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El país|Domingo, 5 de diciembre de 2004
FELIPE SOLA RATIFICA SU ALIANZA CON KIRCHNER, SE DISTANCIA DEL DUHALDISMO Y RESCATA AL MINISTRO DE ECONOMIA

“Sería negativo que el ministro Lavagna dejara el gabinete”

El gobernador bonaerense dice que forma parte del proyecto del Presidente, que en 2005 habrá frente común, posiblemente tras CFK, y que espera mayor apoyo de los legisladores provinciales a su gestión. Los ministros con quien más coincide, las diferencias con Chiche Duhalde.

Por Sergio Moreno
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El Felipe Solá que atiende en la tarde del viernes a Página/12 no es el mismo de antes. Ahora, el gobernador bonaerense ha atravesado una elección interna del peronismo de su distrito, ha confrontado en algunas comarcas y le ha ido bien. A pesar de eso, ese viernes agobiante que una lluvia repentina no consiguió atenuar recibe a consejeros partidarios que se negaron a asistir al cambio de mando de las autoridades partidarias y al acto de renunciamiento formal de Eduardo Duhalde a la rienda pretoriana de la conducción del peronismo. Este viernes, también había temblores, cimbronazos en el gabinete nacional entre el presidente Néstor Kirchner y su ministro de Economía, Roberto Lavagna. Después de haber recibido al ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, en su despacho, Solá, ya frente al grabador, define. Define que forma parte del proyecto de Kirchner, define que la hipotética salida de Lavagna del gabinete sería negativa, define que quiere un peronismo renovado y que Chiche Duhalde no forma parte de esa renovación, define que le gusta el estilo de Cristina Fernández, define su tenso equilibrio con Juan Carlos Blumberg. Y hay más. Veamos.
Es la seguridad...
–¿Ha mejorado la seguridad en la provincia?
–Hay un cambio en cuanto al vértigo de los hechos y al impacto, que primero es mediático, sobre la gente. Hay mayor actividad policial; desde el punto de vista de la actividad de los delincuentes no ha cambiado mucho en los últimos tres meses... Hay muchos delitos que se frustran, secuestros express, tiroteos, etcétera. De todos modos, las estadísticas arrojan menor cantidad de denuncias (que es lo que miden) o intervenciones policiales. Son como olas. Pero es el secuestro extorsivo lo que marca el ritmo de la discusión sobre la seguridad. Para mí este asunto no ha cambiado en cuanto a cantidad de trabajo cotidiano...
–¿De trabajo de quién?
–Del gobernador.
–¿Qué fue lo que cambió?
–Hay mayor operatividad policial, debido a una combinación de hechos. Primero, mayor presión sobre la policía, mayor control de sus acciones, de la corrupción institucionalizada y de la eficiencia del trabajo. El llamado Com-Stat (Complete statistics) nos permitió analizar el trabajo de cada comisaría de la provincia, mes a mes, y después hacer una síntesis y llamar a los jefes departamentales y a los comisarios para que explicaran esos resultados, sobre todo los malos resultados. Esa presión es fundamental. Ahora, creo que también se les ha dado la posibilidad de una carrera, más abierta a la sociedad, más segura y jerarquizada. La policía tiene la chance de reconciliarse y represtigiarse. No será de un día para otro, pero hay muchos policías que ven esa oportunidad.
–¿Cuánto influyó en esto la coordinación con las fuerzas federales, con la SIDE?
–Siento que he trabajado antes y después (de dicha coordinación). Ahora siento que trabajo con un programa que tiene sus tiempos. Por lo tanto destaco la figura y la labor de León Arslanian y de su equipo, que es quien trajo ese programa. Y también me parece que la relación de los hombres del gobierno nacional con nosotros ha cambiado en términos de valoración de lo que hacemos, a partir de la figura de Arslanian. Allí hubo mayor confianza en muchos, empezando por el Presidente (Néstor Kirchner). Lo digo abiertamente. Tenemos importante colaboración en inteligencia. El fenómeno no se debe tanto a mayor presencia en la provincia sino a mayor inteligencia en casos graves. No hubo hasta ahora colaboración material: en el plan pergeñado por el ex ministro Gustavo Beliz se preveía un fondo para inseguridad donde la provincia de Buenos Aires iba a tener una parte importante; eso no se dio.
