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El país|Miércoles, 10 de julio de 2002
DURA CRITICA DEL OBISPO VILLALBA EN EL TEDEUM DE TUCUMAN

“Las naciones mueren por ser inmorales”

Por Washington Uranga
El arzobispo de Tucumán, Luis Villalba, afirmó ayer que “la crisis actual es fruto de la irresponsabilidad de personas y sectores con poder, que no buscan el bien común sino sus intereses egoístas” y señaló que “el pueblo está ansioso de que se le gobierne con honradez y de que se potencien los valores morales, como base del perfeccionamiento social”. El obispo pronunció estas palabras en la catedral de Tucumán en el tedéum por el Día de la Independencia, que se realizó contando con la presencia del presidente Eduardo Duhalde. Las palabras de Villalba se inscriben en el mismo tono de críticas que vienen realizando en los últimos tiempos los obispos católicos.
También el arzobispo de Resistencia, Carmelo Giaquinta, dijo ayer que “desde el 20 de diciembre la Argentina está agonizando. No sabe dónde está parada ni decide qué hacer. Titubea entre volver hacia un pasado estatista desastroso, o entregarse en cuerpo y alma a un mercado desalmado” y reclamó que “el resto del mundo no puede quedarse de brazos cruzados ante una Nación como la nuestra a la deriva, cuando ésta podría ser la solución para no pocos problemas de la humanidad”. Para Giaquinta “la época de la no-injerencia en los asuntos internos de una Nación ha quedado para siempre atrás. Pero nuestros dirigentes no parecen tener la menor idea del curso de la historia”.
Hablando en la ceremonia religiosa oficial realizada en Tucumán, el arzobispo Villalba dedicó gran parte de su homilía a advertir sobre “un caso de grave injusticia en el país es el que está viviendo la mayoría de nuestros niños”, denunciando que la situación de la niñez es una realidad que “clama al cielo”. “La magnitud de la pobreza ha crecido a cifras alarmantes” sostuvo, y agregó que “se ha configurado una deuda social, cuya proporción más alta recae sobre los niños”. Según Villalba “el 55 por ciento de los menores vive en hogares carenciados. Más de 7 millones de niños son pobres. De éstos, 3 millones son indigentes” y la mortalidad infantil ha crecido en los últimos años hasta alcanzar el 20 por mil en el país y el 25 por mil en Tucumán.
Continuando su diagnóstico sobre la situación de la niñez, Villalba señaló que “mientras deberían estar en la escuela, cerca de un millón de niños argentinos trabajan, a veces, hasta diez horas por día”. El obispo dijo también que “las naciones no mueren por ser pobres sino por ser inmorales” y señaló que “hacen falta hombres, con grandeza de alma, que pongan remedio a la decadencia moral y social y que tengan el coraje de oponerse al mal y ser promotores del verdadero bien”.
Por su parte Giaquinta reflexionó que “es llamativo que ahora se esté discutiendo sobre la caducidad de los mandatos de los representantes del pueblo, pero casi no se hable de la renovación interior que los partidos políticos necesitan imperiosamente”, subrayando que “éstos deberían entrar en una profunda revisión de sus ideas políticas, de sus proyectos de leyes, y también de sus conductas sociales, execrando toda forma mafiosa de hacer política”. El arzobispo de Resistencia agregó que “de partidos políticos degradados es normal que surjan muchos dirigentes políticos ineptos. El grito irracional ‘¡que se vayan todos!’ tiene lamentablemente un fundamento real. El remedio no puede ser sólo un anticipo de elecciones. Porque de los partidos no remozados profundamente y de las elecciones anticipadas, la Argentina no sólo puede esperar una época de desgracias aún peores que la ya sufridas”, agregó.
Con motivo del 9 de Julio, el arzobispo Giaquinta hizo un extenso análisis sobre la situación del país, insistiendo en las raíces morales de la crisis y formulando críticas que alcanzan a los políticos, a los dirigentes gremiales y empresarios, a los medios de comunicación y a la propia acción de los cristianos. Formuló también un llamado a realizar “pequeños gestos” para, desde la vida cotidiana, “reconstruir la Patria” ycomenzar a “superar la descomposición social” y concluyó pidiendo que “dejemos ya de contemplar hipnóticamente a ministros y técnicos que van o vienen desde Washington” porque “eso nos paraliza”, en tanto que “el gesto pequeño nos muestra que podemos resurgir”.

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