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Tras varios días de suspenso, el presidente electo de Bolivia, Evo Morales, confirmó que el 17 de enero vendrá a la Argentina para reunirse con Néstor Kirchner. La visita, que el Gobierno venía gestionando con cierta ansiedad, fue anticipada por el propio Morales en una conversación telefónica con el canciller Jorge Taiana. La charla se concretó el miércoles a la noche, mientras Morales se encontraba en Madrid. Antes de acordar la reunión, Taiana habló con el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, quien le ratificó que Kirchner estará en Buenos Aires el 17 de enero. Un día después, el Presidente volará a Brasilia para participar de una reunión bilateral con Luiz Inácio Lula Da Silva y, luego, de una trilateral con el brasileño y Hugo Chávez. Aunque no está confirmado, es probable que Morales se sume y viaje a Brasil desde la Argentina.
Aunque el Gobierno hizo todo lo que pudo por evitarlo, la visita de Morales terminó por convertirse en una comedia de enredos. A pesar de la buena relación personal entre Kirchner y Morales, la Argentina pareció quedar en un segundo plano tras la abrumadora victoria del líder cocalero. El tema generó cierta sensibilidad en el Ejecutivo, porque Morales no había incluido a Buenos Aires en su primera gira internacional. Había intereses en juego: el suministro del gas desde Bolivia y la posibilidad de aumentar el precio del millar de BTU (unidad calórica) que se importa al país, especialmente a través de la todopoderosa Repsol.
El futuro gobierno boliviano quiere aumentar el precio que recibe por la exportación a la Argentina, hoy estancado en 2,04 dólares el millar de BTU. Miembros del oficialismo contaron a Página/12 que el Gobierno estaría dispuesto a subir el precio hasta 4 o 4,50 dólares. Habrá que ver si un eventual aumento se traslada a las tarifas de las facturas por la distribución de gas natural. El tema cobra más importancia por su eventual costo en materia inflacionaria. Cerca de Morales ya fijaron un piso para la negociación: según el vicepresidente electo, Alvaro García Linera, “el precio que se paga fue por una emergencia pero es insostenible”.
El número dos del futuro gobierno boliviano iba a llegar al país hoy, justamente para negociar con el ministro de Planificación, Julio De Vido, sobre el suministro del gas a la Argentina y lo que recibe Bolivia a cambio. Pero la visita se suspendió cuando Morales acordó con Taiana venir en persona a Buenos Aires cinco días antes de su asunción, prevista para el 22 de enero. ¿Por qué el cocalero aceptó venir a último momento? Todo parece convalidar la versión que habían dado en Bolivia, de que (hasta anteayer) no habían recibido una invitación oficial del Gobierno.
Morales vendrá a la Argentina con García Linera. Tuvo que modificar su agenda, bastante complicada porque está en medio de una gira por América, Europa y Asia. Para el Gobierno, conseguir que Morales viniera a Buenos Aires antes de su asunción se había convertido en un objetivo simbólico: si la gestión fracasaba hubiera revelado cierta pérdida de influencia. Por eso, la Cancillería se movió frenéticamente: además de los contactos con Morales, en Bolivia hubo gestiones del embajador en La Paz, Horacio Macedo, y del asesor del ministerio Isaac “Yuyo” Rudnik, viejo conocido del jefe del bloque del MAS, Antonio Peredo. Macedo y Rudnik transmitieron la invitación de Kirchner en una reunión con Peredo y García Linera. Así terminaron de descomprimir la situación, ya cercana al culebrón.
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