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El país|Sábado, 10 de septiembre de 2005

Respaldo mutuo de Kirchner, CFK y Bachelet a sus postulaciones

La candidata a presidenta de Chile visitó ayer al presidente argentino. Por la noche participó de una cena con la primera dama.

Por Martín Piqué
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Michelle Bachelet, socialista chilena, va primera en las encuestas.
Néstor Kirchner suele jactarse de su capacidad para anticipar resultados. Así fue con George Bush y también con José Luis Rodríguez Zapatero. Con las elecciones presidenciales en Chile, Kirchner tendrá otra ocasión para poner a prueba su olfato. La prueba parece más fácil. Las encuestas dan como favorita a la candidata de la Coalición Democrática, Michelle Bachelet. Socialista, hija de un general leal a Salvador Allende que murió de un paro cardíaco tras ser torturado por los golpistas, Bachelet estuvo ayer en la Casa Rosada. Se reunió con el Presidente durante una hora –lo que puede ser interpretado como un aval explícito a su candidatura– y después habló con la prensa. “Si soy electa, mantendré y profundizaré la alianza estratégica con la Argentina”, dijo.
Bachelet tiene 54 años y un desparpajo poco habitual en la política. Una anécdota la describe. En su primera reunión con la cúpula militar chilena como ministra de Defensa, Bachelet se presentó de una manera original: “Soy mujer, socialista, víctima de la dictadura, separada y agnóstica. Junto cinco pecados capitales pero vamos a trabajar bien”. Con el tiempo se convirtió en una de las figuras más populares de la política chilena. En la Argentina, especialmente en el kirchnerismo, la conocen muy bien.
En los últimos tiempos, Bachelet viajó a Buenos Aires una vez por año. Su primera visita se produjo cuatro meses después del estallido de diciembre de 2001. Trajo un mensaje de solidaridad del presidente chileno, Ricardo Lagos, y presentó un libro sobre seguridad y democracia. La autora de ese ensayo, Rut Diamit, hoy es jefa de asesores del Ministerio de Defensa que ocupa José Pampuro. Ese dato es una prueba más de la relación que tienen ambos gobiernos, pero también de la cercanía que existe entre el kirchnerismo y el Partido Socialista chileno.
En ambas fuerzas dicen compartir visiones del mundo y de la región. Pero la cercanía ideológica se consolidó con periódicos encuentros –se hizo uno en Chile, otro en Argentina y otro en Montevideo– entre funcionarios y dirigentes de los dos partidos. En la última reunión, donde hubo delegados del PT brasileño y del Frente Amplio, concluyeron en que el problema más actual del Cono Sur es la pobreza y la distribución de la riqueza. Justamente, Bachelet dijo ayer que en la reunión con Kirchner habían analizado proyectos conjuntos como “la forma de encarar la desigualdad de la gente con las economías en crecimiento, lucha contra la pobreza y proyectos de infraestructura”.
La candidata se refería a lo que ya es una constante en el discurso de presidentes y cancilleres de la región: que la integración del Mercosur no se limite a su aspecto económico. Al respecto, Bachelet prometió que si gana en las elecciones del 11 de diciembre, Chile trabajará en “la integración del Mercosur, más allá de una alianza aduanera y arancelaria”. “Es importante que se avance en una integración política”, agregó. Como favorita en las encuestas, los dichos de Bachelet tienen importancia para el Cono Sur. Chile firmó un tratado de libre comercio con Washington, pero se ha preocupado por evitar el aislamiento con el resto del Mercosur.
Ante la prensa, Bachelet dijo que en la reunión con Kirchner no habían hablado de derechos humanos o de la crisis energética. Esos temas, aseguró, “los está abordando el gobierno actual (por Lagos)”. En la relación con Chile, la problemática energética fue el único problema que llegó a enfrentar a ambos gobiernos. En el peor momento de la crisis, cuando Venezuela aún no había aparecido con su fuel oil, Kirch-
ner dijo que si el abastecimiento interno estaba en riesgo interrumpiría la provisión de gas a los vecinos de la Cordillera. El tema generó rispideces y fue aprovechado por la derecha chilena. Al final, la crisis no fue tan grave. Para Kirchner hubiera sido un dolor de cabeza: más de una vez confesó a sus allegados que admira a Lagos y que es muy sólido intelectualmente. Anoche, en una cena con intelectuales ofrecida en el Sheraton de Pilar, Cristina Fernández se sumó a los pronósticos de su marido: “Estoy convencida de que ella (Bachelet) va a conducir los destinos de Chile”.

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