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El país|Miércoles, 27 de octubre de 2004

Un intruso paseó 3 horas por la quinta de Olivos

Fue el domingo pasado. El Gobierno, preocupado por el episodio, relevó a toda la cúpula encargada de la seguridad presidencial. Buscan al sujeto.

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Los controles de entrada a la quinta presidencial son rigurosos sólo si se ingresa por la puerta.
Con el incidente del avión Tango 01 aún sin aclararse, la seguridad de Néstor Kirchner quedó nuevamente ayer en el ojo de la tormenta: se descubrió que un intruso estuvo paseando durante tres horas por el interior de la residencia de Olivos. El hecho, ocurrido el domingo a la madrugada, llevó al Gobierno a relevar a los militares responsables de su custodia.
El desconocido saltó el cerco perimetral de la residencia que da a la calle Villate, cerca de las 3.45 del domingo, cuando el presidente Kirchner, su esposa Cristina Fernández y su hija Florencia descansaban en el chalet presidencial.
De acuerdo con lo que constaría en los videos internos de la quinta de Olivos, que no son de buena calidad, el intruso llegó hasta el chalet presidencial, golpeó una de las ventanas de la Casa de Huéspedes, donde descansaba una asistente de la primera dama, conocida por todos como Maquena. Y pidió un vaso de agua.
Después de tres horas, en las que estuvo merodeando por los caminos y jardines del lugar –aparentemente lo confundieron con un integrante de la custodia–, se retiró otra vez escalando el muro, pero de la calle Maipú, algo que debió llamar la atención por sí solo, pero además debido a la altura de esas paredes.
Las fuentes oficiales dijeron que en las filmaciones de seguridad se constató que la alarma funcionó correctamente y que, por causas que todavía se desconocen, el personal no respondió a la emergencia. El intruso es un hombre de mediana edad, de acuerdo con la versión de una de las personas que pudieron ver el video.
Kirchner ordenó inmediatamente el relevo de los responsables de la custodia: el jefe de Seguridad, teniente coronel Guillermo Abrahim; el oficial de servicio del cuerpo de Granaderos, teniente Iglesias, y el operador suboficial mayor del Ejército, Antonio Urregola.
El ministro del Interior, Aníbal Fernández, aseguró que Kirchner transmitió su inquietud al gobernador Eduardo Fellner, durante la visita que realizó ayer a Jujuy. Y lejos de minimizar el tema le dio envergadura. “No es una anécdota, no deja de preocuparnos. Hay que tomarse el trabajo de investigar y analizar el sistema de seguridad”, dijo durante un breve contacto con la prensa.
En rigor, desde el propio domingo por tarde hasta ayer incluido se realizaron rastrillajes en la residencia de Olivos a fin de determinar huellas dactilares del intruso y buscar micrófonos. “Participaron efectivos de seguridad de distintas especialidades, en algunos casos con perros entrenados, para controlar todas las instalaciones y cada rincón de la quinta”, relataron las fuentes.
La recorrida incluyó las instalaciones telefónicas y eléctricas en busca de micrófonos, además de la del gas y agua para determinar “que ninguna instalación haya sido adulterada”. Los especialistas chequearon las filmaciones que quedaron registradas en las cámaras de seguridad, una tarea que fue supervisada personalmente por el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli. “Las imágenes no facilitaron la posibilidad de determinar quién fue el intruso, por eso fue que se focalizó la atención en la búsqueda de huellas dactilares”, señalaron fuentes oficiales. Así, el vaso aparece ahora como un elemento clave, si es que no se borraron las huellas que el intruso dejó impresas cuando decidió saciar su sed en su curioso paseo por tierra ajena.
Parrilli, encargado de la seguridad presidencial, se reunió anoche en más de una oportunidad con Kirchner para ponerlo al tanto de las investigaciones. Dispuso un sumario interno y anunció –según dejaron trascender en la Casa Rosada– que evaluará durante esta jornada la posibilidad de efectuar una denuncia ante la Justicia.
La seguridad presidencial, o más bien la falta de ella, fue un tema recurrente desde el inicio de la gestión kirchnerista. Más aún, ya el día de su asunción, cuando recibió un golpe en su frente con una cámara defotos, se hablaba de la informalidad con la que Kirchner se manejaba y el riesgo que ello podría conllevar.
El último episodio que puso en vilo la seguridad ocurrió el martes de la semana pasada, cuando falló una de las turbinas del Tango 01, que obligó a un aterrizaje de emergencia del avión presidencial en El Palomar, cuando su destino original era Entre Ríos (ver página 9).
Parrilli está desde hace días abocado a mejorar la seguridad del Presidente. De hecho ya había implementado una serie de reformas en los accesos a la Casa Rosada, cambios que tiene proyectado profundizar y –seguramente después de la irrupción del intruso– extender hacia la quinta presidencial de Olivos.

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