Chiche Duhalde aprovechó el escenario de Mirtha Legrand.
No perdió el tono ni la compostura. Pero Chiche Duhalde desparramó ayer sobre la mesa de Mirtha Legrand su arsenal de campaña contra el kirchnerismo. Al presidente Néstor Kirchner lo tildó de “autoritario”, a Felipe Solá le regaló el descriptivo “no existe como gobernador” y a Aníbal Fernández, no sólo lo calificó de “obsecuente” sino que estimó que de haber tenido una conducta similar mientras su marido era presidente, lo hubieran echado. “Todo tiene un límite: la ofensa”, dijo sobre el ministro del Interior quien, al parecer de la candidata del PJ, cruzó ese límite.
No hubo dedicatorias del mismo tenor hacia Cristina Kirchner, su principal adversaria. Más aún, reconoció que la candidata a senadora del Frente para la Victoria lidera las preferencias. Aunque dijo que de ninguna manera por 20 o más puntos de diferencia, como consignan las encuestas hasta ahora difundidas. “Es una mujer por la que yo sentía mucha admiración en la Cámara (de Diputados), me parecía sumamente inteligente y, después, dejé de sentir ese mismo respeto al verla actuar”, señaló como mayor crítica.
Rescató, en cambio, la actitud “ética” de Roberto Lavagna, el actual ministro de Economía, quien ejerció el mismo cargo durante el duhaldismo y que decidió no inmiscuirse en la campaña. Y también aplaudió la actitud de los legisladores duhaldistas que se pronunciaron en contra de las ejecuciones hipotecarias. “El Congreso se puso de pie”, resaltó la “independencia de poderes”. El Ejecutivo esperaba una votación contraria.
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