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El país|Viernes, 24 de mayo de 2002

Chiche con los wichis en el Chaco, un lugar donde hace falta de todo

La esposa del presidente Eduardo Duhalde recorrió las zonas más pobres del Chaco para supervisar la ayuda social. La inexistencia de trabajo va a la par de la falta de comida y de alimentos básicos.

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Hilda “Chiche” Duhalde llegó de España e Italia y se zambulló en la miseria chaqueña.
Por Laura Vales
Desde Chaco

El pueblo tiene un solo teléfono y no anda. Es lo de menos. En esta última localidad al norte de El Impenetrable chaqueño, lo que falta es tanto y el conjunto de lo que no anda tan extenso que cuando se pregunta en la calle a la gente qué necesitan responden “todo”, o “tener trabajo”, que es una manera más nítida de decir lo mismo. El Impenetrable es una de las regiones más remotas del país y El Sauzalito uno de sus pueblos más pobres. Hasta aquí llegó Chiche Duhalde con el gabinete social para dedicar dos días, el jueves y el viernes, a reparar la catástrofe social que la crisis económica va dejando a su paso. Aún en el extremo norte de este bosque árido y espinoso, donde poblaciones enteras viven sin que lleguen diarios ni televisión, las imágenes de la desnutrición infantil en Tucumán se abrieron paso. Los cronistas locales preguntaron qué falló. Los pobladores de la zona se sintieron impulsados a relatar a los medios nacionales sus propios casos.
“Nosotros este mes tenemos otros dos chicos de un año con desnutrición de segundo grado”, contó Julia Palavecino, agente sanitaria del paraje La Mesada.
–¿El Gobierno considera que se trata de casos excepcionales? –preguntó Página/12 a Chiche Duhalde.
–No, no creo que sean excepcionales. La desnutrición y la mortalidad infantil han crecido y son producto de la pauperización de la gente. Pero también hay que decir que son casos evitables a un bajo costo, con mecanismos de prevención y detección adecuados, con agentes de salud.
–En Tucumán, el reclamo concreto es que no hay comida.
–Pero nosotros enviamos a la gobernación de Tucumán, en febrero, la partida de fondos del plan alimentario, dos millones 700 mil pesos para el bimestre. Y el gobernador Miranda todavía tiene sin utilizar una parte de ese dinero.
–¿Entonces?
–Entonces controlaremos, yo voy a Tucumán el lunes. Cuando los gobernadores no estén distribuyendo bien la asistencia tendremos que ir directamente municipio por municipio, depositarle a ellos las partidas.
–Sólo en el mes de abril dos millones de personas se convirtieron en nuevos pobres. ¿Hay algún tipo de asistencia social que alcance sin cambiar el modelo económico?
–Hay que generar trabajo, pero hay que hacerlo en este mundo, en el que nos toca vivir, donde el Muro de Berlín se cayó hace rato. Para generar trabajo necesitamos crédito. Nosotros venimos de ver cómo en Italia y España nos dicen que sin acuerdo con el Fondo sus mercados seguirán cerrados. Es así, hay que hacer el acuerdo con el Fondo.
Chiche Duhalde contestó estas preguntas durante el viaje en micro desde Roque Sáenz Peña a El Sauzalito, un trayecto de seis horas en el que realizó algunas paradas en el camino para recibir cartas de los pobladores del lugar. Todas se quejaban por la distribución de los planes de empleo.
A los costados de la ruta, El Impenetrable es como un tapial verde de algarrobos, cactus, arbustos con ramas como espinas. No una selva, sino un bosque árido, reseco y polvoriento.
El principal problema de la zona es la falta de agua, pero en esta temporada de lluvia hubo tanta que las cosechas se pudrieron. La mitad de la población es criolla, la otra mitad son indios wichi.
Unos y otros ya conocen el mecanismo de estas visitas. Hace dos años, Inés Pertiné, la esposa del entonces presidente Fernando de la Rúa, hizo el mismo camino repartiendo computadoras. Después pasó Juan Pablo Cafiero, a quien en El Impenetrable recuerdan por una donación de ambulancias. “Pero ahora no tenemos combustible para hacerlas funcionar”, dice la agente sanitaria Julia Palavecino.
En el texto que preparó para la visita de Chiche, Julia solicita “Pervinox, agua oxigenada, gasas, algodón y aspirinas”. La enumeración ilustra hasta qué punto el centro de salud está desprovisto de lo mínimo.
Sus vecinos de Misión Nueva Pompeya lograron sintetizar su estado de ánimo en una frase: “Estamos cansados y desesperanzados por la actual situación que vive nuestro país, pero también estamos preocupados porque a pesar de vivir trabajando casi 16 o 18 horas por día vemos cómo no adelantamos, viviendo en la pobreza, y no pudiéndole dar a nuestros hijos la posibilidad de vivir mejor”.
Varias comunidades wichis viajaron hasta El Sauzalito para ser recibidos por la delegación oficial. Separados por un abismo cultural de los criollos, y aún más relegados, los wichis no llevaron planteos diferentes del resto: el trabajo y la comida. Los dos puntos, como en Tucumán, atraviesan de lado a lado y sin matices al conjunto de la sociedad.

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