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El país|Domingo, 26 de noviembre de 2006
POSIBLES CANDIDATOS Y CHANCES ELECTORALES EN LA CIUDAD

Modelo porteño para armar

Jorge Telerman comenzó a tejer una alianza que, asegura, no será antikirchnerista. Espera la bendición presidencial, pero el peronismo de la Capital ungió a Daniel Scioli. Daniel Filmus también recibió un empujoncito.

Por Fernando Cibeira
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El jefe de Gobierno porteño, Jorge Telerman, el vicepresidente Daniel Scioli y el ministro Daniel Filmus.

Lo que se sabe de las elecciones porteñas: serán entre fines de agosto y principios de septiembre, y junto al jefe de Gobierno se elegirán legisladores locales y casi seguro a los primeros representantes de las comunas. De candidatos, cero. Precandidatos, varios. En el oficialismo, el vicepresidente Daniel Scioli parece haber encolumnado detrás de sí a la mayor parte del kirchnerismo porteño, aunque eso no quiere decir que quienes lo sostienen muestren un convencimiento blindado. El jefe de Gobierno, Jorge Telerman, comenzó a tejer por su cuenta un armado de perfil progresista que pase lo que pase, asegura, no será antikirchnerista. Mientras, quien asoma como “tapado” en la carrera, el ministro de Educación, Daniel Filmus, busca levantar el perfil: su nivel de desconocimiento es, según las encuestas, la principal traba para su postulación.

Que sean desdoblados de las elecciones presidenciales agrega dos matices a los comicios porteños. Por un lado, no será necesario que los candidatos se alineen con un aspirante a la presidencia. Al mismo tiempo, el hecho de que sean tan pegadas a las nacionales (habrá un mes entre una hipotética segunda vuelta porteña y la presidencial) las convierte en un punto estratégico de cara al examen mayor.

En un distrito en el que las intrigas palaciegas están a la orden del día y donde lo que hoy es una certeza mañana ya no se sabe, hay al menos un punto en el que todos coinciden: la relación entre Telerman y el jefe de Gabinete y mandamás del PJ Capital, Alberto Fernández, es irrecuperable. El vínculo nunca fue bueno y sufrió un deterioro progresivo. Según los dirigentes que trabajan junto a Fernández –“el albertismo”–, los problemas se profundizaron desde la misma caída de Aníbal Ibarra, en la que adjudican a Telerman un doble juego.

“Telerman tiene una visión individualista de la política y va a traicionar a Kirchner”, sostiene un funcionario nacional que milita en el albertismo. La visión del sector del jefe de Gabinete, aseguran, es compartida por el Presidente. Nada más lejos, según la óptica que predomina en la Jefatura de Gobierno. “Esta semana (por la que pasó), Telerman compartió tres actos con Kirchner y el trato que mantiene es de la misma cordialidad de siempre. Tenemos en claro que una cosa es el pensamiento del Presidente y otra muy distinta el de Alberto Fernández”, respondían en un despacho vecino al de Telerman.

Así las cosas, ambos sectores comenzaron a preparar sus armados. Desde el kirchnerismo ungieron como candidato a Scioli, un clásico aspirante a gobernar el distrito. Pese a que difícilmente pueda adjudicarse al vicepresidente un perfil progresista, el apoyo de Alberto Fernández ha conseguido arrimarle a Scioli simpatías de ese sector como el que representan Ibarra y el diputado Miguel Bonasso, también ellos potenciales candidatos.

Fichas y apuestas

Por su lado, Telerman viene entablando conversaciones con dirigentes de centroizquierda pero no kirchneristas, como el senador radical Rodolfo Terragno, el diputado de la CTA Claudio Lozano y el cooperativista Carlos Heller, a quien recibirá esta semana. A ello se agregan agrupaciones que ya están en el gobierno de la ciudad, como algunas organizaciones sociales, éstas sí con vinculaciones en el gobierno nacional, más el socialismo. El presidente del PS porteño, Roy Cortina, es el ministro de Descentralización y ahora en el gobierno de la ciudad quieren ofrecerle al ex diputado Héctor Polino que se encargue de uno de los organismos de control.

