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El país|Miércoles, 9 de noviembre de 2005
LA CONFERENCIA EPISCOPAL TIENE NUEVA CONDUCCION

Un consuelo para Bergoglio

No fue papa, pero el cardenal primado de la Argentina fue elegido al frente de la Conferencia Episcopal. Lo acompañarán el arzobispo de Tucumán, Luis Villalba, y el de Lomas de Zamora, Agustín Radrizzani.

Por Washington Uranga
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El cardenal primado de la Argentina, Jorge Bergoglio, nuevo titular de la Conferencia Episcopal.
Tal como se preveía, los obispos católicos eligieron ayer rápidamente al cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, para presidir la Conferencia Episcopal durante el curso de los tres próximos años. De esta manera, Bergoglio suma a su condición de cardenal y de titular de la primera arquidiócesis del país la de máxima autoridad del organismo colegiado de los obispos, convirtiéndose por tal motivo en principal interlocutor político-institucional de la jerarquía católica respecto de la sociedad y de los poderes políticos. En esa tarea, el cardenal porteño será acompañado por el arzobispo de Tucumán, Luis Villalba, en la vicepresidencia primera, y por el obispo de Lomas de Zamora, Agustín Radrizzani, como vicepresidente segundo. Villalba es un hombre moderado, temeroso en su interlocución con el mundo político y social. Por el contrario, Radrizzani ha demostrado durante toda su trayectoria un claro compromiso con las acciones sociales de la Iglesia y ha impulsado de forma decidida acciones consideradas “riesgosas” por otros obispos, como es el llamado “Diálogo argentino”. En la secretaría general del Episcopado fue ratificado por tres años más el obispo auxiliar de Rosario, Sergio Fenoy.
Con esta conformación de la Comisión Ejecutiva los obispos parecen haber querido establecer un equipo donde el peso de Bergoglio será indudable, no sólo por la suma de atribuciones y el prestigio que ha logrado entre sus pares, sino también por las dimensiones que ha cobrado últimamente su figura en el nivel internacional y el reconocimiento en el propio Vaticano. Más allá de las críticas que sigue recibiendo de parte de algunas organizaciones vinculadas con la defensa de los derechos humanos por su actuación durante la dictadura militar, cuando ejercía como superior de los jesuitas, hoy Bergoglio ha construido una imagen de dirigente eclesiástico atento y preocupado por los problemas sociales y mantiene una relación muy cercana tanto con su clero como con la realidad de la arquidiócesis que comanda. Se le reconoce además una gran inteligencia y capacidad de equilibrio político para manejarse en las situaciones más complejas.
Bergoglio nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, fue ordenado sacerdote jesuita en 1969 y desde 1992 es obispo, primero como auxiliar de Buenos Aires, después como coadjutor y luego como titular de la misma diócesis. Es cardenal desde el 21 de febrero del 2001, cuando Juan Pablo II lo ordenó como tal. A las varias responsabilidades que tiene en el Vaticano sumó el mes anterior la condición de miembro de la secretaría permanente del Sínodo de Obispos, la asamblea que asesora al Papa en los grandes lineamientos de la Iglesia Católica.
Desde el punto de vista político Bergoglio se ha mostrado reacio a la exposición pública, pero se sabe de sus contactos reservados permanentes con figuras políticas y funcionarios gubernamentales. Precisamente uno de los puntos que más ha preocupado en los últimos tiempos ha sido la falta de un diálogo más fluido entre el Gobierno y las autoridades de la Iglesia Católica y en ese sentido, sin lugar a dudas, la figura del obispo Radrizzani en la vicepresidencia segunda del Episcopado puede llegar a jugar un papel de enorme importancia. Radrizzani nació en Avellaneda el 22 de setiembre de 1944, fue ordenado sacerdote en la congregación salesiana en 1972 y en 1991 fue nombrado obispo de Neuquén para suceder allí a quien fuera una de las figuras más sobresalientes del Episcopado argentino en la lucha por los derechos humanos, el obispo Jaime De Nevares. Desde el 2001, siendo ya obispo de Lomas de Zamora, Radrizzani cumplió una importante labor de mediación entre Iglesia y sociedad y en los conflictos sociales en su diócesis y en el orden nacional. Villalba, nacido el 11 de octubre de 1934, se ha desempeñado en el último tiempo al frente de la Comisión de Apostolado Laico y desde el 19 de agosto de este año le tocó asumir la administración apostólica de la diócesis de Santiago del Estero, una vez que se concretó la renuncia del obispo Juan Carlos Maccarone.
Sergio Fenoy, el ratificado secretario general, nació en Santa Fe el 19 de mayo de 1959 y es uno de los obispos más jóvenes del Episcopado. Sus pares le reconocen no sólo una gran capacidad organizativa, sino apertura de pensamiento, gran tino e inteligencia para manejar con criterio plural los diversos asuntos que pasan por sus manos.
Con la designación de la nueva Comisión Ejecutiva se abre ahora la expectativa acerca de cómo evolucionarán las relaciones con el Gobierno en temas tan delicados como lo referido a lo social, a la educación sexual, el aborto y, por ejemplo, la salida al “caso Baseotto”. Aunque se descuenta que el tono de moderación prevalecerá en el Episcopado, un indicio en ese sentido se puede tener esta misma semana si los obispos, tal como se adelanta, emiten un documento analizando la realidad del país. Por otra parte, si bien el nombramiento de la Comisión Ejecutiva cierra un capítulo importante en las elecciones dentro del Episcopado, es posible que entre hoy y mañana se conozcan los nombres de quienes serán titulares de las estratégicas comisiones de Fe y Cultura, Pastoral Social y Cáritas.

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