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El país|Miércoles, 26 de octubre de 2005
EL JEFE DE GOBIERNO ANALIZA SU FUTURO POLITICO

Ibarra sueña con la revancha

Fue un simple espectador de las elecciones, pero no abandona la idea de hacer política. No cree que la Legislatura lo destituya.

Por Santiago Rodríguez
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Ibarra se proyecta después de Cromañón y del triunfo de Macri.
Condicionado en parte por la falta de una agrupación política nacional, pero sobre todo por la situación en que quedó como consecuencia del incendio de República Cromañón, Aníbal Ibarra fue un simple espectador de las elecciones. Eso no quiere decir, sin embargo, que haya abandonado la idea de hacer política en la ciudad que lo tiene como jefe de Gobierno. Tras el triunfo de Mauricio Macri frente a un centroizquierda dividido y seguro de que no será destituido, Ibarra buscará erigirse una vez más en la figura capaz de aglutinar a los porteños de ese espacio y tratará de explotar las dos cartas que tiene en su poder: la gestión y el antecedente de haber derrotado al mismo exponente de la derecha ahora victorioso.
Cualquier plan que Ibarra haga para los dos años de mandato que le quedan está supeditado al desenlace del proceso de juicio político abierto en su contra y no es mucho lo que falta para que la incógnita planteada al respecto quede definitivamente revelada: la Comisión Investigadora de la Legislatura dio por finalizado el plazo dado al jefe de Gobierno para presentar pruebas y testigos en su defensa y los legisladores que la integran trabajan ahora en los dictámenes que elevarán a la Sala Acusadora (ver aparte).
Es en la Sala Acusadora donde se definirá la suerte de Ibarra en función de los votos que reúna a favor y en contra: será automáticamente suspendido en sus funciones y enjuiciado si así votan al menos 30 de los 45 legisladores acusadores; de lo contrario, el proceso de juicio político quedará archivado y tendrá asegurada su permanencia al frente de la jefatura de gobierno hasta 2007.
Ibarra tiene la mirada puesta ya en el futuro porque está seguro de que llegará al término de su mandato y no es el único: aunque no lo reconocen públicamente, hasta aquellos que pretenden desplazarlo de su cargo admiten en privado que el juicio político va encaminado al archivo.
Superada la incertidumbre que lo acompaña desde enero pasado, Ibarra hará cambios en su gabinete. Antes de las elecciones circularon versiones sobre la posible incorporación de hombres del kirchnerismo en puestos clave, como la jefatura de Gabinete, la Secretaría de Hacienda y la Subsecretaría de Comunicación. “Los kirchneristas echaron a rodar los rumores para anticiparse a la derrota de Bielsa”, analizó un ibarrista ante Página/12 y negó que ésas sean las modificaciones que están pensando.
Ibarra tiene resuelto –más allá de los resquemores que haya– mantener el actual marco de acuerdos con el kirchnerismo, pero eso no implica que vaya a darles más espacio en su gabinete: todo depende del precio que los kirchneristas le pongan a su voto en contra del juicio político.
El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, fue elocuente ayer en su apoyo a Ibarra y afirmó “lo ayudaremos en todo lo que podamos”, aunque aclaró que el kirchnerismo no espera nada a cambio de ese respaldo. “Nunca le hemos dicho a Aníbal a quién tiene que nombrar o dejar de nombrar y nunca lo vamos a hacer”, sostuvo el funcionario y agregó: “Ninguno de nosotros tiene entidad para decirle lo que tiene que hacer. Fue elegido por la gente y, por lo tanto, tiene que asumir su responsabilidad para gobernar y lo hace a su entender y a su criterio”.
De los cambios que habrá en la primera línea de la administración porteña poco se sabe porque Ibarra acostumbra a manejarse enigmáticamente en ese terreno. A los rumores que los ibarristas atribuyen a los kirchneristas, se suman los que señalan a las secretarías de Seguridad y de Planeamiento y otros referidos a un posible cambio del organigrama para reponer lo que en su momento fue la Secretaría de Control Comunal.
Las modificaciones que Ibarra haga a su gobierno no estarán desvinculados de su intención de dedicarse a la construcción de un espacio que reúna al conjunto del centroizquierda. El jefe de Gobierno y sus operadores entienden que habrá margen para avanzar en ese sentido. El análisis hecho ante ese diario por uno de sus hombres demuestra hacia dónde apunta: “La ciudad necesita al centroizquierda unido y no surgió sin Ibarra un liderazgo capaz de unificarlo”. En la intimidad de los despachos porteños remarcan también que “la ciudad es compleja y queda demostrado que no se convierte en ganador hasta al Topo Gigio por el simple hecho de que Kirchner le dé una palmada en la espalda”.
Los ibarristas observan también que en el tablero porteño ya se posicionan para la jefatura de gobierno en 2007 Macri –si es que no salta al plano nacional– y un golpeado Enrique Olivera e incluyen a Daniel Scioli en la carrera. “Todos expresan la posiciones del centro hacia la derecha, lo que deja absolutamente abierto el campo para trabajar en la articulación del centroizquierda y la construcción de un candidato que lo represente”, destacó un funcionario de la ciudad y agregó que “el kirchnerismo tendrá que optar llegado el momento entre sumarse a ese espacio o apoyar a Scioli como candidato del PJ”.

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