“Nosotros no apostamos todas las fichas al apoyo que nos pueda dar Kirchner. Para decirlo de alguna manera, apostamos sólo una parte de la ficha. Podemos ser el candidato kirchnerista o bien el de un armado progresista y ‘filokirchnerista’”, explican cerca de Telerman. De esta manera elegante dan a entender que a esta altura consideran difícil conseguir la bendición presidencial para que Telerman se convierta en el candidato K en Capital. Su deseo, entonces, es que Kirchner se mantenga al margen de la competencia y que permita que la incertidumbre se resuelva en las urnas.

Allí adjudican a operaciones del kirchnerismo porteño las versiones acerca de que Telerman podría ser el candidato de la entente que cocinan Roberto Lavagna y Mauricio Macri. “Es una ridiculez, Jorge hace meses que no ve a Lavagna. Si hay algo que jamás vamos a hacer es pararnos en la vereda de enfrente del Presidente”, aseguran.

Ya al comando del Ejecutivo municipal, a Telerman no le queda otra que fortalecer su gestión si aspira a mantener las chances. Luego del sofocón que significó la salida del ministro de Hacienda, Guillermo Nielsen, en la Jefatura de Gobierno aseguran que la imagen de Telerman sube en la medida en que se muestra resolutivo en sus decisiones. Así, por ejemplo, fue bien recibida por los vecinos la medida de detener la construcción de edificios en barrios superpoblados de la ciudad.

Según sus datos, las encuestas hoy mostrarían a Telerman en ascenso, prácticamente a la par de Scioli.

El otro rincón

En el kirchnerismo imaginan que el Presidente finalmente no se mantendrá ajeno a la contienda. Y que más temprano que tarde se jugará por su candidato. Recuerdan lo que sucedió en 2003, cuando Ibarra tenía una difícil cuesta que remontar ante Mauricio Macri, que sólo fue posible gracias a la mano presidencial. “No sólo se metió en la campaña, sino que le limpió la elección de candidatos sacándole del medio a Scioli, a Beliz y a Bielsa”, recuerdan cerca de Alberto Fernández.

Es cierto que resultaría extraño imaginar a Kirchner prescindiendo de la trascendente elección capitalina días antes de la pelea por la presidencia. Aunque también, según argumentan en la Jefatura de Gobierno, habría que pensar por qué le daría la bendición a uno de los posibles postulantes oficialistas sin tener claro a cuál puede irle mejor.

En el albertismo levantan las bondades de Scioli como candidato: altísimo nivel de conocimiento, baja imagen negativa y sólida intención de voto. Sin embargo, puertas adentro, no todos están convencidos de la designación. “Necesitábamos que hubiera alguien caminando la ciudad como candidato. Y Scioli era el que estaba”, explicaba esta semana un dirigente porteño. Veterano cultor del diálogo, no puede decirse que el vicepresidente tenga enemigos dentro del oficialismo. Tampoco una legión de fans. “Si nos dieran a elegir, muchos preferiríamos a Filmus”, reconocía el dirigente.

El ministro de Educación también recibió el empujoncito para que empiece a caminar. En ese sentido, la presentación de la ley de Educación y la marcha de apoyo realizada el viernes por sectores docentes fue considerada como un virtual lanzamiento. Sin embargo, Filmus debe remar con algunas contras. Pese a ser uno de los ministros de Educación más visibles de los últimos tiempos, los sondeos indican que mantiene un alto nivel de desconocimiento entre los porteños, que se traduce en una intención de voto menor que la de Scioli y Telerman. Además, quienes lo frecuentan sostienen que no lo ven convencido de pegar el salto.

El escenario se presenta peliagudo, ante una oposición encabezada por Macri. Como ha venido sucediendo en las últimas elecciones, el presidente de Boca pica en punta en la primera vuelta, pero sus posibilidades se desinflan en un ballottage, ya sea Scioli o Telerman el contrincante. Pero si las conversaciones con Lavagna no prosperan y el empresario resuelve pelear la presidencia y no la Capital, ahí el panorama es otro. No hay otro candidato de centroderecha que mueva el amperímetro, por lo que abre cualquier posibilidad, incluso que la segunda vuelta sea entre dos candidatos del oficialismo.

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