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El país|Viernes, 15 de abril de 2005
EL CANCILLER DE ALEMANIA GERHARD SCHROEDER,
INTEGRANTE DEL G-7, LE DIO SU APOYO A KIRCHNER

Ni un chiste alemán provoca tantas sonrisas

En lo que será el punto central de su visita a Alemania, el presidente Kirchner se reunió ayer con el canciller Schroeder. Tanto en privado como en público, el premier alemán respaldó el rumbo adoptado por el gobierno argentino. Aclaró que habían instruido a sus ministros para que acercaran posiciones en los temas financieros “que no son fáciles”. Kirchner le agradeció.

Por Sergio Moreno
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El presidente Kirchner y el canciller Schroeder se mostraron como buenos amigos y ofrecieron una conferencia de prensa conjunta.
“Hablamos sobre los periodistas, pero acordamos no contar lo que dijimos.” El canciller alemán, Gerhard Schroeder, estaba contento y se permitió chancear ante la prensa de ambos países que esperaba la conferencia que él, junto al presidente argentino, Néstor Kirchner, ofrecerían tras el almuerzo que mantuvieron y la reunión reservada entre ambos y la senadora Cristina Fernández. “El rumbo emprendido por Argentina para obtener estabilidad política y económica es el correcto”, afirmó el canciller que, momentos después, dijo lo que sonó a mil para los oídos de la delegación criolla: “En temas de finanzas, que no son muy fáciles, vamos a intentar solucionarlos con espíritu de amistad en lo referente al Fondo Monetario Internacional y a lo bilateral”, disparó. “Alemania comprometió su apoyo a la Argentina en toda la línea”, interpretó luego el canciller argentino, Rafael Bielsa, uniendo las palabras de Schroeder con las que poco después les expresaría el presidente alemán Horst Koehler (ver página 4).
La reunión fue al mediodía de un soleado Berlín primaveral, en el palacio de la Cancillería Federal alemana (que aquí no es el Ministerio de Relaciones Exteriores sino el equivalente a las oficinas de un primer ministro), sitio que concentra la Casa de Gobierno y la residencia presidencial. El ultramoderno edificio de la calle Willy Brandt Strasse 1 hace diagonal con el viejo Reichstag, actual Bundestag, y se encajona frente al río Spree, que atraviesa toda la capital.
Schroeder retrasó una hora la reunión de ayer. Estaba en el Bundestag discutiendo sobre la ley que permitiría levantar el embargo de venta de armas que pesa sobre China. El canciller, socialdemócrata, quiere vender armamento militar alemán a la principal potencia asiática; los verdes, aliados a su gobierno, se oponen por principios. La oposición, los conservadores del CDU, hacen su trabajo y se opone. Estados Unidos también. Schroeder no da el brazo a torcer y sigue debatiendo.
Una hora después de lo previsto, el primer ministro llegó a la cabecera de la alfombra roja. Minutos después, con precisión alemana, ingresó la caravana que traía al Presidente argentino. En esos momentos, un barco de paseo atravesaba el Spree. En su costado llevaba una inscripción, “Pinguin”. “Estos alemanes piensan en todo”, bromeó un integrante de la delegación argentina.
Tras sonar los himnos (el alemán fue escrito en 1841 y tiene música de Haydn) y efectuarse los honores militares –vale destacar que escuchar uniformados alemanes dando órdenes marciales sigue siendo una experiencia conmocionante–, los miembros de ambos gobiernos fueron a almorzar. Tras el almuerzo, Schroeder se reunió a solas con Kirchner y su esposa, la senadora Cristina Fernández. Había sido un pedido del canciller alemán. La reunión se extendió por 30 minutos, 20 más de lo previsto.
Posteriormente, ofrecieron breves declaraciones a la prensa. Los conceptos salientes de Schroeder fueron los siguientes:
- “Con el presidente Kirchner (que en alemán se pronuncia “Kirjner”) nos conocemos hace mucho. Hemos tratado temas bilaterales de política y economía”.
