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El país|Lunes, 27 de junio de 2005
UN ABOGADO REVELA NUEVOS DETALLES DEL FISCAL BENITO PONT

“No quiero vivir en un feudo”

Gastón Urbanowicz, un abogado de 30 años, explica por qué decidió actuar penalmente contra el fiscal de Paso de los Libres. La denuncia completa la información de Página/12 sobre el entramado mafioso de la ciudad.

Por Martín Granovsky
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Gastón Urbanowicz, el abogado.
Gastón Urbanowicz tiene 30 años. Trabaja de abogado en Paso de los Libres. No luce como un paranoico ni como un aventurero. Avala con papeles cada detalle. Y se queja de que ya recibió tres amenazas desde que no entró en el juego del fuero federal correntino. Su caso ilustra cómo funciona la Justicia en un sistema sin controles y, sobre todo, cómo la Justicia puede convertirse en una ficción.
–¿Usted nació en Paso de los Libres?
–No, me fui a Paso de los Libres por mi mujer, más que nada. Me casé con ella en el 2002. Es de allá. Estábamos los dos en Buenos Aires y quisimos irnos por una cuestión de calidad de vida. En el interior se vive mejor que en la vorágine de Buenos Aires. Como tengo un estudio jurídico acá me parecía ventajoso estar allá para coordinar Buenos Aires-Libres. Me pareció más sencillo trabajar en Libres que en Buenos Aires por el volumen de gente y de trabajo. Los tribunales resuelven más rápido y con más diligencia los litigios. Salvo el fuero federal, que me demora un poco más las resoluciones o los trámites judiciales.
–¿Un poco más que qué?
–Más que lo normal. Esa es la conclusión si se toman en cuenta los plazos que demoran los tribunales provinciales, que tienen muchísimo más volumen de trabajo que el federal. En los provinciales los expedientes salen a notificación a más tardar de una semana a la otra. En el federal, que además tiene menos personal, tardan uno o dos meses. Es cierto que el personal del federal es escaso, pero yo tengo la experiencia en una causa en la que defiendo a un despachante de Aduana procesado a causa de un informe hecho por la Aduana de Paso de los Libres. Allí dicen que en la operación aduanera él pretendió impedir que el Estado cobre una póliza de seguros sobre los derechos de importación.
–¿Es inocente?
–Sí, porque la operación de esa póliza es por vía oficial. No puede hacerla un despachante. Nunca pasa por sus manos.
–¿Cuáles fueron las trabas?
–En el medio del expediente encontré que el hermano del juez está vinculado a la operación aduanera. Cuando pedí su declaración para que explicara una valoración de la mercadería que él hizo, no sólo nunca el juez citó al hermano ni accedió a que declarase. Después de más de cuatro años de proceso el juez se inhibió. Sistemáticamente los conjueces también comenzaron a inhibirse todos. La causa quedó parada y sin trámite durante un año y medio, lo cual es grave porque es una causa penal. El despachante tiene la matrícula suspendida. Después la cámara presentó una denuncia pidiendo una intervención urgente y que se designara un juez o un conjuez.
–¿Lo designaron?
–Sí. Y después se inhibió el fiscal, pero primero me acusó de una serie de dichos. Y yo simplemente había escrito dichos de mi cliente. El además hizo suyas palabras de la Aduana.
–¿Qué problema hay?
–Que como fiscal ni siquiera investigó. No revisó las pruebas ni el expediente.
–¿Qué hizo usted?
–Contesté un descargo, que es el que generó su inhibición. El fiscal adujo que yo lo estaba agrediendo. Se sintió atacado.
–¿Es el mismo fiscal que pidió citar a un imputado para inducirlo a error?
–¿Habla de la nota que publicaron ustedes en el diario la semana pasada?
–Sí. Reproducía un pedido del fiscal Pont.
–Lo leí. No conozco el caso del que informaron ustedes, pero vi el documento que reprodujeron y sí, es el mismo fiscal. Pero no es lo único que hay sobre él en materia de supuestas irregularidades que quedaron escritas. Después de la inhibición que le comenté se generó una denuncia penal. Mi cliente, Mario Darío Benítez, denunció a los funcionarios aduaneros que hicieron el informe técnico. En esa causa penal, como se relaciona con la anterior en la que se inhibió el fiscal, también se inhibió Pont. Usted sabrá que cuando alguien se inhibe queda convertido en un don nadie para esa denuncia penal.
–Deja de ser parte.
–Claro. Al inhibirse deja de ser parte en el expediente. No puede ver el expediente, ni solicitar la causa ni nada. Sin embargo Pont lo hizo.
–¿Qué hizo?
–Mire –dice Urbanowicz, y muestra los papeles que aparecen en esta nota–. Usó su sello de fiscal federal y se presentó igual en la causa solicitando fotocopia certificada. Para eso el secretario, el juez y los funcionarios del juzgado lo autorizaron. Eso es una barbaridad. Viola todos los principios de derecho procesal penal y pone en juego las garantías procesales de juicio justo que indica la Constitución nacional.
–¿Qué delito podría corresponderle a un fiscal que cometió ese acto?
–No sé. Habría que estudiarlo. Supongo que violación de los deberes de funcionario público y abuso de autoridad. No creo que un fiscal desconozca que no puede presentarse a pedir una fotocopia certificada no siendo parte en la causa.
–¿Usted hizo denuncia penal?
