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El país|Domingo, 14 de mayo de 2006
EL RARO CASO DE CARLOS PORTO, EXPERTO EN “RECONTRAESPIONAJE”

Pattista mediático, carapintada gritón

Por Adriana Meyer

Una joven muchacha tomó la iniciativa, increpó al presidente de la comisión, y le cuestionó a los gritos su representatividad. De inmediato se le sumaron otros seguidores del represor Luis Patti, pero hubo uno que lideró el griterío con agresiva vehemencia. “¡Esto es un circo!”, vociferó un hombre cincuentón, trajeado con corbata a cuadritos, algo histriónico. A quienes presenciaron la escena que cerró la aprobación del dictamen a favor de las impugnaciones contra el ex subcomisario para que no ingrese a la Cámara de Diputados ese rostro les pareció conocido. Se trata de Carlos Porto, ex carapintada y miembro del Partido Popular de la Reconstrucción (PPR) que presidió Gustavo Breide Obeid, denunciante compulsivo y actual asesor del bloque de legisladores pattistas. No era la primera vez que las cámaras de televisión lo enfocaban. Supo alternar su militancia nacionalista con un rol en el panel del reality-show que conducía Mauro Viale en los últimos años ’90. Sin embargo, Página/12 ya lo había descubierto en 1989, cuando realizaba “juegos de guerra” en el Batallón Dignidad, un grupo de comandos a las órdenes de Mohamed Alí Seineldín.

El mínimo incidente ocurrido el martes 9 a la tarde, que algunos medios agrandaron anunciando que se había suspendido la reunión de la comisión cuando la misma ya había terminado, fue un pequeño triunfo del grupo que responde a Patti y su partido, el Paufe (Partido de Unidad Federalista).

Página/12 pudo saber que la chica morocha de pelo largo, camisa blanca y saco negro que inició el breve escandalete es una de las secretarias de la diputada pattista Nélida Mansur. “¡Ese es un amnistiado!”, le gritó al diputado Miguel Bonasso. Y siguieron agravios variados para otros legisladores oficialistas y del ARI que estaban ubicados enfrente del grupo exacerbado. Los agredidos se mantuvieron en silencio mientras intentaban retirarse del salón más amplio del segundo piso del Anexo de Diputados, donde había sesionado la Comisión de Peticiones, Poderes y Reglamento. Sólo el diputado Carlos Tinnirello les respondió: “¡Ustedes tiraban gente al mar y justifican la tortura!”. El incidente no llegó a mayores, aunque fue llamativa la retirada previa del empleado de la comisión que estaba ubicado del lado de los pattistas. “Hay dos asesoras que se quieren morir de fastidio por quedar involucradas en algo así, incluso una se descompuso, porque se la pasan investigando, son abogadas y aceptan el debate de ideas, pero no los gritos y agravios” –comentó a Página/12 una fuente vinculada al Paufe.

El 26 de noviembre de 1989 este diario publicó los detalles de los “juegos de guerra” o entrenamiento de combate sin armas que protagonizaron los miembros del Batallón Dignidad, un grupo de comandos que respondía a las órdenes de Mohamed Alí Seineldín, el coronel que ya se había alzado en armas en Villa Martelli un año antes. Y que preparaba el último levantamiento para el año siguiente. Según describió el periodista Sergio Ciancaglini, este batallón que estaba formado por más de doscientos comandos civiles se reunió cerca de Luján para sus prácticas. Una semana antes, Carlos Porto reivindicó a su líder y admitió esos ejercicios en declaraciones a Radio Fantástica de Luján. Entrevistado por Página/12, Porto explicó que tras los ejercicios querían “correr hasta la Basílica, rodearla, asistir a misa y desconcentrarse”. El periodista Néstor Pertusi de Radio Fantástica había encontrado sobre la Ruta 5 a este contingente vestido con remeras azules con la identificación “Batallón Dignidad”. Y no dudó en abordar a Porto, a quien conocía, con el grabador que siempre llevaba encima, quien le manifestó que la intención era entrenarse y reunirse “como los veteranos de Vietnam”.

“El ambiente había comenzado a distenderse a medida que los comandos dejaron de lado la idea de que los periodistas obedecían a designios soviéticos”, cuenta Ciancaglini sobre su acercamiento a la zona misma de los “juegos”. “Durante el viaje previo en auto, Porto hizo una broma. ‘Uno de nuestros ejercicios es ver cuánto se aguanta con una granada MK-2 como ésta, sin arrojarla cuando se le saca la espoleta’. Y sacó la espoleta”, relató el periodista. Ante el espanto y los gritos de sus acompañantes, Porto blanqueó que era una broma y les dijo riéndose que la granada estaba descargada. “Nuestro sueño es que Seineldín sea algún día presidente”, diría más tarde. Entre sus enemigos principales estaban Estados Unidos, Inglaterra, el sionismo y los generales como el entonces jefe del Estado Mayor del Ejército Isidro Cáceres. A Aldo Rico lo consideraba un traidor.

En 2002 el bisemanario El Civismo de Luján publicó que Porto estuvo involucrado en una causa por los saqueos de diciembre de 2001, y que tenía un proceso por amenazas contra el intendente Miguel Prince. Eran los días en que participaba como orador de un acto del PPR, junto al ex carapintada Breide Obeid, con vistas a las elecciones. “Como el chancho: cuanto más me pegan más grito. Acompáñenos. ¡Viva la patria!”, fue el cierre de su discurso en la Cooperativa Eléctrica de esa ciudad. Cuando Seineldín anunció su retiro de la política, Porto formó la “Acción Vecinal de Unidad Lujanense”.

En agosto de 2005 lanzó su candidatura a concejal por el Paufe, fuerza que terminaría formando alianza con el duhaldismo. En la página del semanario Presente fechada el día 13 de ese mes, puede verse la crónica y la foto con Patti. Porto utilizó la radio 24FM como su base política, sobre todo difundiendo denuncias para hacer campaña. De hecho, en la Justicia de Mercedes lo identifican como un “denunciante compulsivo”. Le faltaron pocos votos para obtener el cargo, pero como esa estrategia no le funcionó armó una programación “light” en la radio. Tampoco le había ido bien en los tribunales, donde casi la totalidad de sus denuncias fueron archivadas. “Terminó la campaña y fue nombrado como asesor en la Cámara. Cuando empezó el juicio a Patti (en Diputados) le hicimos una nota y dijo que iba a salir a juntar firmas por ese tema. En un momento le dijimos que lo hacía para que lo nombren asesor y nos respondió que ya lo habían nombrado, más allá que de que Patti entrara o no”, relató a Página/12 un periodista de El Civismo. Durante esa campaña de firmas no se privó de alertar sobre los peligros que caerán sobre la democracia si prospera la impugnación contra el ex subcomisario.

En pleno escándalo por el caso Coppola, Porto supo integrar el panel de Mauro Viale, junto a Samantha Farjat y sus amigas, y lo presentaban como abogado, aunque nunca pasó por la Facultad de Derecho. En los archivos televisivos quedaron registradas las imágenes de sus peleas con Gerardo Romano ante las cámaras. Según la agencia NOVA, a Porto se lo conoce como el “cuidaperros” y en declaraciones periodísticas afirmó haber “engañado a la CIA” y haber recorrido Europa para hacer atentados “amparado en el recontraespionaje (sic)”. Ahora amparado por la estructura partidaria del torturador, apologista de la mano dura y aspirante a diputado nacional Luis Patti, Porto pasea su humanidad por el Congreso ejerciendo un pesado lobby a favor de su nuevo líder.

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