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El país|Viernes, 5 de agosto de 2005
LOS TRENES ARRANCARON A LAS 17

Paro interruptus

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Los gremialistas decidieron levantar el paro que habían anunciado.
El paro de actividades resuelto por La Fraternidad se suspendió ayer antes de que se cumpliera el plazo de 24 horas que estaba previsto para la medida de fuerza. Después de una reunión con representantes del Gobierno, los sindicalistas optaron por “permitir que los trabajadores puedan volver a sus casas”, a fin de “no sumar conflictividad y mostrar vocación de diálogo”, afirmó Omar Maturano, titular del gremio. De todos modos, anticipó que las medidas de fuerza podrían repetirse durante la semana próxima, en caso de que no prosperen las negociaciones salariales.
El conflicto se originó en el reclamo salarial de los maquinistas que se desempeñan en empresas de carga. Según explicó Maturano, ellos llevan más de cien días de negociaciones. El objetivo es llevar sus sueldos –que oscilan entre los 1100 y 1300 pesos– a una cifra de 1800. Para manifestar su solidaridad con ese sector, los sindicalistas decidieron extender la medida de fuerza a las líneas de pasajeros.
El paro de actividades había arrancado antes de la medianoche y, en principio, iba a extenderse hasta las 24. Sin embargo, se suspendió cerca de las 17, tras una reunión de dos horas entre los representantes del gremio y los ministros de Planificación, Julio De Vido, y de Trabajo, Carlos Tomada. Los funcionarios llevaban “el pedido expreso” del presidente Néstor Kirchner para que la medida se levantara. Desde La Fraternidad se ocuparon de destacar que “no hubo acuerdo” y que el conflicto “está latente”. Sucede que las negociaciones serán retomadas el miércoles, y si no hay soluciones, el jueves habrá un paro de 36 horas.
La medida no tomó desprevenidos a los usuarios de trenes. Muchos de ellos se habían enterado el día anterior y optaron por ponerse al volante. De hecho, en la ciudad se dispuso el libre estacionamiento, y se registraron demoras en la autopista 25 de Mayo y la avenida General Paz. Por la mañana, los micros que llegaban del conurbano estaban “hasta las pelotas”, según la expresión de un estudiante. “Y era imposible conseguir un remís”, agregó una mujer de Banfield. Rosa, que atiende una panadería en Constitución, estimó que las ventas bajaron un 80 por ciento respecto de otros días. Ayer, esa estación se vació de vendedores ambulantes. Sólo quedaban los empleados de los puestos de panchos y varios policías. A ellos se dirigía la pregunta de la tarde: “Maestro, ¿sabe si ya andan?”.

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