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El país|Miércoles, 26 de octubre de 2005
LA RECUPERACION SEGUIRA, PERO CON MAS CONFLICTOS

Los dolores del crecimiento

Al momento de hablar de la economía que viene, los economistas que siguen de cerca las variables reales afirman que el tramo más fuerte de la reactivación terminó. Sin embargo, agregan que el crecimiento del producto seguirá a tasas altas, por encima del 8 por ciento en 2005 y más del 6 por ciento en 2006. También existe coincidencia en que la inflación podría mantenerse en torno del 10 por ciento sin mayores sobresaltos. En materia de distribución del ingreso, el dato nuevo será la consolidación de la heterogeneidad salarial en convivencia con una creación de empleo mucho más lenta, lo que supone una asimetría entre expansión de la producción y mejora de los indicadores sociales.
El economista del Cespa Jorge Schvarzer estima que la inversión seguirá a niveles más altos que en los ’90, cuando se mantuvo en un promedio anual del 19 por ciento del PIB. Actualmente “supera el 20 por ciento”, pero con una diferencia cualitativa importante. Mientras en la década pasada se concentró en nichos de alta rentabilidad garantizada, como los servicios públicos, actualmente tendría un carácter “más genuino”. Schvarzer, que este año concentró su tarea de investigación en ramas industriales específicas, entre ellas siderurgia, cemento y petroquímica, sostiene que desde 2004 la capacidad instalada crece a una tasa promedio del 10 por ciento anual. Asimismo destaca la puesta en marcha de proyectos de inversión que destrabarán potenciales cuellos de botella en los sectores más dinámicos, entre ellos siderurgia, cuya capacidad instalada se expandiría un 30 por ciento, y aluminio, sector que podría producir un 40 por ciento más.
En materia de distribución, el economista del Cespa evalúa que la recomposición de ingresos de los asalariados formales convive con un fenómeno nuevo, el de la “enorme heterogeneidad salarial”. Los salarios mínimos de convenio van desde los 600 a los 1800 pesos, afirma. Las variaciones se relacionan con las diferencias de competitividad sectorial, lo que introduce una distorsión en el mercado. En cuanto a la inflación, Schvarzer comparte la hipótesis gubernamental que la atribuye a la puja por la recomposición de precios relativos, un fenómeno propio del auge postrecesión. “Incluso los sectores con mercados más oligopólicos necesitan una recuperación de la demanda que convalide precios”, argumenta. Además, una inflación en torno del 10 por ciento puede ser controlada, e incluso reducida, sin afectar la actividad económica, como pretende la ortodoxia. Los instrumentos son las ya utilizadas políticas de precios activas, como el aumento selectivo de las retenciones y los acuerdos sectoriales.
El director de SEL Consultores, Ernesto Kritz, cree que en esta segunda etapa el Gobierno enfrentará una reducción más moderada del desempleo. Si se mantiene la actual elasticidad empleo producto en torno de 0,4 (llegó a estar en 1 en el segundo trimestre de 2004), un crecimiento del 6 por ciento en 2006 implicará la creación de 325 mil puestos de trabajo adicionales. Así, ya no volvería a suceder que los salarios reales, rezagados fuertemente tras la devaluación, vuelvan a crecer más que el producto, como ocurrió hasta el tercer trimestre de este año. “La recuperación social no se detendrá, pero será sensiblemente más lenta”, sintetiza. Las mejoras deberán operar de manera más cualitativa incidiendo sobre la reducción de la informalidad y la capacitación. Las negociaciones salariales serán más peleadas. Los trabajadores demandarán recuperar la inflación y los empresarios se pondrán más duros, prevé.

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