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El país|Jueves, 6 de enero de 2005
OPINION

Tierra de nadie

Por Horacio Verbitsky

Juan José Alvarez asumirá por apenas 90 o 120 días como interventor del área de justicia y seguridad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El ex intendente de Hurlingham no cambiará de distrito ni permanecerá más allá de la emergencia en el gabinete de Aníbal Ibarra. Su designación fue aprobada por el presidente Néstor Kirchner, con quien se reunió ayer al mediodía. Antes de encontrarse con Ibarra, Alvarez fue al hospital donde sigue internado el novio de su hija, quien el 30 de diciembre fue retirado inconsciente de República Cromañón. El le pidió que aceptara el desafío.
Como ministro de Seguridad, Justicia y Derechos Humanos, Alvarez chocó con los zatillos, guadarneses y coquinarios de palacio, Alfredo Atanasof, Eduardo Amadeo, Carlos Soria y Miguel Toma, y con los gobernadores José De la Sota, Rubén Marín y Juan Carlos Romero, entusiastas de la mano dura contra la movilización social. La matanza del 26 de junio de 2002 en Avellaneda le dio la razón y obligó al senador Eduardo Duhalde a acortar su interinato al frente del gobierno nacional. Durante su gestión comenzó la política preventiva, con grandes vallados y policías sin armas, que Kirchner profundizó en 2004 luego de los desbordes frente a Repsol y la Legislatura. También enfrentó con éxito la ofensiva del ministro de Defensa y del jefe del Ejército de entonces, Horacio Jaunarena y Roberto Brinzoni, para policializar a las Fuerzas Armadas. Esta afinidad conceptual con Kirchner pudo más que los desentendimientos nacidos cuando se trataba de definir la fórmula presidencial justicialista para 2003 y atizados por su sucesor ministerial, Gustavo Beliz.
El mes pasado, Alvarez fue sondeado por Mauricio Macri como posible cabeza de lista en la provincia de Buenos Aires. Pidió una audiencia con el jefe de gabinete Alberto Fernández y le comunicó que no quería ser instrumento de la derecha contra el gobierno, pero que necesitaba saber si tendría espacio allí donde prefería estar. La respuesta fue afirmativa, y ayer se concretó en un encargo de alto riesgo.
El proyecto que mañana presentará a Ibarra incluye medidas de prevención, tan obvias que ni merecen enunciarse, y otras de fondo, como la transferencia definitiva de la porción metropolitana de la Policía Federal a la jurisdicción porteña. Así se suprimirá la tierra de nadie en la que prosperaron el descontrol imperdonable y su consecuencia, la muerte.

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