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El país|Sábado, 26 de febrero de 2005

Luciano Benjamín Menéndez tuvo que huir bajo una lluvia de huevos

El represor del Tercer Cuerpo de Ejército se negó a declarar en Salta en la causa por la masacre de las Palomitas. Lo escracharon.

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Luciano Benjamín Menéndez cumple prisión domiciliaria.
“¡Traidores, viva la Patria!”, gritaron desde el interior del automóvil donde se refugiaba Luciano Benjamín Menéndez. En la calle, un grupo de familiares de víctimas de la represión abucheaba al represor. El vehículo se retiró bajo una lluvia de huevos. El escrache ocurrió ayer, en la puerta del Juzgado Federal de Salta, donde el ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército fue citado a declarar por la masacre de las Palomitas. Era la primera vez que Menéndez debía dar explicaciones por este hecho y se negó a declarar.
Al igual que en otras oportunidades, desconoció la justicia civil y sostuvo que sólo aceptará ser juzgado por un tribunal militar. Tal desconocimiento no impidió a su abogado defensor, Miguel Escudero, solicitar al juez para su cliente el beneficio de la prisión domiciliaria. El represor, mayor de 70 años, cumple en la actualidad arresto bajo ese régimen, por otra investigación por cuatro desapariciones. Por eso ayer lo trasladaron a Salta en calidad de detenido y con custodia policial.
Menéndez está implicado en la masacre de las Palomitas por su posición en la cadena de mandos, dado que la Guarnición del Ejército Salta, que ejecutó los crímenes, dependía del III Cuerpo de Ejército donde él mandaba.
Los asesinatos ocurrieron en julio de 1976, cuando la dictadura fusiló a 12 presos políticos detenidos en Salta. Ocho de los doce asesinados tenían causa judicial. Habían caído en prisión antes del golpe militar y estaban alojados en el pabellón E del penal de Villa Las Rosas, una construcción relativamente nueva que alojaba solamente a presos políticos. Con la llegada al poder de la dictadura, sus condiciones de detención cambiaron drásticamente, ya que Menéndez dispuso que aquellos presos políticos a los que calificaba de subversivos debían estar aislados e incomunicados.
La noche del 6 de julio una patota del Ejército los sacó de la cárcel y los subió a un camión para llevarlos a la localidad de Palomitas, donde fueron fusilados. La versión oficial dijo que hubo un intento de fuga.
En la investigación judicial, a cargo del juez Miguel Medina, hay constancias de que la orden de traslado de los presos vino de “la superioridad” del jefe de la Guarnición Salta, el coronel Carlos Alberto Muhall.
Muhall está procesado en relación con este hecho, como así también quien retiró a los prisioneros del penal y los entregó a la comitiva que los llevaría a las Palomitas, el capitán retirado Hugo Espeche.
Menéndez fue jefe del Tercer Cuerpo de Ejército entre 1975 y 1979. En la década del ’80 estuvo a punto de ser juzgado en más de 700 acusaciones de homicidio calificado, tormentos seguidos de muerte, torturas, privaciones ilegítimas de la libertad y robo de menores. El indulto de Carlos Menem en 1989 permitió su sobreseimiento.
Tuvieron que pasar más de doce años para que la causa de Palomitas pudiera ser reabierta, luego de que el juez Medina y la Cámara de Apelaciones de Salta declararan la inconstitucionalidad de la Obediencia Debida y el Punto Final. Aún así, todavía no hay una resolución de fondo, ya que la Corte Suprema debe expedirse sobre el tema.

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