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El país|Jueves, 10 de agosto de 2006

Alberto Fernández lanzó su propio think tank pensando en el 2007

El jefe de Gabinete lanzó el Instituto para la Victoria juntando a la mayor parte del kirchnerismo porteño y aliados del ARI y radicales. Mencionó como posibles candidatos en Capital a Scioli, Bonasso y Filmus. No habló de Telerman.

Por Martín Piqué
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El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, junto a los directores ejecutivos del Instituto.

“Acá están los mejores hombres de todos los sectores.” Pudo haber sido sólo una frase de ocasión, elegida entre todas las fórmulas de cortesía, a la que recurrió el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, para presentar a los directores ejecutivos del flamante Instituto para la Victoria, entre los que destacaba la figura de Fernando Melillo, legislador porteño y hasta hace poco titular del ARI Capital, ahora emigrado a las costas de la Concertación K. Pero la frase motivó una lectura política, pensando en quienes no estaban allí. Diez minutos más tarde, otra frase de Fernández volvió a mostrar una notoria ausencia. Cuando le preguntaron por las elecciones en la ciudad, el jefe de Gabinete mencionó al diputado Miguel Bonasso, al ministro Daniel Filmus y al vicepresidente Daniel Scioli. No hubo ninguna referencia para el jefe de Gobierno, Jorge Telerman. Las ausencias reflejaron la actualidad de la relación entre Fernández y Telerman. Que nunca fue buena pero ahora parece estar peor.

El lanzamiento del Instituto para la Victoria, al que el kirchnerismo porteño pretende convertir en el núcleo de formación de dirigentes y diseño de políticas para la ciudad, reunió a unas doscientas personas en el sindicato de docentes privados (Sadop). La convocatoria estuvo pensada al detalle por el jefe de Gabinete. Reunió a clásicos miembros del PJ porteño, como Kelly Olmos y Roberto Digón; a legisladores y dirigentes del Frente para la Victoria que expresan el llamado “albertismo”, Héctor Cappacioli y Diego Kravetz por citar algunos; a figuras de la academia que se incorporaron a la política, como el secretario de Cultura, José Nun, y la diputada Mercedes Marcó del Pont, economista del Plan Fénix. La idea era, evidentemente, mostrar la amplitud del auditorio que había logrado reunir Fernández.

Eso explica que el locutor destacara desde el micrófono la presencia de Bonasso; del titular de Cascos Blancos de la Cancillería, Gabriel Fuks, y del dirigente histórico del peronismo Juan Carlos Dante Gullo, hoy alineado en Compromiso K. En el caso de Bonasso, el jefe de Gabinete no sólo lo elogió en público, sino que ingresó junto con él al pequeño anfiteatro del segundo piso del Sadop. Ese gesto no fue inocente. Ayer al mediodía, Fernández almorzó con Bonasso en su despacho de la Rosada. Conversaron varias horas a solas. La invitación se produjo luego de que el diputado se encontrara varias veces con el destituido jefe de Gobierno Aníbal Ibarra (ver aparte).

Aunque nadie lo dijera en forma explícita, el lanzamiento del Instituto era un mensaje para Telerman. “Alberto logró reunir a todos. Incluso a algunos que hasta hace poco estaban lejos nuestro”, se preocupó por comentar a Página/12 un estrecho colaborador del jefe de Gabinete. “Queremos que de una vez por todas la ciudad de Buenos Aires entre en sintonía con el rumbo que se vive en el país. Que la ciudad también participe de este cambio”, dijo Fernández desde el palco. La exhortación a que la ciudad se sume a los aires que reinan en el país fue una constante del acto.

Pero el lanzamiento del espacio de formación y capacitación no estuvo dirigido exclusivamente hacia adentro del oficialismo. Más bien lo contrario. Hubo muchas referencias a la “pluralidad”. Y se buscó reforzar la idea a partir de las trayectorias de los convocados para dirigir el Instituto. Además de Nun y Marcó del Pont, fueron elegidos el legislador Melillo (hace sólo un mes que dejó el ARI); el radical Miguel Angel Pesce; el secretario de la Función Pública y ex frepasista Juan Manuel Abal Medina (h) y el titular de la Auditoría de la ciudad, Matías Barroetaveña, dirigente de Nueva Dirigencia. Salvo el propio jefe de Gabinete, quien quedó como presidente del Instituto, todos los demás no son dirigentes vinculados históricamente con el PJ porteño.

Por su pasado reciente junto a Elisa Carrió, la presencia de Melillo generó mucha expectativa. Acompañado por su infaltable pipa, el ex legislador del ARI se preocupó por diferenciarse del diputado Eduardo Lorenzo “Borocotó”. “Yo actúo en función de principios. Y adhiero a la idea de una concertación plural. Tenemos que superar las viejas antinomias que buscaron dividir a los sectores medios y los sectores populares. Creo que es el camino para que lo conseguido en el país sea el piso y no el techo. Estoy muy lejos de ser un Borocotó”, dijo a Página/12. Luego se extendería con los mismos argumentos desde el micrófono. También hablaron Marcó del Pont (habló de una “crisis de interpretación” y responsabilizó sobre todo a los medios), Barroetaveña, Pesce y Nun.

Conocido contador de chistes, el secretario de Cultura recordó una anécdota que le contó un “agitador social” que comparaba una carta anónima que denunciaba la infidelidad de un cónyuge con la función que debería cumplir el Instituto. “Tenemos que sembrar la ciudad de anónimos para ‘desrutinizar’ lo cotidiano. Una candidatura triunfadora en la ciudad es esencial para el proyecto nacional”, exhortó. Los presentes todavía sonreían por la extraña metáfora que había utilizado.

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