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El país|Sábado, 11 de marzo de 2006
HOMENAJE A JUAN GELMAN POR LOS CINCUENTA AÑOS EN EL PERIODISMO

“Ejemplo de calidad y compromiso”

Para marcar su trayectoria en la profesión, doscientos periodistas saludaron al poeta, que estuvo acompañado por su nieta María Macarena y por su mujer, Mara Lamadrid.

Por Silvina Friera
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María Macarena, Gelman y su mujer en la sede de la Utpba, durante el acto de ayer.

Cuando Juan Gelman tomó el micrófono, doscientas personas se pusieron de pie, emocionadas, en la Unión de Trabajadores de Prensa (Utpba). Ahí estaba el “amigo Juan”, ese gran poeta que enfrentó lo injusto de este mundo con un puñado de palabras que están grabadas en la memoria de los argentinos. El poeta, que celebra sus cincuenta años como periodista, recordó que en otro local de la Utpba se velaron los restos de su hijo Marcelo. “Cuando partió el cortejo, cayó una lluvia de pétalos de rosas de uno de los edificios. Y esos pétalos siguen cayendo sobre mi vida.” Con ese estilo susurrante, de hablar bajito como si estuviera pidiendo permiso, Gelman, que estuvo acompañado por su nieta María Macarena, bromeó: “Uno llega a los 75 años por distracción”. En el homenaje a este trabajador de la palabra, que publicó su primer poemario, Violín y otras cuestiones, en marzo de 1956, estuvieron el periodista Horacio Verbitsky y el secretario general de la Utpba, Daniel Das Neves.

Con una escenografía más que significativa –las fotos de Rodolfo Walsh y Haroldo Conti–, Das Neves subrayó la calidad del periodismo ejercido por el poeta. “Todos hemos compartido una redacción con Juan, seamos conscientes o no”, señaló el titular de la Utpba. “Con crónicas profundas, opiniones contundentes, con su compromiso visceral y una prosa implacable, Gelman peleó por una vida digna y no permitió que se instale el olvido ni la distracción.” Para Das Neves, el homenaje fue un acto de justicia, dedicado a quien hace cincuenta años que “viene trabajando con la palabra justa para deleitarnos y conmovernos”.

Verbitsky dijo que conoció a Gelman en unas jornadas de lectura de poesía que se hacían en el sótano de un teatro. “Juan y Paco Urondo leían sus poemas y era sorprendente que la poesía pudiera convocar a tanta gente en el Buenos Aires de fines de la década del 50. Y la palabra de Paco y de Juan nos hacía vibrar, era una poesía muy bella que hablaba el lenguaje de la vida cotidiana.” A los 22 años, Verbitsky tuvo el extraño privilegio de ser el jefe de Gelman en la redacción de la revista Confirmado. Claro que al principio Verbitsky pensó que le tendría que dar un tiempito al poeta para que se adaptara a los tiempos y el estilo de la revista. “Pero cómo no se iba a adaptar ese poeta maravilloso a la redacción. Nunca tuve que corregirle ni una sola letra de lo que escribía”, confesó.

En la década del ’70, “años dramáticos y de mucha urgencia” –en palabras del autor de Robo para la corona–, cuando el oficio periodístico y la militancia empezaron a transitar por la misma senda, Gelman y Verbitsky compartieron la redacción del diario La Opinión. “Las páginas culturales de Juan son un ejemplo de periodismo de calidad y de compromiso con las luchas populares”, precisó Verbitsky. Los tantos se invirtieron en el diario Noticias: el poeta fue jefe de Verbitsky. Los caminos se bifurcaron antes del golpe militar. En 1975 Gelman se exilió y recién a fines de la dictadura volvieron a encontrarse en una estación de subte de París. “Juan fue el gran organizador de las denuncias y logró el aislamiento de la dictadura.” A partir del reencuentro, aparecieron las coincidencias, pero también las discusiones sobre las perspectivas de un futuro revolucionario. “Eramos fósiles que a lo máximo que podíamos aspirar era a ser el combustible para las próximas generaciones.”

“No comparto la teoría de Horacio de que soy un fósil”, bromeó Gelman. “Nos queda su actitud, su compromiso y calidad en el uso de la palabra”, concluyó Verbitsky.

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