–La voy a hacer. Y también voy a ir a la Procuración, de la que dependen los fiscales. Espero que el doctor Esteban Righi se interese en el caso de Pont. Ojalá que el procurador se dé cuenta de que sus funciones abarcan a todo el país. El puesto de fiscal es clave. Dirige la investigación de una causa penal. Que cometa errores graves, adrede o sin querer, pone en jaque el sistema judicial y hace peligrar los pilares fundamentales del debido proceso y el juicio justo. Así se puede desvirtuar de forma subjetiva el objeto de una causa. Si quiere le doy otro ejemplo.
–¿De Paso de los Libres?
–Sí. En una causa penal intervine como defensor de una persona a la que le retuvieron el vehículo. Tenía un pedido de captura de Misiones. Estuve tres o cuatro meses pidiendo la devolución del auto. Nada. No respondían los oficios. Entonces apareció un abogado que, curiosamente, es el mismo que siempre va como fiscal federal subrogante cada vez que Pont se inhibe por algún motivo. Bueno, esa vez apareció patrocinando a mi cliente y junto con un conjuez que a la vez es concejal.
–Espere. ¿Juez y concejal al mismo tiempo?
–Sí. Y muy hábil, parece, porque en una semana le entregaron el vehículo a mi cliente. ¿Uno una semana y otro meses? ¿No habrá algo raro en esa forma de justicia? Lo increíble es que un conjuez tiene las mismas prohibiciones que un juez. Un juez no puede intervenir en política. Un concejal representa una facción política.
–¿Desde cuándo es abogado?
–Me recibí en el 2002.
–¿Por qué siguió abogacía?
–Creo en la Justicia y en la aplicación de las leyes interpretándolas de forma justa y correcta en el caso concreto.
–Uno puede creer eso y ser maestro.
–Yo quería trabajar en la Justicia. Y ya estuve en los dos lados del mostrador. Participé en la administración de justicia y colaboré con otros profesionales. Siempre me interesó trabajar en resolver y disolver conflictos entre partes.
–Al investigar la situación en Paso de los Libres un abogado honesto me contó una frase dicha por un colega suyo: “Así no se trabaja en el fuero federal”. ¿Alguna vez se la dijeron a usted?
–Parecida sí. Tipo “no te conviene...” Me la dijeron en Paso de los Libres cuando comencé con las idas y vueltas y los inconvenientes judiciales. Los colegas me indicaban que no era la mejor forma de dirigirme y operar con la Justicia federal. No fue una amenaza, claro, fue un consejo.
–Parecía una amenaza.
–No. Sé distinguir las amenazas propiamente dichas, porque las recibí. Una fue personal. Alguien que no conocía vino al estudio jurídico en Paso de los Libres. Dijo que llegaba en nombre de Pont y de Viero.
–Pont es el fiscal Benito Antonio Pont. Viero conozco uno solo: José María Viero, un comandante retirado de Gendarmería con mucho poder en la ciudad.
–Y además hermano de la mujer de fiscal, que es al mismo tiempo la jefa de despacho del administrador de la Aduana.
–¿Qué le dijo esa persona?
–“Viero y Pont están podridos de lo que vos estás haciendo y van a venir a verte personalmente para resolver la situación de una vez por todas”.
–¿Qué contestó?
–Que si él había podido llegar al estudio, cualquiera podía hacerlo.
–¿Cuál fue la segunda amenaza?
–Hace dos semanas y media mi mujer se fue a notificar por mí al juzgado federal. Estacionó el auto atrás del coche del fiscal. Al volver al auto vio que en la puerta delantera izquierda había una tremenda abolladura, tan profunda que no permitía bajar la ventanilla. Preguntó y algunas personas le dijeron que la patada se la pegó un tipo gordito, de un metro sesenta y algo, medio pelado, con pelo tipo coronita y sin barba. Podría coincidir con la descripción del fiscal.
–¿Y la tercera amenaza?
–Fue en estos días. Ahora no puedo hablar de ella. Me lo pidió la Justicia.
–¿Quién cree que lo amenaza?
–No lo sé. Ahí hay nombres. El de un fiscal y el de un gendarme. Que la Justicia investigue. Y que la Gendarmería se haga responsable por la seguridad de todos, incluyendo la mía y la de mi familia.
–¿Por qué la Gendarmería?
–Porque es la principal fuerza de seguridad en Paso de los Libres. Los hago responsables.
–¿Usted quiere hacer carrera judicial?
–Yo quiero trabajar de abogado en una Justicia limpia para todos. Los feudos están mal, y los feudos eternos peor. No quiero vivir en un feudo. No se puede manejar una localidad a través de un cargo público casi inamovible y que se vincula con un montón de organismos esenciales y claves, como la Aduana y las fuerzas de seguridad.
–¿Por qué hace esto?
–Muy simple: porque tengo una obligación con un cliente a quien estoy defendiendo. Y porque considero que un tribunal no puede ser ciego a las pruebas presentadas en un expediente judicial. Me resulta difícil quedarme quieto y no hacer nada si me asiste el Derecho. Yo no tendría que estar hablando con usted. No hubiera sido necesario. La solución era simple y se podría haber dado en el juzgado.
–¿No pensó qué pasaría si nada se arregla?
–Si todo continúa como hasta ahora lo más probable es que se me haga difícil trabajar en Paso de los Libres. Y lo más triste es que terminarían ganando la injusticia y el corporativismo.
–Cuando Página/12 sacó la nota sobre Paso de los Libres, algunos dijeron que se pretendía ensuciar la imagen de Paso de los Libres como ciudad.
–Al contrario. Así se limpia una imagen que en la misma provincia de Corrientes se tiene de Paso de los Libres. No es la ciudad la que estásucia. Son los organismos cuestionados. Me da lástima cuando la gente se calla por obsecuencia o por miedo. Espero que el Colegio de Abogados me acompañe. Hasta ahora no lo hizo.

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