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El país|Domingo, 8 de enero de 2006
ASESINATO EN RECOLETA

Preguntas del caso Mitre

El móvil para un homicidio, el sospechoso más buscado, las características llamativas del episodio, su grado de premeditación y el perfil de riesgo de la víctima. Lo que opinan los investigadores del caso.

Por Raúl Kollmann
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Transcurrida una semana del asesinato de Luis Emilio Mitre, no hay ningún detenido por el crimen. Los investigadores dicen que buscan a un sospechoso del que aseguran “en un 90 por ciento, estamos seguros es el culpable”. Lo cierto es que, hoy por hoy, el siniestro crimen, que incluyó previamente golpes y el método de tortura del submarino seco, está impune. Estas son las preguntas que plantea el caso:

1

¿Está claro quea Luis Emilio Mitre
lo mataron para robarle?


–Todo indica que sí, aunque hay circunstancias que no se explican muy bien. La casa estaba muy revuelta, algo que es inhabitual en crímenes pasionales o en los que el objetivo es la venganza. Además, el asesino se llevó cosas, entre ellas medallas y condecoraciones del padre de Luis Emilio Mitre: tal vez supuso que eran de oro o que se podían reducir –vendérselas a vendedores de cosas robadas– como elementos históricos, algo que está muy en boga en la Argentina. El hecho que no termina de encajar es que el ladrón– asesino no tocó la caja fuerte, que no sólo tenía llave sino también combinación. Las pericias demuestran que no fue abierta. Era una caja fuerte oculta en un placard y es posible que, pese a pegarle a la víctima, éste no haya revelado dónde estaba o que en el intento de hacerle el llamado submarino seco –ahogar una persona con una bolsa en la cabeza, interrogarlo, sacarle la bolsa, volver a interrogarlo, ahogarlo nuevamente–, Mitre se haya muerto antes de lo previsto, sin decir dónde estaba la caja y cuál era la combinación.

2

¿La hipótesis más probable es que el asesino es un taxi boy del circuito gay?


–Hay que aclarar que –según le explicó a este diario el criminalista Raúl Torre– existen taxi boys declarados y no declarados. Los primeros ofrecen servicios puntuales, a tal hora, en tal lugar, por tal cantidad de dinero. Suelen tener protección, inmunidad y sociedad con policías. Otros establecen una relación distinta, más extensa en el tiempo, y que en algún punto se parece más a un noviazgo, aunque siempre está de por medio el dinero. El hombre que, con nombre y apellido, figura como principal sospechoso tiene este último perfil. No se trata de alguien al que Mitre contratara esa noche, sino que lo conocía de antes, mantuvo con él una relación durante cierto tiempo y se habían vuelto a encontrar antes de las Fiestas. De todas maneras, como evidencia, hay rastros de llamadas con ese sospechoso. Lo que más lo ubica como principal foco de la investigación es que desapareció de los lugares que solía frecuentar, además de que dio domicilios falsos, tanto a Mitre como a otras de sus relaciones. “Tal vez sea una casualidad y justo se haya tomado vacaciones, pero el joven se hizo humo”, le dijo a Página/12 uno de los investigadores. Hay que advertir que, de todas maneras, podríamos estar en presencia de alguien que proviene de un ambiente en el que la protección policial tiene su importancia, lo cual explica que el juez Ricardo Pinto y la fiscal Felisa Krasucki se mueven con pies de plomo, pidiendo más y más pruebas.

3

¿Es un crimen clásico con una
mecánica habitual?


–Sí. La División Homicidios de la Policía Federal desarticuló el año pasado un grupo de tres taxi boys que no sólo robaban sino que habían perpetrado al menos tres crímenes, que son los que se les pudieron probar, aunque está instalada la sospecha de que cometieron más. Estos sujetos –y ello parece ser válido en el caso actual– se aprovechaban de la vulnerabilidad de sus víctimas. Por un lado, se cuenta con que la víctima no va a denunciar el robo porque no quiere revelar que contrató un taxi boy o directamente no quiere que nadie se entrometa en su sexualidad. Es evidente que cuando alguien se presenta en una comisaría para hacer unadenuncia de ese tipo, tiene que dar detalles de cómo la persona ingresó a la vivienda y en muchos casos las víctimas de esos robos prefieren dar por perdido el dinero antes que exponer su vida privada. El otro elemento que juega es que también quieren mantener privacidad sobre el dinero o los bienes que tienen en su vivienda.

