Imprimir|Regresar a la nota
El país|Domingo, 12 de septiembre de 2004
EL GOBIERNO APURA LA PULSEADA CON LOS BONISTAS PRIVADOS

Esperando el verano

Enero del 2005 será la fecha clave. El Gobierno está confiado en que el 66 por ciento de los bonistas privados aceptará la propuesta. No habrá pago extra de 2000 millones, juran en la Rosada. Ayer, en Olivos, Kirchner fijó un superávit del 3 por ciento para el Presupuesto 2005. Fortalecen partidas para Obras Públicas, Acción Social y Educación.

Por Sergio Moreno
/fotos/20040912/notas/NA05FO01.JPG
“Estamos sentados sobre la caja, y está llena de plata. Eso nos da margen de maniobra.” El funcionario oficial sonríe mientras dice la frase que abre estas líneas. No es sorna, es apenas un respiro en el medio de un panorama que prevé una puja fuertísima con el Fondo Monetario Internacional y con los tenedores de bonos en default, la “madre de todas las batallas” (por citar a Saddam Hussein), tal como consideran a la situación en la Casa Rosada. “Hoy, que arreglemos esta situación con los bonistas privados depende de 2000 millones de dólares, que los tenemos. Con un poco de viento a favor, si bien la coyuntura no es fácil, en enero de 2005 tendremos cerrado el acuerdo con el 66 por ciento de los bonistas. Después de eso viene otra Argentina, la de la previsibilidad económica.” La frase pertenece a otro alto funcionario del Gobierno, que si bien es cauteloso, se entusiasma cuando habla del futuro económico. Un tercer hombre del Presidente, quizás el más optimista, sostiene que “estamos mejor de lo previsto” en la negociación que, a su saber, no sufrirá modificaciones en lo referente a la propuesta argentina. “No habrá pago extra”, categoriza. Ayer por la tarde, en Olivos, Néstor Kirchner y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, terminaron de ejecutar algunos ajustes al proyecto de presupuesto que elaboró Economía. El superávit fijado para 2005 será de 3 por ciento –no de 4, como pedía el FMI– y se reforzarán partidas para Obras Públicas, Acción Social y Educación.
El jefe de Gabinete gusta citar una frase del sociólogo John Berger que sostiene que una sociedad que discute lo obvio es una sociedad enferma. “Nosotros nos pasamos discutiendo lo obvio”, suele decir Fernández en momentos de ofuscación. Máxime cuando en el Gobierno se entiende que la materia central para el futuro del país es la marcha de la economía. “La negociación con los bonistas y con el Fondo es lo que vendrá de ahora hasta enero”, estima Fernández.
Kirchner pide cada mañana los indicadores económicos, el nivel de reservas del BCRA, las principales noticias y la cantidad de reservas energéticas del país. “Es minuciosamente obsesivo”, lo describe-ensalza uno de sus ministros que intenta dibujar la obsesividad presidencial en los temas queconsidera cruciales. La negociación con los deudores en default es su próxima valla a saltar.
Sabedores de ello, hay funcionarios que toman sus previsiones. “Siempre es mejor que lleguemos a un acuerdo con el Fondo, pero no a cualquier precio. Kirchner se lo dijo a (Rodrigo) Rato (director gerente del FMI). Y a Francis Mer (ministro de Economía de Francia): ‘Vamos a hacer lo que nos dijo el presidente (de Francia, Jacques) Chirac: defender los intereses de los argentinos’”, cuenta un alto funcionario que estuvo presente en tales conversaciones.
La Argentina abrió un paréntesis en las tratativas con el FMI hasta tanto termine la negociación con los bonistas privados. De esa manera, el Gobierno considera que “desengancha” la segunda tenida de las presiones del organismo internacional. Mientras, el erario pagará al Fondo unos 1500 millones de sus reservas, que equivalen a sus vencimientos, y solicitará una prórroga sobre un monto (prorrogable él) de otros 1000 millones. La mayor parte del Gobierno trabaja para que al final de ese paréntesis esté finalizada la negociación con los bonistas. La fecha es enero del 2005. “Es nuestro día D”, dice un ministro clave del Gobierno al respecto.
El Fondo, al fin albacea de los bonistas, ha solicitado un nivel de acuerdo del 80 por ciento de los tenedores de bonos. “Una cifra record”, recuerda con malicia un funcionario del Estado. “Lo cierto es que si nosotros obtenemos el 66 por ciento de acuerdo, la negociación estará cerrada. Ese otro 34 por ciento que queda va a salir corriendo a cerrar o se resignará a perder todo”, especula la fuente, para quien hay que tener en cuenta un dato clave: los bonos en default se están apreciando porque hay quienes los están comprando hoy. “Los compran porque saben que va a haber acuerdo; comprarlos ahora será un gran negocio que se concretará a fin de año”, apuesta.
