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El país|Viernes, 25 de noviembre de 2005
CARLOS ZANNINI LANZO SU CORRIENTE DE REFLEXION “COMPROMISO K”

Un pingüino con poder de fuego

Fue un extenso seminario que contó con la presencia de la mayoría del gabinete.
Formarán cuadros políticos en todo el país.

Por Martín Piqué
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Carlos Zannini, en su discurso, citó al Plan de Operaciones de Mariano Moreno y a Gramsci.
“Se impone que empecemos por festejar juntos el resultado electoral del 23 de octubre.” En su debut como orador público, el secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini, tardó menos de un minuto en hablar de las elecciones. “Fue un triunfo colectivo que cierra una puerta sobre un pasado ominoso que no queremos que vuelva”, aseguró. La frase sonaba parecida a muchas otras que se habían escuchado a lo largo de las siete horas que duró el lanzamiento de Compromiso K, una nueva corriente interna del kirchnerismo, en Parque Norte. Aunque nadie lo mencionó de esa forma, un tópico habitual de la política había recorrido los discursos más importantes: el punto de inflexión. Tanto Zannini, la estrella de la jornada, como el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, interpretaron el 23 de octubre como la consolidación de “un tiempo mejor en la Argentina”.
Aunque ninguno de los oradores mencionó el tema, el impulso a la reelección de Néstor Kirchner sobrevoló el encuentro. Fue como un sobreentendido del que ninguno de los panelistas quiso hablar. En el cierre de la jornada, el propio Zannini aseguró que “cualquier otra especulación corre por cuenta de los periodistas”. Aunque no dijo a qué se refería, muchos lo tomaron como una mención a las últimas notas periodísticas que vinculaban el acto con la intención de ir preparando el clima para el 2007. No pareció casual, entonces, que las paredes de la zona portuaria –por donde debían pasar quienes se dirigían a Parque Norte– estuvieran pintadas con la frase “Kirchner 2007”.
La jornada de trabajo convocó a una buena parte de los ministros y funcionarios del Gobierno para discutir “construcción política y poder”. Entre los panelistas estuvieron Alicia Kirchner, quien llegó acompañada por una multitud de familias humildes, en su mayoría mujeres con hijos del Plan Familias; Ginés González García, Daniel Filmus y Carlos Tomada; el secretario de Hacienda, Carlos Mosse; el secretario de Obras Públicas, José López; el subsecretario general de la Presidencia, Carlos Kunkel; el ministro de Gobierno bonaerense, Florencio Randazzo; el secretario de Derechos Humanos de la provincia, Remo Carlotto, entre otros.
Zannini comenzó su discurso pasadas las siete y media de la tarde. Aunque algunos ministros ya se habían ido –uno fue Alberto Fernández, quien se fue apenas terminó la charla que compartió con Randazzo y Kunkel–, otros se hicieron presentes a último momento. Querían escuchar su primer discurso público. Allí estaban el titular de la SIDE, Héctor Icazuriaga; el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli; el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde; el coordinador de la secretaría general, Juan Bontempo; el asesor presidencial, José “Pepe” Salvini. “Está la pingüinera completa”, bromeaba Bontempo, a quien algunos llaman “Juancito caminador.”
Con los funcionarios en primera fila, Zannini invitó a construir “una organización del siglo XXI” y convocó para ello a “peronistas, radicales, socialistas, movimientos sociales y ecuménicos”. “No se puede poner el vino nuevo en odres viejos”, argumentó citando una metáfora de la Biblia. No fue la única cita que exhibió en su discurso, en el que mostró mucha variedad para aludir a textos clásicos. Mencionó el “Plan de Operaciones” de Mariano Moreno y el Nuevo Testamento, pero también se basó en la definición de Antonio Gramsci sobre “lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no termina de nacer” para explicar su visión del escenario político. “Todavía hay rasgos de comportamiento sistémico”, aseguró.
Se refería a lo que consideró una de las peores herencias del “pasado”: la conversión de la dirigencia política en “una corporación que estaba al servicio del establishment”. El cuestionamiento a las “corporaciones” fue una de las constantes de la tarde. Con palabras casi calcadas, Kunkel y Randazzo salieron a defender la decisión de Kirchner de cargar en público contra los supermercadistas. El jefe de Gabinete hizo lo mismo. “Algunos sectores están temiendo perder sus espacios de privilegio”, dijo involucrando incluso a la Iglesia. Más tarde, Zannini dijo que lo mejor de la presidencia de Kirchner era que había tomado “la agenda de la sociedad, más allá de cualquier interés corporativo, para defender el interés del pueblo argentino”.
En el cierre del acto, Zannini se preocupó por hacer un balance político de las elecciones, algo que hasta ahora no había hecho ningún funcionario, al menos en público. “Ya no se puede discutir liderazgo. Ni en el oficialismo ni en la oposición”, opinó. Pero no se quedó en el diagnóstico. Después criticó, sin nombrarlos, a Mauricio Macri y Elisa Carrió: “Que se transformen en parte del paisaje, en críticos de lo que nosotros hagamos”, dijo en su arenga final, medio tapado por los aplausos.

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