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El país|Sábado, 8 de julio de 2006
ENTREGAN A LA DAIA FALLOS JUDICIALES SOBRE ANTISEMITISMO Y DICTADURA

Con Adolf Hitler como guía e inspirador

Por Victoria Ginzberg
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El juez Daniel Rafecas y el titular de la DAIA, Jorge Kirszenbaum.

Cuando el juez federal Daniel Rafecas visitó la excavación que se está realizando donde funcionó el centro clandestino Club Atlético, le mostraron, entre los objetos que se habían encontrado en el lugar, una gorra de policía con el dibujo de una cruz esvástica y la palabra “nasista” (sic). Antes y después de esa inspección ocular, mientras investigaba los crímenes cometidos en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército, el magistrado recopiló testimonios que ratifican el ensañamiento de los represores de la última dictadura con los detenidos judíos. Ayer, el juez entregó las conclusiones de su análisis a la DAIA y, en un gesto poco usual, constituyó su juzgado en la sede de la entidad judía.

Rafecas llevó a la DAIA dos fallos judiciales de la causa del Primer Cuerpo. En uno se ocupó de los centros clandestinos Atlético, Banco y El Olimpo y en otra, de El Vesubio. Además, agregó la declaración del sobreviviente Mario Villani, quien relató, entre otras cosas, que en la caseta de guardia del Atlético había un retrato de Hitler y que en la “sala de Inteligencia” del Banco y El Olimpo había una bandera nazi pinchada sobre la pared.

El magistrado citó además varios testimonios recogidos por la Conadep en los que se detallan los particulares tormentos a los que eran sometidos los secuestrados de origen judío. “Los obligaban a levantar la mano y gritar ‘yo amo a Hitler’. Los represores se reían y les sacaban la ropa a los prisioneros y les pintaban en las espaldas cruces esvásticas con pintura en aerosol. Después los demás detenidos los veían en las duchas, oportunidad en que los guardias volvían a golpearlos y matarlos”, aseguró Pedro Vanrell. Delia Barrera y Ferrando detalló: “En cualquier momento entraban los guardias y nos pateaban. Nos preguntaban la religión, en caso de que alguno dijera que era judío automáticamente era sacado de la ‘leonera’ y golpeado o torturado en otro sector. Vanrell recordó además a un detenido judío al que apodaban “Chango”, al que “le hacían mover la cola, que ladrara como un perro, que le chupara las botas. Si no satisfacía al guardia, éste le seguía pegando”.

“Lo que estaba de algún modo referido en el informe de la Conadep y en el informe que realizó la DAIA, nosotros lo hemos comprobado en la Justicia a través de una investigación judicial”, aseguró ayer Rafecas cuando la conducción de la entidad judía encabezada por Jorge Kirszenbaum recibió los documentos. También estuvo presente el presidente del Museo del Holocausto, Mario Feferbaum. Kirszenbaum mencionó que actualmente “habría que asumir un compromiso de todo el Estado, involucrando a los tres poderes” para enfrentar situaciones antisemitas o que incitan a conductas semejantes, como la difusión pública del libro Mi Lucha de Adolf Hitler.

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