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El país|Domingo, 15 de octubre de 2006
LA FOTOGRAFA HELEN ZOUT HABLA DE SU TRABAJO CON EL TESTIGO DEL JUICIO CONTRA ETCHECOLATZ

Las huellas que la dictadura dejó en López

Helen Zout retrató a Jorge Julio López y reprodujo los dibujos con los que el albañil canalizó el sufrimiento que padeció durante la dictadura. “Es una persona que todo el tiempo rememora esos relatos que traducía en dibujos y escritos. Lo dejaron vivo para que cuente lo que les hicieron a otros”, aseguró a Página/12.

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Dibujo sobre la tortura realizado por Jorge Julio López, testigo desaparecido del juicio contra Miguel Etchecolatz.

Jorge Julio López está con los ojos cerrados, como en un esfuerzo por recuperar sus recuerdos, como tratando de sacar a la superficie aquello que guarda en lo profundo de sí. Así lo retrató la fotógrafa Helen Zout, que trabajó durante seis años con sobrevivientes de los centros clandestinos de detención, familiares de desaparecidos y lugares en los que el terror de la dictadura tuvo lugar. Zout fotografió también un dibujo del testigo del juicio contra Miguel Osvaldo Etchecolatz que está desaparecido desde hace casi un mes. Allí hay una señora sometida por un grupo de tareas. La imagen habla por sí misma sobre los demonios que atormentaban al albañil que señaló a sus secuestradores y torturadores ante la Justicia.

“Me di cuenta de que cada una de las víctimas canalizaba su sufrimiento de manera diferente y eso es lo que quise plasmar en mi trabajo. Algunos tenían allanado el camino de la palabra, muchos escribían, algunos transmitían su dolor a través de su mirada, sus silencios... Julio dibujaba y escribía”, explicó Zout.

Desde 1999 esta fotógrafa está realizando una investigación sobre las “Huellas de desapariciones”. Su objetivo es buscar y reflejar las secuelas que la represión dejó en los sobrevivientes, familiares de desaparecidos y centros clandestinos. Y eso hizo con López. Con ese trabajo, que expuso en marzo en el Centro Cultural Recoleta, ganó la beca Guggenheim. Actualmente y hasta el 28 de este mes, parte de ese material está expuesto en la galería de arte Arcimboldo. Allí, junto a los retratos de López y de Nilda Eloy, otra testigo clave contra Etchecolatz, hay una serie de fotos sobre las muñecas que Chicha Mariani recolectó a través de sus viajes para Clara Anahí, su nieta desaparecida que busca desde hace treinta años. Los juguetes, que forman parte del trabajo “Sueños inconclusos”, se mezclan con las marcas –los balazos– dejadas por los represores en la casa en la que asesinaron a Diana Teruggi, mamá de Clara Anahí, y de la que se llevaron a la beba cuando tenía tres meses. Junto con esos juguetes está la caja de recuerdos de Chicha, que guarda, entre otras cosas, los cuadernos de su hijo desaparecido, las cartas que le escribió a su mujer.

Zout no quiere ni puede arriesgar una hipótesis sobre el destino de López, pero asegura que “si alguien pretendió desaparecerlo logró el efecto absolutamente contrario porque ahora está en todos lados. La foto de él está en los autos, en las calles. El jueves saqué una foto a unas nenas que estaban vendiendo flores y había una foto de Julio. Le pregunté a una nena si sabía quién era López. Y me dijo: ‘Sí, es una persona que fue secuestrada’. A su modo sabía quién era. Dentro de todo lo terrible, es bueno que haya pregnado tanto. Son cosas que van sumando”.

–¿Cuándo conoció a López? –le preguntó Página/12.

–Probablemente lo vi por primera vez en el juicio por la Verdad de la Cámara Federal de La Plata. Después lo conocí a través de la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos. Lo seguí viendo con motivo de las entrevistas que hice para mi trabajo.

–¿Por qué se acercó a él en particular?

–Es algo intuitivo, pasa por carriles sensibles. En su caso, le expliqué el trabajo y él se mostró interesado. Los sobrevivientes sabían todo lo que él sabía, lo que había vivido, y los relatos que tenía a través de sus textos y dibujos eran poderosísimos.

–¿Cómo es él?

–Una persona que todo el tiempo rememora esos relatos que traducía en dibujos y escritos. Es una persona emblemática porque sobrevivió a otros. Lo dejaron vivo para que cuente lo que les hicieron a otros. Lo definiría como alguien cordial, valiente y cariñoso. Conmigo fue muy afable, pero creo que tiene mucho tacto sobre a quién le comunica las cosas y a quién no.

–¿Cuál era específicamente el objetivo de su trabajo con López y con los otros sobrevivientes?

–Mi objetivo, cuando empecé a hacer este trabajo, fue el de recomponer un cuerpo ausente (que es el de los desaparecidos) a través de las huellas dejadas en los presentes y en los lugares donde ocurrieron los hechos, que para mí guardan la memoria de la desaparición. Ahora estoy tratando de que los desaparecidos no sólo sean recordados por el hecho de la desaparición. Me interesa trabajar en torno de quiénes eran, por qué luchaban, qué sentían. Por eso me acerco a la caja de los recuerdos de Chicha, donde guarda mensajes de amor en los que se ve la sensibilidad que tenían estas personas. Los muñecos también son un gesto de amor infinito. Son objetos que guarda Chicha para su nieta desaparecida desde que tenía tres meses y que ella fue juntando de cada rincón del mundo que visitó denunciando su desaparición. Que los muñecos vuelvan a las paredes de esa casa de la que la beba fue arrancada es como recuperar la memoria y la identidad. Es un poco a la espera de la reunión final entre la abuela, la nieta y los juguetes.

El trabajo de Zout sobre las huellas de la dictadura no es casual. Ella misma empezó a utilizar la cámara como herramienta para escapar de la opresión externa e interior de los años del terrorismo de Estado: “Comencé a estudiar cuando fui privada de la palabra, porque estaba escondida. La fotografía se convirtió en un medio de expresión posible con el que podía transmitir lo que sentía a través de imágenes. Empecé a hacer cursos diversos para sobrevivir a una situación de encierro y de miedo. Tenía necesidad de sobrevivir y a la vez de no enloquecer. Posiblemente ése haya sido el tema que me marcó: la necesidad de estar escondida y a la vez, la necesidad de expresarme a través de otro medio que no fuera la palabra”.


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