Imprimir|Regresar a la nota
El país|Domingo, 19 de septiembre de 2004

Un pago al Fondo fue la chispa que inició el fuego

Qué dólares girarle al FMI y con plata de quién comprarlos fue la última discusión entre Prat Gay y Lavagna. Economía pensaba que por esa ventana el BCRA se metería en el manejo de la deuda.

Por Julio Nudler
/fotos/20040919/notas/NA04FO01.JPG
Miguel Angel Pesce, vicepresidente entrante del BCRA.
Se supone que la nueva cúpula abandonará la línea dura.
Uno de los puntos de fricción entre la cúpula desplazada del Banco Central y Economía era de dónde saldrían los dólares para pagarle al FMI y quién pondría los pesos para comprarlos. No fue el ítem determinante de la caída de Alfonso Prat Gay y Pedro Lacoste, pero un buen botón de muestra de la tensa relación entre Reconquista 266 e Hipólito Yrigoyen 250 en cuestiones específicas, aunque hubiese clara coincidencia de fondo en cuanto a la política económica y a la estrategia respecto del sistema bancario. Tanto que en Economía dicen que Prat es “heterodoxo y pragmático” –todo un elogio– aunque asimismo “arrogante y nene caprichoso”, nada dispuesto a admitir razones ajenas. La cuestión de los pagos al FMI no es menor y será importante conocer la actitud que asumirá después del jueves la nueva conducción del ente emisor, encabezada por Martín Pérez Redrado y Miguel Pesce. De hecho, Roberto Lavagna sintió que Prat quería dejarlo sin dólares propios para que luego tuviera que venir al pie. El asunto involucra unos 1200 millones de dólares que deben ser girados al Fondo hasta fin de año, después de los 300 millones que se le pagaron la semana pasada. De esta forma, este 31 de diciembre la Argentina llevará transferidos a los organismos multilaterales, en términos netos, casi 10 mil millones de dólares desde el estallido de la crisis y la declaración del default. La cifra es tan increíble y asombrosa como real.
Hacienda tiene en el Banco Nación, en una cuenta especial, algo más de 900 millones de dólares que fue adquiriendo con plata del superávit fiscal los últimos meses a través de compras del BNA en el mercado. Sin embargo, Economía prefiere no gastar esas divisas, sino comprarle dólares de sus reservas al Banco Central. Para hacerlo, reclama del BCRA unos préstamos que se denominan Adelantos Transitorios. Según las respectivas normas, el saldo de los AT no puede superar un techo de 14 mil millones de pesos (tope que varía continuamente, según los parámetros que lo determinan). Al día de hoy, Hacienda debe 10 mil millones, por lo que sólo le quedan libres unos 4 mil millones, con los que podría adquirir algo más de U$S 1300 millones.
Aunque los AT del Central al Tesoro tienen mala fama porque históricamente fueron la “maquinita” con que se solventaba el déficit fiscal y se contribuía a generar más inflación, en este caso esos Adelantos no tendrían efecto monetario. Es decir, no inflarían la base monetaria o, en otros términos, la cantidad de medios de pago. La razón es que sólo setrata de un asiento contable: los pesos del AT “salen” del BCRA (se crean) hacia el Tesoro, y acto seguido “entran” otra vez al Central (se extinguen) para comprar los dólares y girarlos afuera. El BCRA se queda con menos reservas, y, en su lugar, una mayor acreencia contra el fisco, activo por cierto menos líquido.
Pero si el ente emisor se resiste a entregar adelantos y exige que Hacienda compre los dólares de las reservas con pesos ahorrados (el superávit fiscal), el efecto monetario de la operación sí es contractivo, en razón de que se produce una extinción neta de circulante, con pesos “genuinos”. El hecho es que Prat Gay argumentaba que, habiendo superávit disponible, no tenía motivo para darle crédito al erario. “Son recursos de última instancia”, explican en el BCRA. La discusión se centraba en el tope de endeudamiento de la Tesorería con el Central, según lo regla el artículo 20 de la Carta Orgánica. Ese máximo tiene dos componentes: un 10 por ciento de la Base Monetaria amplia, que el Ejecutivo puede pedir sin dar explicaciones y debe devolver en 12 meses (aunque en realidad trata de enjugar esa deuda contra las utilidades anuales del BCRA, que éste debe transferirle), y un 12 por ciento de la recaudación tributaria anual, componente específicamente consagrado a los pagos a organismos internacionales.
Justamente la semana pasada, buena parte de los U$S 300 millones que se remesaron al Fondo salieron de la cuenta de Hacienda en el Nación, tras una áspera discusión entre la cúpula del Central y uno de los dos representantes alternantes que tiene Economía en esa institución, Sebastián Katz y Leonardo Madcur, que cuentan allí con voz pero no voto. Si bien le fueron concedidos a Hacienda nuevos AT, la cifra fue bastante inferior a la pretendida. Ahora se comprende que la de Prat fue una victoria pírrica, sobre todo porque el presidente Kirchner había dicho que “esos dólares no se tocan”, refiriéndose a los que custodia Felisa Miceli. Para adelante, si seguía prevaleciendo el mismo criterio, Hacienda debería haber empleado el flujo de nuevo superávit para comprarle dólares al Central, “rascando en todas las ollas” en busca de pesos, con el consiguiente impacto monetario contractivo, o echar mano, hasta donde alcanzasen, de los guardados en el BNA. No parece que Pérez Redrado y Pesce vayan a continuar, en este aspecto, la línea dura Prat-Lacoste.
En síntesis, la cuestión involucraba una discusión de política monetaria, pero, además, le abría al Central una ventana a través de la cual intervenir en la estrategia de la deuda, algo que Lavagna y Guillermo Nielsen no deseaban. En este sentido, los ahora desplazados timoneles del BCRA daban un respaldo genérico a la negociación con los acreedores, pero considerando que ha pasado demasiado tiempo sin que se haya alcanzado un acuerdo. Esto se traduciría como una sugerencia a ofrecerles una propuesta más atractiva a los bonistas, único medio de acortar los plazos de un entendimiento y elevar el nivel aceptación.
Observadores próximos a la entidad monetaria suponen que si el diálogo con el tándem centralista se hubiese dado no a tan última hora, ambos seguirían en sus puestos. Pero también sospechan que por algo en Gobierno se demoraban. “La táctica de la Rosada fue dejar todo para el último minuto, pensando que así resultaría más fácil que Prat Gay y Lacoste aceptasen las condiciones”, imagina una fuente. Una de éstas era la composición del nuevo directorio, respecto del cual los salientes pensarían –según allegados– que no está a la altura de la agenda venidera: los mercados de futuros, los mecanismos de transmisión de liquidez, etcétera. Temas tal vez áridos por lo extremadamente técnicos. Y lo cierto es que en Economía piensan parecido. No se engañan: los que ingresan no tienen el nivel de los que están diciendo adiós.

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.