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El país|Lunes, 3 de junio de 2002
La experiencia de la asamblea de Palermo Viejo y el CGP local

Cómo se trabaja junto al Estado

El Grupo Promotor del barrio firmó un pacto con el Centro de Gestión y Participación 14 Este para realizar un relevamiento e inaugurar la “gestión participativa”. Lo que surge es más que un mecanismo de queja o solución, lejos de la “cooptación”.

Por Lila Pastoriza
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El Grupo Promotor se transformará en una entidad provisoria, la Comisión Especial de Gestión Urbana.
“Relevamiento Participativo. Gestión Asociada del Plan de Sector de Palermo.” Al plano lo firma el mismo Grupo Promotor que relevó el área, elevó conclusiones y aparece desarrollando una novedosa instancia de participación y gestión en Palermo Viejo. Lo integran, además del director del CGP14 Este y algunos funcionarios de áreas gubernamentales, el núcleo motor e impulsor, un mix de vecinos a secas, profesionales, comerciantes, concurrentes a asambleas, militantes políticos, sociales o ex de experiencias varias, que pasó de las inquietudes barriales inmediatas a consolidar una instancia conjunta de gestión con aspiraciones bien explícitas. “Hablamos de participar en la elaboración y en la toma de decisiones, no de aguardar que nos resuelvan quejas o figurar en una ‘comisión ad hoc’”, precisa Silvia Sánchez, una de las pioneras. ¿Si temen ser cooptados? “Ni ahí... la gestión asociada permite eludir el riesgo”, se entusiasman.
Aunque infrecuente en estos tiempos, se entiende el entusiasmo. Nuevas áreas gubernamentales se sumaron al trabajo y se viene un salto fuerte: transformar el actual Grupo Promotor en un provisorio órgano de gestión intermedia, la Comisión Especial de Gestión Urbana del barrio, por la que debería pasar toda iniciativa, antes de que se la apruebe. No es poca cosa. “Obligaría a que todas las decisiones del mercado, inmobiliarias, que habitualmente se toman desde una secretaría, deban discutirse en la Comisión, y no sólo con los vecinos sino entre los distintos sectores del gobierno que jamás interactúan a nivel central. El gobierno tomará la decisión, pero lo que importa cómo se la prepara, participativa e intersectorialmente”, precisa Héctor Poggiese, de las Redes de Planificación Participativa y Gestión Asociada (PPGA), de Flacso. El ingeniero Eduardo “Quito” Molina, e director del CGP enfatiza: “Queremos que esta Comisión trate esas cuestiones que hoy recibe y decide el gobierno central sin mirar a los barrios... Y que sea el paso obligado”.
Que vengan al barrio
La experiencia comenzó hace dos años, cuando un grupo de vecinos de Palermo Viejo decidió reunirse para ver qué hacer ante las consecuencias del crecimiento sin control que se registraba en el barrio y que abarcaba desde los trastornos en las noches de la Plaza Cortázar hasta los cierres de comercios o la expulsión de residentes. “No queríamos que nos sucediera lo de Las Cañitas, un barrio que de buenas a primeras desapareció –señalan el arquitecto Ricardo Muir y Beatriz Schliper–, el tema era cómo compatibilizar las ventajas y los riesgos de la multiplicación de los usos.” “Hacía mucho que yo trabajaba en el barrio. Todas nuestras propuestas indefectiblemente morían en un expediente confinado en algún área gubernamental –relata Sánchez–.Entonces decidimos convocar desde el barrio a las áreas de gobierno implicadas. Organizamos las Jornadas ‘¿De dónde viene y adónde va Palermo Viejo?’ que plantearon elaborar un Plan de Sector para resolver la ecuación entre la demanda de crecimiento y la necesidad de preservar la identidad del barrio, donde precisamente residía su atractivo.”
