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El país|Sábado, 11 de mayo de 2002
BRASIL ANTE EL RIESGO DE UN ATAQUE FINANCIERO

Latinoamérica como un todo

Por Claudio Scaletta
La caída del comercio intrarregional junto a las posibilidades del triunfo electoral de una alianza de izquierda agravaron los indicadores financieros de Brasil. Los datos muestran que, aunque no se trate solamente del efecto derrame de la crisis argentina, para el capital financiero internacional la región comienza a ser percibida como un todo.
Durante el primer trimestre de 2002, Argentina registró un superávit comercial con el Mercosur de 958 millones de dólares. Las exportaciones a la región fueron de 1537 millones, en tanto las importaciones alcanzaron los 577 millones. Estos números significaron caídas del 19 y del 65 por ciento, respectivamente. Para Brasil, destinatario del 90 por ciento del comercio regional, esto se tradujo en un déficit comercial en torno de los 850 millones, una fuerte baja de las exportaciones y una disminución algo menor de las importaciones.
El efecto de este déficit agravó para el socio mayor los problemas que ya registraba su cuenta corriente. Durante los primeros meses de 2002 se había producido una sensible disminución de la entrada de capitales que, ya sobre el final del primer tercio del año, se transformó en salida. Aunque la economía real no fue ajena al problema, el rol jugado por el capital financiero internacional fue central. El proceso en desarrollo tiene nombre: “efecto Lula”, la posibilidad de que ocupe la presidencia de la república un candidato –Luis Inácio “Lula” da Silva– que puede interferir con las políticas pro mercado. Desde entonces, se puso en marcha una secuencia que, luego de la crisis de Argentina y de Venezuela, puede definirse como “clásica” para los mercados emergentes. Sus pasos son los siguientes:
- Los bancos de inversión bajan la calificación de la deuda soberana y sube el riesgo país.
- Los inversores comienzan a abandonar sus posiciones en la región y desatan los problemas de cuenta corriente.
- Sube la tasa de interés y comienza la presión sobre el tipo de cambio.
- La devaluación provoca inflación y se genera descontento entre los asalariados.
Pero la particularidad del caso brasileño es que la baja en la calificación no se debió sólo al agravamiento de la economía real o de la situación de la deuda, como en Argentina, sino a la posibilidad de que acceda al poder una alianza de sectores de izquierda. Además, el descontento generado por la inflación, todavía contenida, podría producirse antes y no después de las elecciones. El tipo de cambio, que a principios de año rondaba los 2,32 reales por dólar, cerró ayer a 2,5 y se especula que podría ser llevado por “el mercado” a un valor de 2,8. Según se informó ayer, la inflación se aceleró. En abril fue del 0,8 por ciento, acumulando un 2,3 por ciento en lo que va del año.
Según declaró en Río de Janeiro el analista de la Fundación Getulio Vargas, Lauro de Faria, “los mercados entraron en una fase de pesimismo y agitan el espectro de Lula para empujar el real a la baja, vender los títulos brasileños y embolsar los beneficios”. Este es el contexto en el que “el inversionista típico diversifica sus colocaciones y disminuye el paquete en Brasil en función de la incertidumbre ante las elecciones presidenciales”, sintetizó Faria.
De acuerdo con la opinión de los analistas consultados por este diario, si Brasil hubiese concedido un crédito puente para que Argentina cumpla obligaciones con el Banco Mundial, se habría dado una pésima señal a los mercados. Con ello, el riesgo país habría aumentado retroalimentando la secuencia. El capital financiero internacional no distingue entre los países de la región. Cada vez más, a medida que comienzan a percibirse los efectos sobre las economías reales, la región es percibida como un todo, sea Venezuela, Brasil o Argentina. O tal vez porque son los tres.

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