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El país|Jueves, 9 de junio de 2005
LA CONDICION QUE PONE KIRCHNER PARA NEGOCIAR CON DUHALDE

Un pequeño sacrificio

En la Casa Rosada sostienen que el caudillo debe hacer un gesto para que haya acuerdo: bajar la candidatura aún no oficializada de su esposa, Hilda “Chiche” González de Duhalde.

Por Sergio Moreno
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–Si quiere acordar, si quiere sentarse a hablar, Duhalde tiene que hacer un gesto –dice el alto funcionario de la Casa Rosada.
–¿Qué gesto? –pregunta Página/12.
–Debe bajar la candidatura de Chiche Duhalde. Para acordar, no debe tener espíritu de confrontación, ergo, no debe tener candidatos.
El diálogo que abre este texto se produjo ayer en la Casa de Gobierno, entre este cronista y uno de los principales ingenieros electorales del Presidente. Da cuenta de varios aspectos de la evaluación que el oficialismo hace sobre la situación generada a partir de la puja de poder desatada entre Néstor Kirchner y su antecesor, Eduardo Duhalde: 1) que el Presidente se siente fortalecido, con chances de ganar y decidido a ir por fuera del PJ bonaerense –ayer mismo anotó al Frente para la Victoria como su herramienta electoral para octubre–; 2) la debilidad relativa del caudillo de Lomas de Zamora, malherido por la tumultuosa diáspora de sus punteros al bando kirch-
nerista; y 3) la convicción, en ambos campamentos, de que ni siquiera un prodigio inesperado puede torcer el destino que favorece al patagónico.
El propio Duhalde, que se apresta a conducir su diezmada tropa a una derrota, es consciente –según confían en la Casa Rosada– de su situación. “Duhalde está triste, enojado. Sabe que va a perder estrepitosamente, lo sabe desde hace ya bastante tiempo. Ahora es peor: el éxodo es tremendo. Los intendentes se preguntan hasta dónde quiere llegar Duhalde, si no les está pidiendo un sacrificio desmedido”, comenta un habitante del primer piso de la Rosada que suele conversar con el caudillo bonaerense.
La fuente, un kirchnerista que aboga por construir un consenso con el ex presidente, considera que esa debilidad puede tributar a tal empresa, en la medida que prime el sentido común en el juicio del caudillo. Como dudando de ello, recapitula: “El Negro –como sus allegados llaman a Duhalde– es un buen estratega, pero últimamente se ha equivocado en cuestiones básicas; antes no lo habría hecho. Por ejemplo, el acoso a Felipe (Solá). Cercarlo, acosarlo en la Legislatura, dejarlo solo era un camino por el cual necesariamente se lo enviaba a la búsqueda de un aliado para contener el embate. ¿Quién sería ese aliado? Kirchner, evidentemente. Además, Solá comenzó atacando al duhaldismo y preservando la figura de Duhalde. Pero Duhalde se metió de lleno en la pelea, al sentirse afrentado, sin medir las consecuencias. Felipe, con toda lógica, se alió a Kirchner y ahora Duhalde debe enfrentar a los dos juntos. ¿Cómo sale esta pelea?”.
Otro arquitecto presidencial abona al concepto citado anteriormente. “¿Cómo hace Duhalde, medio jubilado y sin apoyo político, para batir a los dos hombres más poderosos del país, uno de ellos, el Presidente, con más futuro y poseedor del mayor poder económico de la nación?”, se pregunta retóricamente.
El hombre, ducho en lides peronistas, recuerda anécdotas que marcan el cambio en el signo de los tiempos. “El peronismo –acomete– se ordenó una vez más, todos están detrás de un jefe, uno solo. Pasó siempre: con (Antonio) Cafiero, con (Carlos) Menem, ahora con Kirchner. Pueden putear, les puede gustar o no, pueden estar encantados o creer que éste es el proyecto de sus vidas, pero todos terminan alineándose detrás de un solo jefe. Antes, cuando caminabas por el interior, la primera pregunta era por Kirchner, la segunda era por Duhalde. Ahora no sólo no te preguntan por El Negro, sino que el que antes te preguntaba por él ahora sobreactúa su fe kirchnerista”, relata. Y para rematar, chicanea: “¿Se acuerda del poder bicéfalo? ¿Quién habla ahora de eso? Y eso pasó hace apenas seis meses. No existe más, no hay poder bifronte, hay sólo un jefe, como siempre en el peronismo”.
Este escenario es descripto con frialdad, como midiendo los minutos que restan para la definición del intríngulis (que sucederá dentro de un mes, el 8 de julio, cuando haya que anotar las listas de candidatos en cada distrito). Uno de los hombres que más trajinan la patria monitoreando el armado del kirchnerismo sostiene que aún hay chances de acuerdo con el ex gobernador bonaerense. “Debe desmontar la candidatura de Chiche. Tiene la coartada de que Chiche nunca la oficializó, con lo cual será mucho más fácil desandar el camino. Si Duhalde quiere negociar debe hacer ese gesto. Si quiere parlamentar no debe tener candidatos”, describe el hombre, frunciendo el ceño.
Aún falta un mes.

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