Los criminalistas dicen que los integrantes de la comunidad gay que no tienen una pareja estable, son solitarios, de cierta edad y cuentan con un sólido pasar económico, corren más riesgos que el común de la gente. Por de pronto, las parejas heterosexuales tienen facilidades para ir a los hoteles alojamiento, mientras que las personas de ese perfil suelen llevar a sus parejas ocasionales a sus propios domicilios. Eso significa abrirle la puerta al riesgo, por cuanto –como lo explican el criminalista Raúl Torre y el psiquiatra forense Osvaldo Raffo, en el capítulo “Los asesinos de gays”, del libro Homicidios Seriales–, entre algunos taxi boys declarados y no declarados “existen estallidos periódicos de estas personalidades psicopáticas”. Torre le explicó a este diario que “el taxi boy es una persona joven, apuesta, que por lo general disfruta de la relación heterosexual, pero se dedica a lo que se dedica por dinero. Nosotros hablamos de personalidad psicopática porque hemos visto decenas de casos en los que les pegan brutalmente a sus víctimas, las atan e incluso les ponen las bolsas en la cabeza para que digan dónde tienen sus bienes. Es típico”.

4

¿Luis Emilio Mitre tenía el perfil
para ser víctima de uno de estos ladrones-asesinos?


–Todo indica que sí. El escritor Jorge Asís, que no era su amigo, pero que lo veía muy habitualmente en el bar Posadas, sostiene en su página de Internet que “Mitre registraba en los últimos años una tendencia a la promiscuidad”, “se había convertido en un veterano conciliador de amores alquilados”, “que entraba y salía unas doce veces por día del edificio de la calle Posadas, a veces con jóvenes”, aunque la mirada no debería estar puesta –dice Asís– exclusivamente “entre los profesionales contactados telefónicamente, de inquietante euforia mercenaria”. El escritor sugiere tres elementos para la investigación: que el crimen no se cometió en la madrugada del sábado, ya que existiría un testigo que lo vio vivo el domingo; que debería estudiarse la vinculación con el caso de algún otro copropietario del edificio de Posadas o de algún integrante de la seguridad del mismo edificio. Del artículo de Asís tomaron nota los investigadores, aunque está claro –así lo señala la autopsia– que el homicidio se produjo el sábado a la madrugada. Incluso fueron convocados los mozos del bar Che Buenos Aires, donde habría estado el domingo, pero declararon que aquel día no estuvo allí. Respecto de las otras alternativas –algún integrante de la seguridad u otro copropietario con el que habría mantenido una relación–, se están analizando, aunque las miradas están puestas en aquel taxi boy que salió presurosamente de la escena porteña, que dio domicilios falsos y al que no se lo pudo encontrar hasta ahora.

5

¿El crimen
fue planeado?


–No da la impresión, aunque no es seguro. Por de pronto, el principal sospechoso no tiene antecedentes de haber cometido un hecho de ese estilo, pero además utilizó elementos encontrados en el domicilio de Mitre para cometer el crimen. Tanto la bolsa como los cordones con los que ahorcaron al abogado estaban en el departamento: no fueron traídos por el asesino. Según los investigadores, quien perpetró el homicidio no es un planificador frío y metódico, ni perpetró el robo-asesinato con prolijidad y cálculo. Dejó –si es que los investigadores judiciales y policiales tienen razón– demasiadas evidencias, incluyendo comunicaciones telefónicas, alguna huella y pelo. Esto ratifica el perfil trazado por Torre y Raffo: la explosión de una personalidad psicopática. En algún momento se barajó la hipótesis de que haya actuado más de una persona, algo que suele ocurrir cuando trabajan en bandas: el primero ingresa al departamento con la víctima, lo maniata y después hace entrar al segundo. Por las declaraciones de los hombres de seguridad y por los rastros encontrados en el departamento, no habría sido ése el caso de Mitre: el asesino sería uno solo.

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