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El país|Miércoles, 8 de junio de 2005

Estados Unidos se llevó el monitoreo a la Casa Blanca

Por la oposición de un grupo de países entre los que figuró Argentina, Estados Unidos no consiguió que la Asamblea de la OEA creara un mecanismo de monitoreo para las democracias.

Por Fernando Cibeira
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Rafael Bielsa y Jorge Taiana, ayer, en la OEA.
Debido a la resuelta oposición de un grupo de países de la región, que incluyó a la Argentina, Estados Unidos fracasó en su intención de colar en la declaración final de la Asamblea General de la OEA el controvertido mecanismo de monitoreo de las democracias, tildado de intervencionista. Como premio consuelo, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, podía exhibir la resolución en la que se aceptaba que debían establecerse pautas para que tenga un sentido más práctico la Carta Democrática Interamericana que, pese a las recurrentes crisis continentales, casi nadie utiliza.
La crisis boliviana convirtió a la Asamblea de la OEA que cerró ayer en Fort Lauderdale en una especie de reality donde los temas se debatían en una pantalla al mismo tiempo que sucedían en otra (ver página 16). Estados Unidos llegó a la reunión tratando de imponer un “mecanismo de supervisión” que resultara mucho más expeditivo e inconsulto al momento de socorrer a los gobiernos democráticos en serios problemas, como el caso de Bolivia.
La iniciativa fue considerada por los países progresistas de la región como intervencionista, con Venezuela a la cabeza de la oposición. Los norteamericanos sólo consiguieron la adhesión de Canadá, Chile, Perú y de los países centroamericanos.
En forma paralela, buscó dotar al secretario general de mayores poderes y a las organizaciones civiles de un estatus más gravitante dentro de la Asamblea. Los gobiernos progresistas de la región consideraron que todas las propuestas giraban tras el mismo objetivo de convertir a la OEA en un instrumento de la política exterior norteamericana en la región y que le sirviera para actuar sobre los gobiernos opuestos a sus intereses.
Sin quórum, Estados Unidos debió resignar posiciones. Anoche se seguía negociando la declaración final, pero si se tomaba como base la resolución que ya había sido consensuada a duras penas, no se hablaría de ningún mecanismo, ni habría mayores poderes para el secretario general de la OEA ni ascensos para las asociaciones civiles.
“Si hablamos de esos puntos específicos, habría que considerar que Estados Unidos perdió”, evaluaba anoche un integrante de la comitiva argentina que viajó hasta Florida. La posición de la delegación que encabezaron el canciller Rafael Bielsa y el vicecanciller Jorge Taiana se mantuvo dentro de quienes rechazaron la iniciativa norteamericana, pero a la búsqueda de una alternativa que conciliara los deseos de uno y otro sector.
La resolución que los diplomáticos argentinos imaginaban como base de la tan discutida declaración final establecía, en su párrafo más importante, lo siguiente: “Encargar al secretario general que luego de consultar al Consejo Permanente y teniendo en cuenta la Carta Democrática de la OEA elaborara propuestas de iniciativas para colaboraciones oportunas, graduales y eficaces a fin de abordar las situaciones que pudieran afectar el desarrollo del sistema democrático o el legítimo ejercicio del mismo”.
Traduciendo el engolado idioma de la diplomacia, deja en claro que el secretario general de la OEA no puede actuar libremente sino luego de consultar al Consejo Permanente, en el que están representados todos los países. Tampoco hay nada parecido a un monitoreo o un examen de la excelencia democrática de cada país. Eso sí, Estados Unidos consiguió introducir la preocupación por el desarrollo de las democracias de la región. En Bolivia, en tanto, renunciaba el presidente.

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