–¿Qué pasó?
–A Arslanian se le ha prometido una cifra pero no es la que nosotros esperábamos.
–¿Es menor?
–Sí, mucho menor, es el quince por ciento de lo que queríamos. Era para equipamiento.
–¿Le dieron alguna explicación?
–No, es un tema que tengo para hablar con el Presidente. Digamos que ahí el aumento de la eficiencia se debió a nuestro esfuerzo y a una mejor coordinación de inteligencia con ellos.
–¿Sigue teniendo la sensación de que un nuevo secuestro extorsivo puede tirar todo por la borda?
–No, todo por la borda no. No vamos a dejar nuestro trabajo por eso. Un secuestro nos pone a todos en una situación compleja, de angustia y, cuando se extiende mucho, de impotencia. Pero nos hemos probado a nosotros mismos que podemos rehacer una investigación de la nada, como ocurrió con Patricia Nine, y obtener un resultado exitoso.
–¿Ese caso fue una bisagra en el tratamiento de la inseguridad?
–Tuvimos una fiscalía muy ágil, un juez de garantías que respondía rápidamente a nuestros pedidos de allanamiento, por lo cual pudimos rastrillar, lo que ponía nerviosos a los secuestradores, obligarlos a cometer errores. En esa relación psicológica que hay entre todos los actores cuando se produce y prolonga un secuestro, hay una cantidad de acciones que si uno puede hacerlas generan un cambio en la ecuación de poder. Ahí aparecen las puntas. Me parece importante entender el juego psicológico.
–¿Cómo está su relación con Juan Carlos Blumberg?
–No lo he vuelto a ver desde el 26 de agosto, que fue cuando lo recibí en la Casa de la Provincia. Sé que ha tenido muchas reuniones con intendentes de la zona norte. Yo tengo mucho respeto por él y siempre recuerdo, pase lo que pase, que es el padre de Axel, y Axel fue asesinado en mi provincia siendo yo gobernador. Dicho esto, siento que el ida y vuelta no es igual. El se concentró mucho en desprestigiarnos y desvalorizar nuestro trabajo.
–Encabezó una campaña fuerte contra Arslanian.
–Sí, sí. Y en el caso Nine debimos luchar contra la descalificación permanente que hacía de nuestra intervención.
La política
–Desde hace meses hay un notorio acercamiento entre usted y el Presidente, después de haber mantenido choques públicos no menores. ¿Qué hizo mejorar la relación?
–De mi lado no lo sé porque yo siento que, a excepción de cuando tuvimos un enfrentamiento por la coparticipación, mi predisposición siempre fue buena. Del lado del Presidente hubo un cambio.
–¿En qué lo nota?
–En el trato, en la forma de relacionarse, de acercarse. Noté que se reconocía que yo era un gobernador que siempre lo ha apoyado, como lo apoyé en la campaña, desde el primer día. En un momento dado, allá por el otoño, me sentía excluido y a veces golpeado. Sobre todo con el tema de la coparticipación y ante algunos hechos de seguridad. En abril tuvimos días muy malos. Pero eso ha pasado. Veo ahora una voluntad de integrar la cuestión de gobierno de la provincia de Buenos Aires dentro de una estrategia más grande que tiene el Presidente.
–¿En términos de gestión, de política o de ambas?
–En términos de gestión con resultados políticos. Ahora, tengo muchos problemas presupuestarios, financieros, irresueltos. La Argentina tiene demandas mucho más grandes de las que tenía antes de la crisis del 2002. El coletazo de la crisis no es el empeoramiento de la situación general, es el afloramiento de demandas escondidas. Nos asombramos del buen comportamiento de los ciudadanos en un escenario tan complejo como el del 2002. Hubo una actitud de miedo o respeto ante la posibilidad de anarquía. Pero cuando volvimos a tener un Presidente que se afirmó, un presidencialismo fuerte, argentino, la gente vio un héroe en el Presidente, comenzó a pedir más, a protestar más.
–¿Se siente parte del proyecto político de Kirchner?