- “No tenemos problemas de política”.
- “Argentina es para nosotros uno de los socios más importantes en América latina”.
- “Respeto los grandes logros que consiguió el presidente Kirchner en pos de la estabilidad económica y política. El rumbo emprendido por Argentina para obtener estabilidad política y económica es el correcto”.
- “Acordamos mantener la voluntad de continuar las negociaciones entre la Unión Europea y el Mercosur. Tuvimos problemas para firmar un tratado por las trabas agropecuarias, pero Alemania no fue uno de los países que planteó esos problemas. Esperemos que en 2005 se retomen esas negociaciones”.
- “En los temas de finanzas, que no son muy fáciles, vamos a intentar solucionar con espíritu de amistad lo referente al FMI y a lo bilateral”.
- “Hemos instruido a nuestros ministros de Hacienda para que traten de buscar una solución para el FMI y lo bilateral”.
A su turno, Kirchner expresó lo siguiente:
- “Los argentinos siempre le vamos a agradecer haber sido el único que estuvo en la Argentina cuando explotó la crisis”.
- “Hemos tratado temas de política internacional, organismos internacionales y bilaterales”.
- “El Gobierno quiere agradecerle la política de solidaridad que ha tenido y tiene con la Argentina, su comprensión y su apoyo. También, la actitud solidaria del empresariado alemán en la Argentina”.
- “Quedamos de acuerdo en que ambos ministros de Economía profundicen lo que hemos charlado respecto de los asuntos multilaterales y bilaterales y tomen forma definitiva”.
- “Me siento complacido por la voluntad de Schroeder de profundizar las relaciones UE-Mercosur. Si logramos transmitir al resto de los países el espíritu de esta reunión, se acercarían muchísimo a la posibilidad de un acuerdo”.
- “Agradezco al canciller y al pueblo alemán la solidaridad con Argentina en los momentos más angustiantes que nos tocó vivir en esta época”.
- “Y también quiero agradecer el apoyo que hemos recibido y el que recibiremos en la próxima década”.
La última frase despertó las risas del alemán y su gabinete, que planean su reelección al cargo.
A solas
Las frases precedentes son las que ambos mandatarios emitieron públicamente. A solas, en el almuerzo, ambos conversaron de los temas que más o menos confesaron en la rueda de prensa. La convicción de los funcionarios argentinos es que la reunión salió “de uno a diez, diez puntos”, según las palabras de un miembro del gabinete que conoce bien el pensamiento presidencial.
Siguiendo esta interpretación, Alemania ha demostrado que quiere tomar la iniciativa en la relación bilateral y regional. Después de ver la forma en que se han involucrado el español José Luis Rodríguez Zapatero y el francés Jacques Chirac, Schroeder no quiere perder protagonismo en el asunto. “A los alemanes no deja de sorprenderles gratamente la tasa de crecimiento que alcanzó Argentina en estos dos últimos años (8,7 por ciento en 2003 y 9,1 por ciento en 2004). Schroeder estuvo en Buenos Aires en enero de 2002 y vio la explosión del país. Ahora cree que la recuperación se asemeja a un milagro”, especulaban dos funcionarios que habían intercambiado opiniones con Kirchner tras el encuentro con el canciller germano.
Al Presidente le impresionó el nivel de detalle y conocimiento que Schroeder demostró tener sobre la economía y la política argentinas. Ante la requisitoria puntual del alemán, Kirchner se lanzó a detallar con minuciosidad de entomólogo el decurso de los indicadores económicos y sociales del país, discurso que le dio pie para entrar en el tema de la deuda y del canje de los bonos en default. “Yo sé que mi posición no es simpática para algunos”, encaró el patagónico y terminó reafirmando que no abrirá lo que fue cerrado y apoyado por el 76 por ciento de los bonistas que ingresaron a tiempo al canje. “No se va a abrir mientras dure mi gobierno”, le reiteró al alemán algo que seguramente leyó en los informes que le hace su embajada en Buenos Aires y a los consejos que suele acercarle el CEO de Volks-wagen en Argentina, Víctor Klima, de buena llegada al gobierno argentino y al canciller germano.
