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El país|Martes, 27 de junio de 2006
LAS VICTIMAS EN EL JUICIO CONTRA ETCHECOLATZ

El padre en la vereda opuesta

El horror, el abuso discrecional del poder y las mayores miserias humanas estuvieron presentes en los relatos de dos de los testigos que participaron de la cuarta jornada de audiencias en el juicio oral y público que enfrenta el ex hombre fuerte de la Bonaerense durante la dictadura militar, Miguel Etchecolatz.

Una de esas testigos, Nora Ungaro, afirmó: “Todas fuimos violadas y manoseadas; era lo general”. La declaración permitía al tribunal acercarse a las condiciones que Ungaro enfrentó en los cuatro centros clandestinos de detención por los que pasó durante las casi tres semanas en los que permaneció secuestrada. Ungaro fue detenida por la patota de la Bonaerense doce días después de que su hermano, Horacio, y su amigo Daniel Racero fueran “chupados” junto a otros cinco estudiantes de la denominada Noche de los Lápices. En su relato frente al tribunal, Ungaro comentó que esos centros formaban parte del denominado “circuito Camps”, en referencia a la veintena de lugares clandestinos de detención que estaban bajo la órbita del ex jefe de la Policía Bonaerense, Ramón Camps.

La testigo también relató que en Arana, uno de esos lugares ilegales de detención, estuvo con Nilda Eloy, una sobreviviente que la semana pasada identificó a Etchecolatz como el jefe del grupo que la secuestró y torturó personalmente en La Cacha, otro de los campos que funcionaban en la provincia de Buenos Aires. “Estaba muy estropeada por la picana”, relató Ungaro al describir las condiciones en las que había encontrado a Eloy.

El primer testimonio de la jornada de audiencias lo protagonizó el ex detenido Walter Docters, un ex miembro de la Bonaerense, que trabajaba en la Escuela de Suboficiales y que fue apresado en la terminal de micros de La Plata y que antes de quedar detenido a disposición del Poder Ejecutivo en la Unidad 9 deambuló por varios de los centros clandestinos. El padre de Docters era un comisario retirado de la fuerza y, a la sazón, amigo personal del ex segundo hombre fuerte de la Bonaerense. Esto hizo posible que padre e hijo se encontraran en el despacho de Etchecolatz.

“Pichón, lo viste con vida, ahora dejate de joder”, fue, lo que Docters escuchó que Etchecolatz le dijo a su padre. El testigo contó detalles horrorosos. Relató que en una ocasión se enteró de que un niño fue torturado delante de su padre que acababa de ser secuestrado, con el objetivo de arrancarle alguna confesión. También sostuvo que en una oportunidad un grupo de detenidos fue llevado al paseo del bosque platense. Según se enteró, allí los ataron con alambre, los pararon en fila y los asesinaron, simulando un enfrentamiento con la policía. Dijo que esto lo supo a través de distintos testimonios que escuchó en los lugares de detención ilegal.

Docters compartió su celda con algunos de los secuestrados de La Noche de los Lápices. Dijo que un comentario suyo en la Escuela de Suboficiales le había valido el secuestro. “Una vez dije que Camps era una militar asesino y que no debía estar al frente de la institución. 48 horas después me secuestraron”, recordó Docters en la audiencia de ayer. Cuando el tribunal le preguntó de qué manera habían afectado estos hechos a su padre, el ex detenido afirmó: “Mi padre está en la vereda de enfrente. Lo justifica a Etchecolatz”.

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