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El país|Martes, 9 de agosto de 2005

Branda, en la cuenta regresiva

Hoy se reúne la Comisión Bicameral que analizará la situación del director del Central procesado en la causa de sobornos.

Por Eduardo Tagliaferro
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Ricardo Branda, todavía vicepresidente del Banco Central.
Siguiendo los pasos de Pedro Pou, el formoseño Ricardo Branda, procesado por los presuntos sobornos que rodearon la aprobación de la ley de reforma laboral en el 2001, puede convertirse en el segundo miembro del directorio del Banco Central que termine destituido por recomendación de la Comisión Bicameral encargada de asesorar al Ejecutivo. A puertas cerradas y presidida por el vicepresidente Daniel Scioli, las comisiones de Presupuesto y Economía de cada una de las cámaras legislativas comenzará esta mañana a analizar si el comportamiento de Branda se ajusta a las pautas previstas por la carta orgánica del BCRA.
“No será mañana, pero no tenga dudas de que, a lo sumo dentro de una o dos semanas, estará firmado el dictamen que recomienda la destitución de Branda”, confió con rigurosa reserva de su nombre uno de los parlamentarios que integran la comisión. Los dichos del legislador muestran de manera contundente que, luego del guiño emitido por la Rosada, la suerte de Branda está echada.
Teñido por el entusiasmo y por los tiempos del oficialismo, el informante no repara en los matices de los cinco parlamentarios que tienen en sus manos el futuro del ex senador y actual director del Central. La comisión es presidida por el vicepresidente y titular del Senado, Daniel Scioli. Por la Cámara alta participan: el chaqueño Jorge Capitanich, ex jefe de Gabinete de Eduardo Duhalde y hoy encolumnado incondicionalmente con la administración K; el pampeano Rubén Marín, un verdadero líbero en el bloque justicialista, en el propio partido peronista y más aún en las votaciones legislativas. Marín supo alternar su apoyo con su autonomía, en más de un pliego reclamado por el Gobierno. En los punteos previos a las votaciones que definen la destitución de algún integrante de la Corte Suprema en juicio político, como sucedió con Adolfo Vázquez y ahora con Antonio Boggiano, aparece como inescrutable. Por la Cámara baja participan: el jujeño Carlos Snopek, un fiel intérprete de los deseos del gobernador Eduardo Fellner, firme aliado kirchnerista. El quinto miembro de la comisión es el duhaldista Rodolfo Frigeri, ex titular del Banco Provincia en tiempos en los que, en palabras de Kirchner, “se fundió la provincia de Buenos Aires”.
Contando con el respaldo de Scioli, no es aventurado afirmar que el dictamen que aconseje la destitución tendrá mayoría dentro del quinteto de la comisión especial. También es cierto que, por las características del caso y de la comisión, sería bochornoso que no existiera un dictamen único. La opinión de la comisión no es vinculante. Es decir que Kirchner no está atado a actuar en la misma línea de las conclusiones a las que lleguen los legisladores. Sí, en cambio, es condición necesaria que ese dictamen exista. Al remitir las actuaciones al Senado, el Presidente no sólo dio una señal sino que, también, respondió con celeridad al pedido de desafuero reclamado por el fiscal nacional de Investigaciones Administrativas, Manuel Garrido, solicitado días atrás.
No es moneda corriente, pero suele ser usual cruzarse con Branda en alguno de los pasillos de la Cámara alta. “Me entrego”, dijo levantando sus manos a algunos periodistas parlamentarios, que fueron a pedirle una opinión días atrás. Quizás haya sido para la misma fecha en la que Garrido reclamaba a la Rosada su separación del cargo. Los que lo tratan aseguran que Branda no piensa en renunciar. Pou tampoco pensaba hacerlo.

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