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El país|Domingo, 23 de octubre de 2005
HABLAN LOS QUE ELIGEN ENTRE CARLOS MENEM Y ANGEL MAZA

En La Rioja todo se escribe con M

Clima preelectoral en la provincia del ex presidente, donde los vecinos se dividen entre quienes piensan que es hora de que Carlos Menem se jubile y los que todavía lo reivindican.

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Ayer en La Rioja hubo siesta, tereré y expectativa por las elecciones.
Desde La Rioja

Frente a la plaza 9 de Julio una larga cola de gente se asaba al sol en la puerta del registro civil, a la espera de conseguir un DNI. Entre ellos, con un vestido rojo y anteojos oscuros, Liliana pide ver alguna credencial antes de contestar cualquier pregunta. “Es que soy empleada estatal desde hace 26 años y ya vi de todo”, dice. “Antes, si eras muy sincera en tus opiniones, corrías riesgo de perder el trabajo. Todos teníamos una camiseta invisible: la de Menem.” Algo de esa camiseta se trasluce en su última respuesta: “Yo lo voy a votar a Menem... digo, a Maza. Perdón, es que acá lo tenemos incorporado”.
Tras las peleas entre facciones del peronismo, ayer en La Rioja hubo siesta, tereré y expectativa ante la elección en la que se enfrentan Angel Maza y Carlos Menem. Con los candidatos con la boca cerrada por la veda electoral, en la ciudad hasta los buzones hablaban de política. Y esto es posible comprobarlo desde que se pone un pie en la provincia. “Somos 1300 remiseros dispuestos a votar a Menem”, amenaza el chofer que trajo a este cronista del aeropuerto. “Nosotros llevamos al sublema oficialista de Jorge Bengolea, pero cortamos boleta para votar a Menem”, dice el remisero, inmerso en el hervidero político de La Rioja.
Marcos tiene 22 años. Andrea, 20. Ayer, a la hora de la siesta, entre posters de juegos de computadora, Marcos atendía un ciber, mientras que Andrea compartía con un grupo de amigas una botella de cerveza con cocacola (“Es una bebida riojana, la mezclamos para que no sea tan amarga”, explica). Marcos vive solo y no tiene novia, Andrea vive con su mamá. Marcos ya es papá de Theo, a quien ve todos los días, a pesar de que no vivan juntos. Andrea tiene dos hijos. Ambos tienen varias cosas en común, pero Marcos votará a Maza y Andrea, a Menem.
“Menem, que se jubile, que se vaya a tomar mate a un campo”, dice Marcos, mientras se acomoda su collar de tachas. El cíber parece un micromundo de computadoras y música marchosa. Es difícil imaginar que afuera está la ciudad rodeada de montañas rojizas sobre las que Sarmiento imaginaba “las formas más pintorescas y fantásticas: torreones y castillos almenados en ruinas”. Así y todo, Marcos no pudo evitar pensar en la elección. “No podés no darle pelota. A donde mirés hay política: prendés la radio, campaña; mirás la tele, más campaña; caminás por la calle, campaña. La verdad son bastante molestos”, se queja.
“Todas pensamos igual”, dice Andrea y sus amigas asienten, “el único que hizo las cosas bien fue Menem, con Kirchner nos cagamos de hambre”. “Tenemos una amiga que dice que no lo quiere a Menem, porque vendió el petróleo y Telefónica. Nosotras le explicamos que si lo hizo es para que no tengamos hambre. Lo hizo por el pueblo”, dice Andrea, que estuvo, sin embargo, en la campaña de Jorge Bengolea, un candidato provincial que apoya a Maza. “Nos pagaron 300 pesos en un mes por acompañar sus caminatas. Eramos como promotoras”, afirman a coro y se ríen. Detrás de ella, las caras de los candidatos compiten por la sonrisa perfecta.
Justo delante de una gigantografía, María Angela, de 45 años, atiende detrás del mostrador de su herboristería, con un collar con “el ojo de Cristo” y unos anteojos oscuros en el pelo. “Esta campaña fue de terror. Hubo más propaganda que nunca y veías como se peleaban y se tiraban piedras porque uno le arrancó un cartel al otro. Algo nunca visto”, comenta. Hija de una riojana de El Chañar y un italiano de Milán, nació en La Rioja y se crió en Buenos Aires. Decidió volverse a su provincia natal cuando a su esposo lo echaron tras la privatización de ENTel. Ahora vende desde incienso hasta patay (“Una torta hecha en base a algarrobo que te hace ir de cuerpo, pero engorda, así que no la como”, comenta). “Me tienen cansada, no voy a votar en blanco, pero voy a votar a un partido chiquito, a la izquierda, no sé”, dice.
Informe: Werner Pertot.

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