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El país|Domingo, 12 de marzo de 2006
EL ARI ABRE SU DISCUSION INTERNA TRAS EL JUICIO A IBARRA

“Tenemos una crisis de identidad”

Mañana, en una reunión de bloque de legisladores, la fuerza que lidera Elisa Carrió comenzará a debatir su situación después de haber aportado dos votos a la destitución del ex jefe de Gobierno.

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“Estoy feliz”, dijo Carrió luego de la remoción de Ibarra.

“Nuestros votantes están confundidos, no tienen en claro a dónde quiere ir el ARI. Tal vez Lilita lo sepa, pero la gran mayoría de los dirigentes, no”, confesó una figura con peso propio en el partido, inmersa en los debates internos que surgieron tras la destitución de Aníbal Ibarra, a la que aportaron dos votos. Ese tema seguramente hará catarsis en la reunión que tendrá mañana el bloque de legisladores porteños, pero el impacto también reflotó una serie de discusiones de larga data: la forma en la que se toman las decisiones, la difícil proyección nacional de la fuerza y el perfil que buscarán, que para algunos dirigentes se viene desdibujando. “Hay una suerte de crisis de identidad: era más fácil saber qué era ser del ARI hace dos años que ahora”, comentó uno de ellos a Página/12. Este debate seguramente eclosionará el 1º y 2 de abril en un congreso del ARI.

Entre los aristas, las opiniones están divididas a favor y en contra de la destitución. El día del veredicto, contrastó el balance de Elisa Carrió (“Estoy feliz”) y de Enrique Olivera (“No hay nada que festejar”). Tanto Olivera como Teresa de Anchorena eran refractarios a remover a Ibarra, una posición que compartieron con Fernando Melillo, el jefe del bloque. “Melillo, que tiene a la mujer y el mejor amigo en el Gobierno, se portó muy bien con el partido porque votó para abrir el juicio. Los ex frepasistas decían que no había que destituirlo. Y Anchorena se comió la campaña de Ibarra”, disparó un legislador partidario de la destitución. Fuera de la Capital, sólo Marta Ma-ffei planteó dudas sobre la remoción, pero luego relativizó su postura.

También hay diferentes matices a la hora de evaluar el costo político de la destitución. “Nos enteramos casi on line de la posición de nuestros legisladores. Faltó una mínima puesta en común”, evaluaron en el bloque. Si bien Carrió dijo que sus diputados tenían “libertad de conciencia”, es difícil que el resultado no se haya leído como una postura del partido. “Muchos nos dicen que cómo si somos progresistas votamos la destitución. Para nosotros no es que si es de centroizquierda hacemos la vista gorda, y si es de derecha, lo destituimos. Nos tenemos que poder bancar un voto contra las encuestas, si creemos que es lo correcto”, definió otro dirigente, que talla en el armado nacional.

La forma en la que se toman las decisiones también resurgió en los debates internos. “La discusión es cómo se compatibiliza la construcción de una fuerza política con una figura carismática muy fuerte”, señaló uno de los dirigentes, mientras que otro aclaró que este planteo también lo hace la propia Carrió. “Ahora estamos bien porque somos cuatro gatos locos, pero aspiramos a crecer”, confió otro líder del ARI, bonaerense él, que considera que se deben establecer con mayor claridad las reglas internas de funcionamiento. Por el momento, el ARI tiene dos plenarios nacionales por año, “donde se establecen las líneas generales en las que nos movemos”. “El problema es que a Carrió le ponen un micrófono delante y no puede decirles que esperen al congreso del partido”, destacó un joven dirigente, incondicional de la líder del ARI.

El perfil del partido también forma parte de las tribulaciones. “Cuando Lilita dice que Abuelas y Madres fueron cooptadas por Ibarra, nos choca”, ejemplificó más de uno, pero también mostraron preocupación por Olivera. “Nadie sabe hasta qué punto articulará con el partido. Tiene reuniones con muchos sectores del radicalismo para su proyecto de jefe de Gobierno”, explicó un novel arista. Otra figura, con mayor trayectoria, opinó que “el ARI tiene que optar entre constituir un panradicalismo republicano o volver a la convocatoria de peronistas, radicales y militantes de centroizquierda”. Se preguntó si buscarán ser una alternativa de poder o si se convertirán en “una fuerza testimonial del ocho o el nueve por ciento”. De momento, no evalúan una alianza con otros espacios. “Estamos viendo la necesidad de fortalecer el partido, pero no a través de coaliciones con personalidades”, afirmaron. En el último congreso, en octubre, acordaron un alto de seis meses para pensar posibles alianzas. En abril intentarán descifrar qué rumbo tomará la fuerza.


Informe: Werner Pertot.

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