–Sí, yo siento que estoy en el proyecto político de Kirchner. Más allá de estilos, siento que arrancamos juntos y yo lo apoyé desde un principio. Creo que el peronismo bonaerense tiene el mérito de haberse jugado por Kirchner y darle el triunfo en la provincia. Kirchner debió armar un gobierno sobre la base de una huida: eso puede facilitar las formas o dificultarlas enormemente, pero Kirchner se movió de forma tal que eso le sirvió de base de sustentación.
–Volvamos al proyecto político compartido...
–Creo que se camina hacia una unidad en las elecciones del año que viene, eso me incluye e incluye al peronismo provincial. Cómo lo interprete el PJ provincial, dependerá de su amplitud.
–El peronismo bonaerense no se ha caracterizado por su amplitud.
–No, es cierto. Se ha caracterizado por su pragmatismo. Hemos tenido un partido sectario, muy muy endógeno, muy poco abierto a la sociedad, ha sido un partido muy cerrado, con un liderazgo de Duhalde que viene desde lejos, cuyos herederos tienen una falta de creatividad y de vocación de abrirse a la sociedad muy grande.
–Estamos haciendo este reportaje en el momento en que Duhalde renuncia a la conducción del PJ bonaerense, en un acto al cual usted no fue (el viernes pasado).
–No fui a ese acto porque no participé en la forma en que se resolvió eso. Además, todos saben que yo me dedico más a la gobernación que a las cuestiones partidarias. Debí haber sido invitado a participar, no fue así. De todas maneras, con gobernar tengo bastante. En el partido, un grupo de consejeros coparon la nueva distribución de cargos partidarios, lugares estratégicos, de una manera prepotente y antidemocrática. Otros varios consejeros me vinieron a ver para decirme lo que pasaba y entonces llamé a Duhalde y le planteé el desacuerdo, y que siendo gobernador merecía otro trato y un apoyo mucho mayor del partido y no lo tenía.
–¿Qué le respondió?
–Que lo comprendía, que me había tocado la etapa más difícil para gobernar, que él sabía lo que era eso. Su discurso (del acto) me llenó de satisfacción, cuando dijo que el primer deber de un militante del partido era apoyar al gobierno provincial y nacional, cotidianamente.
–¿Usted es de esos dirigentes que diferencian a Duhalde del duhaldismo?
–Sí, claro. El grado de madurez que le ha dado ser gobernador y presidente es muy diferente. Lo que está haciendo en el Mercosur es muy importante, y se siente un poco padre de muchos dirigentes que lo reclaman o lo consultan. Lo puedo entender, nadie deja a su tropa desguarnecida. Pero creo que su retiro paulatino es cierto. Ahora el justicialismo de la provincia no tiene vueltas: tiene que jugarse por Kirchner, abrirse a la sociedad y jugarse por su gobernador.
–¿Va a respaldar a Cristina Fernández de Kirchner?
–No puedo apoyar a quien todavía no es candidata, pero pretendo un cambio. Como peronista bonaerense pretendo un cambio de métodos, de actitudes, una nueva renovación y mucho más apoyo.
–Usted construyó una línea interna y, allí donde hubo pelea, confrontó con el duhaldismo en las últimas elecciones del PJ. ¿Por qué lo hizo recién ahora?
–Durante tres años no construí una línea interna. Pero lo único que hice es tratar de que algunos no se quedasen con todo prepotentemente. Me indigna la prepotencia. Son abusos.
–Usted habla de una necesidad renovación. ¿Involucra en ella a Hilda “Chiche” Duhalde?
–De mis dichos se interpretaron muchas cosas. En el caso de Chiche dije que su estilo de militancia era más antiguo. Cristina concibe una cosa más internacional, algo más ligado a los sectores de la cultura. Chiche concibe más la militancia social, que es más histórica del peronismo. No era un juicio de valor, sino un adjetivo para calificar un estilo. ¿Quién soy yo para calificar qué es viejo y qué es nuevo? También dije que quiero un cambio. Me parece que la conducta de Chiche se puede juzgar políticamente: ella da una batalla, camina, trabaja...
–¿Chiche puede encarnar el cambio que usted quiere?
–Pretendo un cambio con una apertura mayor a la que ella normalmente ha ofrecido, pero digo que es una mujer muy inteligente, es más inteligente que lo que su temperamento le permite mostrar. Creo, también, que es una persona que tiende a trabajar con poca gente, a cerrar. Ahora, tiene posturas interesantes y hasta valientes: por ejemplo, su posición sobre educación sexual.