Kirchner le dijo que su capacidad (la de Schroeder) de comprensión del tema era bienvenida y a la vez muy diferente de la que demostraban las líneas burocráticas del FMI, empeñadas, según colige el mandatario, en impedir que Argentina salga de la crisis con una receta propia. “El Fondo mostró a la Argentina de los ’90 como su mejor alumna. Si aceptase que tome otro camino para resolver la crisis, sería como una especie de confesión de sus errores. Eso no lo van a aceptar y van a entorpecer cualquier intento autónomo del país”, especuló Kirchner ante un Schroeder que escuchaba atentamente.
Según relataron calificadas fuentes de la comitiva argentina, el primer ministro germano no preguntó en ningún momento por los bonistas que quedaron fuera del canje, dijo que el proceso fue exitoso, con una muy alta aceptación y no presentó ninguna queja.
Kirchner le planteó, entonces, el acuerdo al que le gustaría llegar con el Fondo Monetario –que ya fue adelantado el miércoles por Página/12–: una renegociación del capital a dos años, pagando en ese período sólo intereses. Ambos mandatarios acordaron enviar a negociar a sus hombres de Economía para “hacer el ajuste fino” al tema en el que ellos habían llegado a un acuerdo político.
El germano le sugirió que, en la reunión que Kirchner mantendría horas después con el presidente alemán, Horst Koehler, le contara todo su parecer sobre la tensión con el Fondo. Schroeder cree que Koehler, por haber sido titular del organismo de crédito, aún mantiene su influencia. “El apoyo alemán fue indudable”, se entusiasmaban los funcionarios argentinos que dejaron a manos de los ministros del área la concreción de su letra chica.
Schroeder planteó un par de cosas que, según las fuentes consultadas por Página/12, implicaron más gestos de simpatía del canciller. Primero, dijo que visitaría la Argentina entre octubre y fin de 2005 (en la reunión que posteriormente mantuvieron el canciller Rafael Bielsa y su par alemán, Joschka Fischer, acordaron que Schroeder viajará a Buenos Aires en diciembre). Segundo, propuso realizar una cumbre de jefes de Estado del Mercosur y cuatro de la UE, a saber: él, Chirac, Rodríguez Zapatero y el inglés Tony Blair (en la reunión entre Bielsa y Fischer se acordó que la reunión se haría en España, después del 25 de mayo, día en que hay elecciones en Gran Bretaña). Kirchner estaba más que conforme (ver página 4).
El tema de Siemens no formó parte de la conversación. Cuando ambos contertulios hablaron de los asuntos económicos bilaterales, se referían a las 200 empresas de capitales alemanes que están radicadas en la Argentina. No hubo temas conflictivos en la charla.
Se planeó por el asunto de la reforma del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas donde ambos países sostienen posiciones encontradas (Alemania quiere ingresar como miembro permanente, para lo cual se ha asociado a Brasil, que pretende lo mismo; Argentina sostiene que debe haber una banca permanente para la región y que el que se siente debe ser votado por sus pares). Pero ambos aclararon lo que pretendían a modo informativo.
La jornada con el político que toma las decisiones centrales de este país (el cargo de presidente que ostenta Horst Koehler es protocolar) fue beneficiosa para Kirchner que hoy abandonará Berlín para tomar una agenda de un día y medio en Munich y así culminar con su visita a Alemania.
Ahora Schroeder deberá sumar su voz junto a la de Estados Unidos, Canadá y Francia para que el G-7 (que toma decisiones por consenso) defina una postura sobre el canje de la deuda y empuje al FMI a llegar a un acuerdo con la Argentina.

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