría una vinculación directa con la organización que intervino en el caso Garnil. Al empresario lo secuestraron el 11 de agosto, en Avellaneda, y lo mantuvieron cautivo en Villa Diamante, una localidad que pertenece al partido de Lanús. El primer lugar sería una gomería de esa localidad, muy cerca de la estación del ferrocarril Belgrano Sur, y el segundo, una casa de familia ubicada a pocas cuadras. “El traslado de uno a otro lado lo hicieron a pie, en horas de la noche”, dijo a este diario uno de los investigadores.
La policía cree que una de las bandas que intervino es la de Los Santiagueños, pero existe el convencimiento de que la custodia del secuestrado estuvo a cargo de otro grupo, al que se lo conoce como Los Monitos. La hipótesis se completa con la participación central, en el secuestro, de delincuentes dedicados al narcotráfico y vinculados en forma directa con el Hígado Muñoz. Todo hace suponer que es inminente la captura de varios integrantes de los distintos grupos, entre los que figuraría un ex miembro de una fuerza de seguridad. El núcleo central del secuestro de Gaita estuvo integrado por al menos ocho personas, todas con conexiones con el narcotráfico.
En su lugar de cautiverio, donde permanecía con los pies y las manos atados, Gaita podía espiar a través de la venda que le cubría los ojos y observó, al menos en tres ocasiones, que le dejaban la puerta abierta. Dijo que desechó la alternativa de escapar porque le pasaron “millones de cosas” por la cabeza. “En ese momento uno se encuentra indefenso ante todo y piensa que a nadie le importa lo que está viviendo”, dijo el joven. “Al principio me pegaron en varias oportunidades, cuando me obligaron a subir al auto (de los secuestradores) y también cuando llegamos al primer lugar de cautiverio”, contó Gaita ante los investigadores y en distintos reportajes periodísticos. “En varias ocasiones me amenazaron con matarme y yo creía que lo iban a hacer”, aseguró.
A pesar de eso, sostuvo que a los autores de su secuestro “sólo les tengo lástima, porque en mis códigos, el odio no existe”. Américo Gaita, el padre de la víctima, reconoció ayer que otro de sus hijos pagó un rescate por una suma que rondó “entre los 100 y los 200 mil pesos”, aunque eludió dar precisión de la cifra. El ministro de Seguridad bonaerense, León Arslanian, admitió ayer que la policía pudo haber intentado la detención de los secuestradores de Gaita y que algo similar había ocurrido en el caso de Nicolás Garnil. “No se hizo, en respuesta a un expreso pedido hecho a la Justicia por las dos familias”, aclaró el funcionario.
Gabriel Gaita sostuvo que no le importa recuperar el dinero que se pagó por su rescate. “No me interesa la plata, no quiero ni un céntimo. Lo que me interesa es que esto se termine.” Américo Gaita, quien ratificó que participará junto con su hijo de la marcha convocada para el jueves, en el Congreso, por Juan Carlos Blumberg, negó que tenga intenciones de irse del país. “Tengo seis nietos varones, el apellido Gaita sigue acá en la Argentina. Tengo que pensar que esto no suceda más para que no le pase a mi nieto. Nosotros siempre apostamos al país, creímos en el país y seguimos creyendo. No nos vamos a ningún lado.”
El rescate fue pagado por otro de los hijos de Américo Gaita, quien lo arrojó desde un tren en marcha, cerca de la estación Tapiales, que pertenece a otro ramal de la red del Belgrano Sur. “Lo que vivimos fue una pesadilla, pero por suerte llegamos a buen fin. Esto no se lo deseo a nadie.” Relató que a su hijo Gabriel “en algunos momentos lo trataron bien y por lo menos nunca le hicieron faltar la comida. El último día hasta le hicieron un asado. Bueno, un asado de falda...”.
Las pruebas de vida que tuvieron fueron dos: “Una vez lo hicieron hablar por teléfono y otra mandaron una carta en la que él nos decía que lo trataban bien, pero eran ellos que le decían ‘poné tal cosa’”. Confirmó que a Gabriel lo golpearon varias veces, en uno de los casos “con la culata de una ametralladora”. Lo dejaron en libertad en la rotonda de Firestone, en Luis Guillón. “Buscó ayuda en una casa más o menos porque tenía miedo de que, además del secuestro, lo robaran...”

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