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El país|Lunes, 15 de mayo de 2006
BALANCE DEL GOBIERNO ARGENTINO SOBRE LA CUMBRE UNION EUROPEA-AMERICA LATINA

“Nos miran como parte de la solución”

La comitiva argentina se fue contenta porque evalúa que Kirchner se posicionó en un lugar confiable a los ojos de los líderes europeos. Análisis sobre la situación del Mercosur y su relación con la UE. Las negociaciones comerciales.

Por Fernando Cibeira
Desde Viena
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El presidente Kirchner junto a su par brasileño, Lula Da Silva y el presidente del Parlamento europeo.

“Lo mejor que nos está pasando es que ahora nos miran como parte de la solución y no como parte del problema”, explicaba ayer un importante integrante de la comitiva argentina que participó de la Cumbre Unión Europea y América latina en Viena. La percepción tenía que ver con las reuniones que habían mantenido con los jefes de Estado y cancilleres europeos. Allí, las preguntas, ansiosas, se habían centrado casi invariablemente en la situación interna de la región y, en especial, sobre los últimos movimientos de Hugo Chávez y Evo Morales. A los ojos europeos, según aseguraban cerca suyo, Néstor Kirchner se posicionó en un lugar que los líderes del Viejo Continente sienten confiable en comparación a otros presidentes a los que perciben más amenazantes. Esa fue una de las conclusiones que dejó el periplo vienés que el Presidente cerró anoche cuando se subió al avión que lo condujo de vuelta a Buenos Aires.

“Con nuestras dificultades, siempre es bueno acercarse a Europa”, resumía el canciller Jorge Taiana, consultado sobre el balance de una cumbre que, si hay que guiarse por el documento final, dejó poco más que un rosario de buenas intenciones. “Venir acá sirvió para hacer una actualización política acerca de cómo estamos e intercambiar posiciones”, agregó. Se sabe que en estas cumbres, la mesa de deliberaciones en sí es lo menos trascendente, sino que lo que más se valora es lo que ocurre alrededor.

Con todo, en este caso, el encuentro de Viena le sirvió a Kirchner para mostrar a nivel internacional su flamante discurso medioambiental, fuertemente opositor al traslado de tecnología contaminante desde los países desarrollados del Norte a los en vías de desarrollo del Sur. En alguna manera, este nuevo discurso, implementado a partir del conflicto por las papeleras, vino a reemplazar aquellos en los que embestía contra los organismos financieros internacionales.

Pero si nos atenemos a los movimientos en paralelo, a lo que sucedió, por ejemplo, durante las reuniones bilaterales, entonces hay que tener en cuenta esa percepción sobre las consultas acerca del Mercosur y aledaños. Con distintos grados de preocupación, el presidente austríaco, Heinz Fischer; la premier alemana, Angela Merkel, y el español José Luis Rodríguez Zapatero quisieron que Kirchner les explicara los movimientos de Chávez y de Evo. El Presidente, aunque dijo no compartir algunas de sus decisiones, les pidió a los líderes europeos comprender la situación de países pobres que vienen de procesos políticos complicados como el caso de Venezuela y de Bolivia. “Lo importante –decían los argentinos– es que vieron a Kirchner como un presidente a quien podían confiar sus preocupaciones sobre la región.”

A nivel diplomático también hubo preguntas menos específicas y más generales sobre el desarrollo del Mercosur, últimamente tan cruzado por los conflictos. Con una visión de optimismo inoxidable, en la Cancillería sostenían que las preocupaciones europeas no tenían razón de ser. Aunque Kirchner y Tabaré Vázquez no hayan dialogado, aunque Evo Morales y Luiz Inácio Lula da Silva inventaran el género del sainete vienés con sus peleas y reconciliaciones, en la delegación argentina aseguraban que la situación actual de la región es mejor que la que podía exhibir dos años atrás, en ocasión de la anterior cumbre.

“Avanzamos tanto en lo político como en lo económico. Hoy el intercambio comercial entre los países del bloque es mucho mayor e hicimos nuevas incorporaciones”, explicaba un diplomático argentino. Y, como muestra de la fortaleza que veía en el grupo, recordaba que el Mercosur “no se rompió” durante la gran crisis argentina que también arrastró a Uruguay. “Los países se mantuvieron unidos y durante los últimos años todos crecieron económicamente”, abundaban.

Si había que hablar de la cumbre de Viena, aseguraban que los países del Mercosur se habían expresado con una sola voz cuando se sentaron a conversar con sus pares de la Unión Europea. Ocurrió el sábado a la mañana. Allí estuvieron el canciller Taiana y su par uruguayo, Reinaldo Gargano, y no hubo una sola divergencia entre ambos. Como quiere Kirchner, al menos por esta vez, el conflicto por las papeleras no interfirió en el desarrollo del Mercosur.

El amigo europeo

Y es prudente que no muestren sus diferencias porque la relación con Europa sigue siendo complicada. En la Cancillería explican que el vínculo con la Unión Europea pasa por tres aspectos: el político, el cooperativo y el comercial. En los dos primeros, mal que mal, las cosas están encaminadas. En lo político, por ejemplo, sólo hay divergencias en cuanto al desarme y a la seguridad. El nudo del problema, por ahora imposible de desatar, pasa por el aspecto comercial.

Básicamente, los países del Mercosur exigen el fin de los subsidios en materia agrícola, y los europeos, que terminen los aranceles para industrias y servicios. La pelea es muy desigual. Para el Mercosur, el intercambio con Europa representa el 25 por ciento de su comercio, mientras que para la Unión Europea los mercados del Sur apenas si les significa un 2,5 por ciento. En un caso, una mala política arancelaria podría representar un desastre de magnitud, mientras que en el otro sería poco más que un detalle. Así y todo, las negociaciones siempre terminan con un portazo. La última vez, en octubre pasado, ambas partes se levantaron de la mesa sintiéndose “decepcionados”, entendiendo que eran los otros quienes pedían mucho y ofrecían poco.

La discusión por los subsidios se sigue también en las infructuosas rondas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Allí, la Argentina integra el G-20, que busca representar a las naciones en desarrollo y cuyas cabezas visibles son China, India y Brasil. En ese organismo están representadas todas las naciones pero, según explican en Cancillería, la cuestión de los subsidios es mucho más trabajosa con la Unión Europea que con Estados Unidos. “La verdad es que hay muy pocas condiciones para avanzar, pero no podemos dejar de negociar con Europa. Es nuestra alternativa al unilateralismo de Estados Unidos”, explicaban.

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