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El país|Domingo, 8 de octubre de 2006

Cuatro expertos analizan la desaparición de López

Son peritos criminalistas que actuaron en conocidos casos policiales y de importancia institucional. ¿Pudo López haberse ido por su cuenta, como pensaba la familia? Si es así, ¿por qué no aparece? Si fue un secuestro, ¿cómo pudo haberse hecho? ¿Por qué no hay rastros?

Por Raúl Kollmann
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Más allá de la enorme repercusión y los debates que se establecieron, la desaparición de Jorge Julio López, testigo clave en el juicio contra el represor Miguel Osvaldo Etchecolatz, es un enigma técnicamente criminal. Página/12 resolvió consultar a un grupo de conocidos criminalistas y peritos médicos forenses.

Raúl Torre, criminalista, profesor universitario

Es muy difícil pronunciarse. Más allá de la enorme repercusión política, la actitud de la familia me llama la atención. Con el padre desaparecido desde hace tres semanas, hablan de que conservan la esperanza, que puede ser que esté extraviado. Eso me resulta asombroso. Pero al mismo tiempo tengo que decir que he charlado con psiquiatras forenses que afirman que es posible que esté escondido por un ataque de pánico. Es cierto también que no hay un solo testimonio que permita inferir un secuestro, pero perfectamente pudo ocurrir. Es posible que haya caminado varias cuadras aquel lunes y en un momento en que lo vieron solo, un grupito pegó el golpe y se lo llevó. ¿Qué grupito? Imposible saberlo. Con el tiempo transcurrido me inclino un poco más por esta última variante, la del secuestro, pero mi opinión predominante es que resulta difícil, imposible, pronunciarse. Hay algo que sí tengo claro: cada minuto que pasa, las cosas se complican más. Si está escondido, protegido por un amigo o un familiar, ¿cómo hacen para explicarlo? Si fue secuestrado, con el impacto político nacional que se provocó, el grupo que sea puede verse tentado a hacer lo peor para no dejar rastro.

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Osvaldo Laborda, criminalista, perito en los casos AMIA y Embajada de Israel

Todo secuestro que no es extorsivo, por dinero, es un mensaje. Y en este caso, hasta ahora, no veo mensaje alguno. Si hubieran mandado los borceguíes, la llave, el cuchillo que se llevó e incluso el cuerpo de López, estaríamos hablando de una real intimidación a futuros testigos. Pero, además, los mensajes no suelen ser generales, sino más bien destinados a alguien expresamente. De manera que creo que la variante del secuestro es la menos probable. Por lo tanto hay que hablar, como hipótesis principal, que López se fue por su propia voluntad, tal vez por el golpe psicológico que le significó el juicio o por un ataque de pánico. La pregunta es: ¿adónde? Para encontrar la respuesta hay que trabajar a fondo sobre la historia de López, hablar largas horas con la familia y hacer –me imagino que ya se hizo– un análisis de las llamadas de las últimas semanas. Creo que no está en ningún lugar urbano, porque ya habría sido percibida su presencia, dado que la campaña de difusión que se hizo es inédita. Entonces buscaría en zonas rurales: cerca de donde nació, cerca de La Plata, en los lugares donde fue alguna vez a pescar o a cazar, en sitios que le traigan recuerdos de la juventud o donde se sintió a gusto trabajando o de vacaciones. Insisto en que la variante más probable es que esté en algún lado, por su propia voluntad, tal vez asistido por alguien.

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Eduardo Frigerio, criminalista, actúa en el caso Cromañón

Hasta ahora, desde un punto de vista técnico, no tengo ningún elemento que me lleve a pensar en una sustracción por la fuerza de López. No hay nada. Eventualmente eso puede darse, pero la lógica es que secuestren a la noche, cuando no hay nadie. En este caso estamos hablando de testigos que lo vieron caminando el lunes a la mañana, a plena luz del día. Y también estamos hablando de un hombre que aunque pueda tener algún problema neurológico, se hubiera dado cuenta de que lo estaban secuestrando y se habría visto alguna resistencia, aun mínima. Pero de todo eso no hay indicios. Yo me inclinaría, hasta ahora, hacia la hipótesis de que esto es producto de una decisión personal. Tampoco tengo elementos para descartar la posibilidad del secuestro. Hace diez días están trabajando todas las fuerzas del país, de manera que habría muchas posibilidades de que se lo detecte. Eso me da un parámetro de que en los primeros días puede haber alcanzado algún lugar discreto y en ese lugar está, por voluntad propia, aunque insisto en no descartar la variante del secuestro. En general debo decir que incluso si pasó lo peor, no es fácil esconder los indicios. Basta mirar en el caso de la maestra tucumana: el cuerpo no aparece, pero hay rastros de todo tipo, sangre, cabellos, llamadas, coartadas falsas. De manera, que es muy difícil dar un diagnóstico, aunque por ahora estoy más cerca de creer que se recluyó en algún lado.

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Miguel Maldonado, perito médico forense

En primer lugar, es altamente improbable que alguien en la situación psicofísica de Jorge López, y de avanzada edad, esté oculto voluntariamente, aun con ayuda de algún familiar o allegado. Las personas en esas condiciones suelen necesitar una mayor cantidad y calidad de cuidados personales y médicos cuando están alejados de su hogar, lo cual torna sumamente dificultoso mantener mucho tiempo a un individuo en esta situación de ocultamiento. Por lo demás, no tiene esta hipótesis una explicación racional satisfactoria, y siempre en las conductas humanas se debe buscar la causa motivadora. Esta primera alternativa no parece tenerla. La hipótesis del secuestro, temida por todos, demostraría que aún hay “grupos de tareas” residuales de la dictadura con capacidad operativa de tal magnitud que están en condiciones de actuar “casi” con impunidad, pues no hay pistas o indicios que conduzcan a los investigadores al destino actual de López. Finalmente, y desde una óptica estrictamente médica, no debe descartarse la posibilidad de que la patología previa que presentaba López, a lo que se sobreagregaron las grandes tensiones ocasionadas por su doble condición de víctima-testigo, hayan ocasionado un cuadro semiconfusional, que en oportunidades puede llevar al individuo a migrar involuntariamente hasta grandes distancias de su domicilio habitual. Si bien esta es la opción esperanzada, cada día que pasa hay menos margen para que éste sea el desenlace esperado. Es inusual que alguien en esas condiciones no llame la atención en tanto tiempo.

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