Un consejero permanente del Presidente advierte un resquebrajamiento del frente interno de los bonistas, situación, dijo, beneficiosa para el país. “Fíjese que Nicola Stock –líder italiano de una de las agrupaciones más grandes de bonistas en default– propuso un quita del 40 por ciento sobre el valor de los bonos y nadie lo acompañó”, ensaya la fuente. El Gobierno hace números permanentemente. Sabe que un 30 por ciento de los bonistas privados son argentinos y considera que aceptarán la propuesta. Sostiene que la gran mayoría del 70 por ciento restante son especuladores que compraron los bonos después de la quiebra. “Compraron bonos de entre 8 y 13 pesos; los van a vender a 25, con lo que ganarán más de un ciento por ciento. Para ellos será un negoción”, abunda el confidente de Página/12. En la Rosada entienden que de ese 70 por ciento cuando menos la mitad aceptará. “Sumado al 30 por ciento de la Argentina, llegaremos casi en un 65 por ciento de aceptación. Estamos en buen camino”, se repite el funcionario. Y abunda: “Fíjese que la mayoría de ellos interpretó que la propuesta de Dubai implicaba una quita del 92 por ciento; si tiene en cuenta que con la mejora subimos ese valor al 75 por ciento, para la contraparte la mejora es más que significativa”.
Otro funcionario consultado por este diario toma como referencia la situación planteada alrededor del país más adverso a la Argentina en este tema, Italia. El ministro de Economía, Roberto Lavagna, solicitó al canciller Rafael Bielsa dos cosas, algunas de ellas bastante complejas. “Quiero que Nicola Stock se quede callado por unas semanas y que la Comsec no nos impugne la oferta”, pidió. La Comsec es el equivalente al SEC norteamericana, organismo encargado en aceptar la propuesta que haga la Argentina a los bonistas. En el caso italiano, la Comsec es un instituto que depende del Estado. Bielsa se comunicó con el canciller italiano, Franco Frattini, quien le garantizó que la Comsec no entorpecerá la oferta criolla. “Y Stock hace varios días que está callado”, dicen no sin malicia en el Gobierno. “Podemos decir que la Argentina tiene una propuesta para Italia”, se envalentonan y adelantan.
Algunas diferencias existen en el seno de la administración. Hay quien cree que la oferta a los bonistas sería definitivamente irresistible si se agregase un pago cash de 2000 millones de dólares, que el Estado atesora en las arcas del Banco Nación. Pero, muy cerca del Presidente, niegan cualquier chance de mejorar la oferta. “No se discute poner esos 2000 millones, de ninguna manera. La oferta es la que hay, y la que hay es la que habrá. No nos movemos de lo que decimos”, categoriza uno de los hombres de mayor confianza de Kirchner.
Esa rigidez fue expuesta a Rodrigo Rato y al canciller español Miguel Angel Moratinos (quien estuvo a punto de ver abortada su visita debido al enojo de Kirchner ante su exabrupto de “exigir a la Argentina que dialogue”, publicada por el diario El País de Madrid la semana pasada) por el presidente argentino. Lo mismo hizo Alberto Fernández con Sebastián Gascón, el principal asesor económico con que cuenta el premier español, José Luis Rodríguez Zapatero, a quien le explicó que no habría variación en la proposición nativa. A diferencia de las otras, la charla con Gascón fue más que amable.
“El Gobierno no cambia su palabra –acomete otro alto funcionario ante este diario–. Note usted que ayer se fijó para el Presupuesto de 2005 un superávit de tres por ciento.” El ejemplo es, a su vez, la confrontación con la exigencia del FMI de elevar el superávit de marras a 4 o 4,5 por ciento, para, con ello, mejorar los pagos de la deuda. Además de fijar el nivel de superávit para 2005, Kirchner y Fernández reasignaron partidas para reforzar tres áreas que el Gobierno considera centrales: Obras Públicas, Acción Social y Educación. El Presupuesto deberá estar listo para el 15 de este mes, a fin de ingresar en tiempo y forma al Parlamento.
“Con el arreglo con los bonistas, el acuerdo con el Fondo es mucho más simple. Ya le pagamos 7.700 millones de dólares en medio de la peor crisis de la historia del país. A partir de un acuerdo con los tenedores de bonos, la Argentina retornará al crédito y, con ello, el crecimiento sostenido estará garantizado por muchos años.” La reflexión peca de naïf. El ministro que esto dice lo sabe, y aclara que el camino, por más que lo enuncie así, no es fácil. “Pueden haber imprevistos y, por supuesto, cientos de aprietes y operaciones, pero nosotros también las hacemos”, dice.
La pulseada comenzó hace tiempo, pero aún no terminó.

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.