De entrada, los primeros convocantes optaron por algo distintivo de esta experiencia: una metodología específica y ya probada por las Redes PPGA en particular en la gestión del Parque Avellaneda, un rico ejercicio de desarrollo local. “Lo que en la primera reunión me convenció de que valía la pena meterse en esto de cabeza fue la metodología del plan. Aquí no es cuestión de que vienen los de arriba a escuchar y resolver. Tanto ellos como los vecinos y los técnicos se tienen que poner a trabajar y no sobre un proyecto concreto sino sobre una idea a desarrollar”, sostiene Muin. Según explica Poggiese, la lógica de la gestión asociada es que deben estar todos los actores simultáneamente y que lo que se construye se hace entre todos, bajo ciertas reglas.
“No es fácil encontrar un sindicalista que no quiera ser hegemónico, una ONG que no busque asegurarse un objetivo institucional. Por lo general, tanto el Estado como la gente actúan autogestionariamente. Aquí, a la inversa, se construye un escenario donde los actores deben tener la voluntad de asociarse y cogestionar, lo que supone ceder algo. Muchos la cuestionan: los vecinos porque entienden que le corresponde al Estado, que ‘para algo le pagan’, los políticos porque dicen que para eso los eligieron. Son circunstancias históricas las que permiten implementarla. En el caso de Palermo era necesaria para los grupos de vecinos.”
En estos dos años se avanzó considerablemente en elaborar el Plan de Sector para “el área al norte y sur del arroyo Maldonado, de urbanización peculiar y reconocida historia e identidad barrial cuyo centro es Palermo Viejo”. Tras formalizarse la asociación entre vecinos impulsores y el CGP en una carta de intención, se armaron talleres y grupos de trabajo específicos que están diseñando proyectos sociourbanos caros al barrio. El Grupo Promotor incluye hoy, además de vecinos, asociaciones barriales y CGP a varias areas de gobierno (Plan Estratégico, Espacios Públicos, Turismo, Diseño) y a una de las adjuntías de la Defensoría del Pueblo.
El relevamiento detectó, manzana por manzana y lote por lote en un sector de Palermo Viejo, los nuevos y los viejos usos. Confirmó que el barrio tiene de antaño una vital composición mixta que persiste pese a los cambios: antes los talleres mecánicos y las residencias y ahora residencias y restaurantes o negocios de ropa. Y advirtió el riesgo de que alguno de esos usos nuevos sea tan dominador que destruya la naturaleza del barrio.
Dilemas
En tanto, y en medio del debate nacional que pone todo en discusión, el Grupo de Palermo cree que la experiencia avanzará. “El año pasado era casi una utopía, pero las condiciones del país variaron tanto que hoy es una posibilidad cierta”, sostiene Molina, del CGP. “Y, la gente aprieta, pone condiciones. ¿Qué va a hacer el gobierno? Ya no puede ser como siempre, autoritario, no le queda otra alternativa que aceptar la participación”, dicen los vecinos.
–¿No temen ser usados?
–No, no me asusta la mayor apertura en las estructuras políticas –explica Sánchez– porque yo no creo que “cuanto peor mejor”, creo que al participar nos fortalecemos, acumulamos conocimiento, aprendizaje. Y no hay que temer la cooptación si tenemos claros los objetivos y cómo ir construyendo los mecanismos de la participación. Este es un modo de ir avanzando en la toma conjunta de decisiones y tambien de ir construyendo control social sobre la gestión de lo público.
–¿Cómo se ve en la asamblea la relación con la gestión gubernamental?
–Se mira con desconfianza, se teme que se termine trabajando para el CGP, para el Gobierno de la Ciudad. En realidad, nosotros planteamos exactamente lo contrario: que estas formas de articulación implican que finalmente el Gobierno trabaje para el barrio y para los vecinos. Nos reunimos en el CGP pero no somos una comisión del CGP. Su director es uno mas en el Grupo Promotor, que desde su posición gestiona cosas que nosotros no podemos gestionar. Y la experiencia en este caso ha sido diez puntos.

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