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El país|Viernes, 30 de diciembre de 2005

En ojotas, el kirchnerismo ya busca los votos para modificar el Consejo

El titular de la Cámara, Alberto Balestrini, mantuvo reuniones
para conseguir adhesiones. En el oficialismo aseguran que ya
cuenta con 122 votos. Sin embargo, hay disidentes en sus filas.

Por Martín Piqué
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Alberto Balestrini y Agustín Rossi en la Cámara con Osvaldo Nemirovsci y Juan Urtubey.
Aunque muchos diputados ya comenzaron sus vacaciones, el titular de la Cámara, Alberto Balestrini, se impuso una tarea menos grata. Ayer, mientras la ciudad se llenaba de papelitos y algunos de sus pares iniciaban un éxodo a las playas, Balestrini comenzó a tantear los números que necesitará el oficialismo (129 diputados, la mayoría absoluta del cuerpo) para aprobar en Diputados la polémica reforma al Consejo de la Magistratura. Después del punteo, el kirchnerismo se mostró muy tranquilo. “Estamos cerca de los 122 diputados”, confiaron a Página/12 desde la presidencia del cuerpo. Los cálculos oficialistas prevén el apoyo de los hombres de Adolfo Rodríguez Saá, del bloque que armó el correntino Ricardo Colombi –que prometió sumar gente– tras su ruptura con la UCR y de algunos ex duhaldistas. Igualmente, para ganar consenso y quizás, sumar otros respaldos, no descartan producir algunos cambios en la propuesta presentada por Cristina Kirchner. En concreto, están evaluando ampliar la representación de las entidades profesionales que agrupan a los abogados.
Antes de comenzar su descanso por fin de año, Balestrini tuvo días llenos de reuniones: entre el martes y el jueves, por su despacho pasaron Eduardo Camaño y José María Díaz Bancalari, del bloque Peronista Federal. Allí se estudió la oferta de comisiones del cuerpo y se repasó el número que se necesita para aprobar el proyecto que ya tiene media sanción del Senado. La reunión con los ex duhaldistas despertó rápidas lecturas políticas. Anteayer, el bloque quedó al borde de la fractura tras las declaraciones de Hilda “Chiche” Duhalde, quien cuestionó a Díaz Bancalari por no asistir a la audiencia pública que organizó todo el arco opositor para repudiar una eventual reforma del Consejo.
Aunque todavía falta mucho para la fecha en que se tratará el tema (probablemente a mediados de febrero), los diputados ya están pensando en esa votación. Los más preocupados son los legisladores kirchneristas que están en contra del proyecto. Por ahora son dos: el ex canciller Rafael Bielsa y el neuquino Oscar Massei, un dirigente cercano al titular de la comisión de representantes permanentes del Mercosur, Chacho Alvarez. El miércoles, Bielsa se abstuvo de firmar el dictamen de la mayoría en la reunión conjunta de las comisiones de Justicia y Asuntos Constitucionales. Ayer, Massei dijo que espera no tener “inconvenientes” en su bloque.
“Yo comuniqué que no compartía el corazón de la reforma, que es lo que tiene que ver con la composición. Esto está más allá del gobierno de turno, lo excede. Hasta el momento, esto no me ha generado inconvenientes, y espero que no suceda, porque si no, hablaría de la incapacidad de permitir el disenso dentro del bloque”, aseguró Massei. Según explicó, con la reducción del número de miembros del Consejo (de 20 a 13 miembros), el “oficialismo tendrá un poder de veto que hará romper el equilibrio”.
Pero Massei no es el único que teme sufrir algún tipo de reprimenda de parte de la conducción del bloque. La periodista Norma Morandini, que fue electa por la agrupación del intendente de la capital cordobesa, Luis Juez, un virtual aliado del Gobierno, confesó su preocupación porque su postura, contraria al proyecto oficial, pueda terminar perjudicando a su provincia. “Espero que esto no se viva como castigo y que a Córdoba le den las partidas que corresponden”, dijo ayer en diálogo con Página/12.
La aparición de estos rebeldes parece no haber molestado al resto de la bancada oficialista. Aunque quizá sea una pose, los kirchneristas le quitan dramatismo a la cuestión. “No va a haber expulsión del bloque. Además a esta bancada, por su perfil, le gusta estudiar los proyectos y en este caso no hubo tiempo”, comentó a este diario un integrante del Frente para la Victoria. En todo caso, el enojo del oficialismo está depositado en la pelea con el amplio arco opositor que debutó el martes en el Anexo del Congreso.
El enfado se multiplica ante la figura de la líder del ARI, Elisa Carrió. El jefe del bloque K, Agustín Rossi, dijo ayer que “hegemoniza la mesa opositora” y le reprochó las constantes acusaciones de “fascistas”. “Lomejor que pasó en política judicial en la Argentina en los últimos dos años y medio no lo produjo el Consejo de la Magistratura sino el Presidente, autodelimitándose su poder de designar los miembros de la Corte. Ganamos las elecciones y le dimos independencia a la Corte Suprema, no somos fascistas. ¿Por qué nos acusan así?”, se quejó Rossi. Mucho más contundente, acorde con su carácter, fue el ex subsecretario general de la Presidencia, Carlos Kunkel (ver aparte).
Pero el fervor está concentrado en las declaraciones públicas. En la negociación más silenciosa, la que busca sumar aliados, el kirchnerismo se muestra mucho menos confrontativo. Es, quizá, un producto de sus necesidades. Aunque en el bloque K exhiben un cauto optimismo. Cuenta con aliados recientes, como la ex duhaldista Elda Agüero, quien se pasó hace dos días al Frente para la Victoria, los votos radicales que pueda aportar Colombi (una relación que construyeron Rudy Ulloa Igor, Armando “Bombón” Mercado y Roberto Porcaro), los adolfistas, el sector más conciliador del bloque Peronista Federal encabezado por Díaz Bancalari, más alguna sorpresa que –deslizan– podría surgir del partido de Mauricio Macri.

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