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El país|Domingo, 16 de julio de 2006
EL ESTADO DE ANIMO EN GUALEGUAYCHU TRAS EL FALLO

Una ciudad que está pensando

En el lenguaje de la asamblea aparecen palabras como “depresión” y “quebrarse”. Con cautela, tratan de mantener la energía para ser “la gota que horada la piedra”. Nadie sabe si volverán a cortar el puente: depende de demasiados factores.

Por Laura Vales
Desde Gualeguaychú
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Uno pregunta todo el tiempo ¿y ahora cómo siguen?, ¿qué van a hacer? Pero los vecinos de Gualeguaychú no son predecibles ni toman el camino recto. Si se espera que vuelvan a los cortes, ellos deciden que no, aunque aclaran que el “no” es provisorio y todo podría cambiar en unos días. La verdad es que aquí nada se sabe del próximo paso ni de la duración de nada. Después del fallo de la Corte de La Haya, la asamblea ambientalista sólo ha hecho un anticipo, el de que va a trabajar “como la gota que horada la piedra, de forma lenta pero permanente”.

José Gómez es alambrador y uno de los históricos del movimiento ambientalista. El jueves, en la asamblea post-Haya, pidió al Gobierno que “blanquee” su posición. “Con los funcionarios teníamos buena relación mientras estábamos cortando la ruta. No podemos decir lo mismo de lo que pasó después de que levantamos el corte, porque ahí dejaron de darnos el mismo apoyo”, cuenta a Página/12. “Antes, si llamábamos por teléfono nos atendían siempre; ahora una secretaria nos dice que llamemos más tarde.” Alto, ancho como un ropero, Gómez se mueve en una camioneta que le da un falso aire de clase media. “Soy monotributista, más bien de clase baja. No soy propietario”, se define. Vive en el límite entre la ciudad y el campo, en la zona de chacras. Una vecina dijo al presentarlo que es un “asambleísta primitivo, de los que repartían volantes cuando nadie en Gualeguaychú les prestaba atención”. El recuerda que interesar a la gente en el problema de las pasteras le costó “mucho esfuerzo”.

–Cuéntele a un europeo cómo trabaja esta asamblea.

–Funciona porque no importan las diferencias culturales ni sociales. Es una organización muy horizontal; casi siempre las cosas salen por consenso y a veces votamos.

–¿De dónde tomaron la idea de horizontalidad?

–No sé –dice Gómez, y después de pensarlo un rato– se dio así.

–A las asambleas en el teatro va menos gente que la que después se ve en las movilizaciones.

–Sí. Creo que la gente descansa en la asamblea, tal vez porque aunque tengamos diferencias entre nosotros, todos hacemos lo que decida la mayoría.

–Entonces, la confianza es un elemento importante en lo político.

–No queremos meternos en política, no nos interesa, por lo menos a mí. El día que se termine este problema me voy a mi casa. El gran inconveniente que tuvieron los políticos con nosotros es que hoy habla Juan, mañana Lucía, pasado José, no tenemos un líder. Por eso no nos han podido manejar. Y no hay líderes porque pensamos distinto, cada cual tiene su postura, no hay una línea como en un partido político.

Los cortes

¿Por qué no volvieron a cortar la ruta? En base a las entrevistas a los vecinos, Página/12 puede hacer un listado de razones. Pero el frío que trae enfermedades, un argumento que dio Oscar Vargas en la última asamblea, es un motivo real. Ya en abril, en los últimos días del bloqueo al puente, habían aparecido gripes y cistitis. Otra razón es que un corte no frena las obras de Botnia. Y enoja al gobierno nacional, que podría ordenar a la Gendarmería un cambio en su actitud, hasta ahora de protección a la protesta. Por otra parte, la gente dice que se siente cansada después de tantos meses de movilizaciones. Para la asamblea es importante registrar ese nivel de agotamiento y evitar que les ocurra lo que pasó en Colón, donde un piquete muy débil numéricamente fue levantado a la fuerza por el dueño de una estación de servicio al frente de una patota. Los cortes podrían volver, pero cuando en la asamblea haya una percepción de que van a poder sostenerse con fuerza.