–¿Y Cristina Fernández (CFK)?
–Cristina ha sido una militante muy importante y lo sigue siendo, sólo que ahora es una militante en el poder. La Cristina bonaerense todavía no apareció.
–¿Cuándo debería aparecer?
–Es una decisión exclusiva de ella.
–Bueno, usted es el gobernador de la provincia donde dice que va a competir.
–Me parece bien que no se hagan campañas largas.
–¿Le gusta el estilo CFK?
–Lo mejor de su estilo es que lo muestra poco. Ella es combativa, toma temas, los trabaja mucho pero ha dejado que su marido sea la figura principal y no cruzarse, achicar su presencia (de ella).
Porvenires
–¿Qué va a hacer en el 2005?
–Quiero, espero, que se afirme el gobierno provincial, que es un gobierno popular, de posiciones populares en muchos temas, y que tiene éxito. Vamos a elegir legisladores: espero que esos legisladores tengan más comunicación con el gobernador y que compartamos un mismo lenguaje, vinculado a la gestión.
–Los legisladores no lo han acompañado en sus iniciativas políticas.
–En todo lo que ha sido tratar de innovar, no me acompañaron. En lo demás, sí.
–¿Qué es lo demás?
–En leyes que el gobierno necesitaba, emergencia, etcétera. Pero en innovación, no. Ahora noto una cierta tendencia que tiene un impacto presupuestario que el gobierno no puede afrontar, y las debe vetar. Eso es no apoyar al gobierno. Noto que la posibilidad con los legisladores siempre está, pero siempre tengo que empezar de cero.
–¿Por qué?
–Con excepción de algunos, no hay vocación de trabajar en conjunto. Muchos de esos legisladores son los que han operado para tener un partido chiquito y cerrado.
–¿Por quién lo dice?
–Concretamente por la diputadora.
–¿Cómo se ve usted en 2007?
–Quiero caminar hacia la formación de un sector político que sea cada vez más grande y que pueda intervenir en 2007 en las definiciones que haya que tomar respecto de cómo sigue el rumbo. Mientras se construye eso, se gobierna.
–¿Se siente cercano a algún dirigente, extramuros de la provincia?
–Estoy cerca del pensamiento de algunos ministros, de la mirada que tienen sobre el tema...
–¿Qué ministros?
–Me gusta la forma de trabajar de ministros muy diferentes. Desde el punto de vista político, Julio De Vido trabaja bien, sabe cómo acercarse, cómo trabajar, tiene muchos galopes diferentes. Hay buenos ministros políticos, Ginés González García es uno de ellos. Aníbal Fernández es un hombre muy capaz, pero yo lo veo demasiado encerrado en su propio futuro, pero es muy capaz, trabajé con él.
–¿Y Roberto Lavagna?
–Lavagna es el mejor negociador que ha tenido la Argentina en muchísimos años.
–En estas últimas dos semanas se produjeron fuertes enfrentamientos entre Lavagna y el Presidente. ¿Qué opina de esa situación?
–Lavagna ha hecho un trabajo impresionante, me saco el sombrero. ¿Qué pasa entre el Presidente y su ministro? En este país, la razón la tiene siempre el Presidente. Opinar sobre qué deba hacer un presidente con su ministro es muy difícil. La tarea de Lavagna está a la vista de todos. Ahora, un ministro es un ministro, no un presidente.
–¿Cómo evalúa la posibilidad de que Lavagna deje el gabinete?
–Sería negativo que Lavagna dejara el gabinete. Lo que pasa es que en la Argentina hubo dos ministros de Economía que fueron populares: Cavallo fue en su momento, créase o no, un ministro popular; después pasó lo que pasó. Y Lavagna es un ministro que tiene altos niveles de estima, según dicen las encuestas. Eso da lugar a que se intente reproducir aquel Menem-Cavallo, pero no es así, hoy no lo es. Si un ministro de Economía juega a la política y eso se ve, está perdido. Yo soy un hombre político: el Presidente es el jefe. Lo de Lavagna es una revelación muy positiva e inesperada, inesperada para lo que fue la Argentina en abril del 2002.

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