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El país|Sábado, 30 de abril de 2005
OPINION

Pragmatismo

Por Horacio Verbitsky
Hace dos años Cristina Fernández de Kirchner inició la campaña electoral en La Rioja junto con Jorge Yoma y Henry Sánchez, los candidatos locales a la gobernación y a la intendencia por el Frente con Todos, creado para enfrentar al menemismo. Los avisos publicados entonces en el diario El Independiente invitaban también a un “Encuentro de la sociedad civil” para construir una Argentina en serio y concluían con la consigna “Kirchner presidente”. El gobierno provincial respondió con otro aviso. “Rompamos la nueva Alianza. Vote la única boleta peronista.” Firmaban los candidatos: Carlos Menem a presidente, Angel Maza a gobernador. Kirchner ganó la presidencia, Maza la gobernación y esta semana el arquitecto Sánchez fue designado rector de la Universidad Nacional de Chilecito, según anunció el secretario de políticas universitarias Juan Carlos Pugliese (h.), en presencia de Yoma.
No es tan claro que vaya a asumir el cargo, porque Maza está presionando al gobierno nacional para que no ratifique el nombramiento. El argumento es que Sánchez tiene antecedentes penales. Es cierto: entre 1976 y 1979 recorrió las cárceles de La Rioja, La Plata y Sierra Chica, luego de ser cesanteado como presidente del Instituto Provincial de Vivienda y Urbanismo, por su militancia en el Partido Auténtico, creado por Montoneros en el momento de la disputa política con Isabel Martínez de Perón, quien lo declaró ilegal. En aplicación de ese decreto, el juez federal de la dictadura, Roberto Catalán, le dictó la prisión preventiva en 1977, por asociación ilícita. Su hijo, Roberto Catalán, es el secretario general de la gobernación de Maza, el mismo cargo que Sánchez ocupó durante la dictadura del general Juan Carlos Onganía, cuando Eduardo Menem fue ministro de gobierno y Buby Nazareno jefe de policía.
Sánchez es uno de los políticos riojanos que rompió con el menemismo. Pero no ahora, como Maza, ni en 1999, como Jorge Yoma, sino en 1988, cuando Menem gobernaba la provincia y ni siquiera había obtenido la candidatura presidencial del PJ. Sánchez, que era diputado provincial, redactó un informe en el que denunciaba incapacidad, abulia e irresponsabilidad en la administración pública, deterioro de la carrera administrativa provocada por el Estado al designar nuevos empleados salteando capacidad, jerarquía y antigüedades, cobertura de espacios por nuevo personal no capacitado y falta de disciplina y responsabilidad de los empleados designados por ser militantes del justicialismo. Al describir lo que ya entonces llamaba proceso de descomposición, sostenía que la casa de gobierno riojana “fue una agencia de colocación de empleos”, lo cual “trajo el envilecimiento de las fuerzas activas, de los brazos cosecheros, de los regadores, de los albañiles, de los pobladores”, por la proliferación del “trabajo acomodaticio”. A partir de ese año, Sánchez no tuvo nuevos cargos públicos y se volcó a su profesión. El veto a su designación en un cargo universitario por haber sido un preso político de la dictadura parece un exceso de pragmatismo.
Batir a Menem en su propio territorio es un objetivo político legítimo. Es posible, aunque no seguro, que con aliados como el eterno oficialista Maza puedan ganarse elecciones, en ese y en otros distritos. Al fin de cuentas, también Raúl Alfonsín y Carlos Menem consiguieron plebiscitar sus gobiernos en 1985 y 1991. Renovar la política es otra cosa.

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