Botnia

Desde mayo, cuando se presentó la demanda a La Haya, hasta hoy, Botnia avanzó en su construcción. Ahora la chimenea de la fábrica no está sola y pelada en el enorme predio a la vera del río: la rodean estructuras de varios pisos, y un puerto. Los progresos de la obra se ven nítidamente, a cielo abierto, desde el puente Internacional. El tamaño de la fábrica impacta. Contrasta con las pequeñas siluetas de las casas de Fray Bentos, una ciudad pobre, relegada, con altos niveles de desocupación.

Es esa necesidad de fuentes de trabajo la que explica, en parte, la nula oposición a las pasteras del lado uruguayo. Pero no habría que simplificar el conflicto en los términos de Uruguay apoya-Argentina rechaza. Los vecinos de Gualeguaychú denunciaron esta semana que empresas argentinas están vendiendo insumos para la construcción a Botnia. Le mandaron al Gobierno una lista, en la que figuran Acindar y Astoria, esta última de origen cordobés.

Y se vislumbra, además, un problema a futuro, el de la exportación de madera argentina para las pasteras. A las fábricas no va a alcanzarles con la producción uruguaya (debe usar la madera de la región, cercana, para no sumar costos de transporte) y todo indica que deberá comprarles a productores entrerrianos. O adquirir tierras para forestar en esta zona. Por eso, una de las propuestas de Gualeguaychú es que se sancione una ley que impida la exportación de rollizos con destino a las pasteras.

Subasta

Sin cortes a la vista, la próxima actividad de los vecinos es la subasta que esta tarde realizarán en los galpones del puerto, para reunir fondos. Allí se rematarán donaciones, desde un pavo real a calefones y ropa interior. Los asambleístas quieren llevar cinco micros a Córdoba, para manifestar en la cumbre de presidentes del Mercosur del próximo jueves. Hasta ahora sólo tienen dinero para pagar dos colectivos. Para recaudar, la asamblea creó una ONG. “El bloqueo en la ruta no fue gratis. Había gente que se quedaba y necesitaba comer todos los días. Cuando frenamos los camiones chilenos con materiales para Botnia en el puente de Colón, una delegación viajó allá para dar apoyo. Hacemos mucha tarea de difusión, vamos donde sea para hablar de las papeleras, todo eso implica dinero”, señala Gustavo Rivollier. La ONG es la única organización con cargos. La crearon 14 personas y nunca incorporaron a nadie más, porque es vista como el brazo burocrático de la asamblea. Mientras duró el corte, la ONG organizó la venta de souvenirs como principal fuente de ingresos. Sus balances son públicos y tiene un solo cargo rentado, el de la secretaria.

Rotación

Cuenta Fabián Magnota, periodista de Máxima, la radio que transmite las asambleas: “El recambio de referentes y voceros se da todo el tiempo. Hay que pensar que acá todos tienen sus trabajos, nadie puede sostener eternamente las actividades de protesta. Es necesario descansar, ocuparnos de nuestra vida. Así que cada tanto, los referentes nos piden ‘ahora llamen a otros’. El cambio se da, ocurre; el jueves, por ejemplo, en la asamblea, hablaron muy bien algunas personas que yo no conocía”. Es gente que ha estado escuchando, con una participación pasiva, y que en algún momento toma la palabra; como en una carrera de postas, pasa entonces a sostener las actividades por un período.

Magnota opina que la ciudad “reaccionó al cachetazo de La Haya sin deprimirse, con acción”. Entre las opciones que maneja ahora la asamblea está la de repetir las caravanas en la ruta 14, la del Mercosur. El método es considerado lo suficientemente molesto como para llamar la atención del Gobierno, “para que use todos los elementos de presión a su alcance que reabran el diálogo bilateral”, dice Wilfredo Larrivey. El asambleísta propone que Argentina ponga en la mesa de negociación una posible suspensión al Uruguay de los servicios de gas y electricidad. La suya fue una de las primeras reacciones tras el fallo de La Haya y revela una opinión compartida: sin apoyo político, dicen los asambleístas, no se consigue nada.

¿Cómo es entonces la relación que busca la asamblea con el Gobierno? Si el reclamo de cooperación y el rechazo conviven en los discursos, ¿qué pesa más? José Gómez cuenta una anécdota como respuesta: “Cuando hicimos la primera gran marcha al puente, en abril del 2005, el gobernador (Jorge) Busti no iba a venir. Pero juntamos 45 mil personas. Apenas se enteró, Busti se subió a un helicóptero y se sumó al reclamo. La relación con los gobiernos siempre fue así”, dice el alambrador. Y antes de despedirse agrega: “Siempre fue así y así será”.

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