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El país|Domingo, 4 de febrero de 2007
OPINION

¿Por qué no charlamo’ un ratito?

La reunión entre Argentina y Uruguay, un ligero avance. Lo que falta: su fecha, su temario. El calendario que influirá en el proceso. El peso de las elecciones y de las pruebas en Botnia. La agenda que propone el gobierno argentino. Su lectura sobre las internas del oficialismo uruguayo. Y un par de menciones al facilitador.

Por Mario Wainfeld
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“Como yo no estoy

ni comprometido ni casado,

ni nada

y usted no está

ni comprometida ni casada

ni nada

¿Por qué no charlamo un ratito, eh para no sentirnos tan solos?

Leo Dan, “Libre, solterito y sin nadie”.

Mucho millaje ha de acumular el facilitador Juan Antonio Yáñez Barnuevo si persevera en su plan de actividad. El puente aéreo Buenos Aires-Montevideo no adiciona muchos puntos, pero con tanta ida y vuelta (monedita a monedita) se puede amasar una pequeña fortuna. Además, las rondas desembocan en un periplo al primer mundo, a su España natal o a Nueva York, lo que sí es una distancia estimable. Por añadidura, parece que esta vez el tenaz negociador avanzó un casillero en un conflicto enmarañado y trabado en demasía. Su canciller Miguel Angel Moratinos anunció que habrá una reunión entre representantes de los dos gobiernos. Será en territorio de la madre patria común a los dos países y no pregunte más, lector, porque el resto sigue indeterminado. Ni cuándo ni quiénes ni, con precisión, los alcances del temario. Será previo sin duda convenir esos “detalles” y lo que el ministro español llamó “gestiones adicionales”, rodeo diplomático que desde el Palacio San Martín se traduce como “hablar con Botnia”.

Yáñez Barnuevo estaba todavía en Buenos Aires, preservándose del tórrido verano porteño en el señorial edificio de la embajada española, cuando se conoció el anuncio. Con presteza, quienes divulgan con cuentagotas sus lacónicos pareceres se aplicaron a desalentar expectativas acerca del cónclave en ciernes, sin plazo determinado. “Faltan atar varios flecos”, comentan desde el mismo edificio señorial que resiste con garbo el solazo porteño.

En la Cancillería argentina también cunde la prudencia. Jorge Taiana se enteró del comunicado de Moratinos cuando estaba por embarcarse hacia París. No lo esperaba y también quiso, no digamos minimizarlo, pero sí contextualizarlo. Tal parece que el hielo cede, pero a no exagerar el optimismo.

¿Será para la Pascua o...?

El facilitador encareció a los dos gobiernos máxima discreción para informar acerca de las conversaciones. Para lo que son los usos, al menos de esta orilla del río, la encomienda se cumple con notable apego. Horas y horas conversa Yánez Barnuevo con altos funcionarios mas los relatos subsiguientes son de parquedad decepcionante para los periodistas implicados. “¿Qué lleva y qué trae por arriba del Plata?”, se pregunta este cronista y transmite la inquietud a circunstantes del enviado y de Taiana. El bagaje del viajero, le explican, son argumentos, razones, ítem de conversación. El enviado lleva y trae el discurso de las contrapartes, suma temas de discusión, arma un listado cada vez más largo. Ese listado fue comentado a Moratinos anteayer, fue faxeado y fue redondeado con la visión de que algo se logró. Moratinos apuró el anuncio.

Para que la reunión augurada no sea un nuevo fiasco, es necesario contemplar un calendario. Hasta marzo es sensato suponer que no podrá armarse nada sólido. Las elecciones en Entre Ríos azuzarán la verba incendiada (eventualmente irresponsable) del gobernador Jorge Busti. Consuelo de tontos, sus diatribas seguramente no diferirán de las de los candidatos que compitan con su delfín, Sergio Uribarri. El Gobierno nacional pone coto a Busti en forma espasmódica, habitualmente después de que habla y no antes. Su última metida de pata fue mocionar una ley flagrantemente inconstitucional prohibiendo exportaciones vinculadas a Botnia hacia el Uruguay. Regañado por el jefe de Gabinete y por el canciller, el gobernador dio marcha atrás pero sus palabras ya habían echado nafta al fuego.

El Gobierno lo apoya para el comicio, lo que hace suponer que la supervisión desde el poder central acrecentará sus flaquezas.

Tras esas elecciones, el panorama será más propicio. La contemporánea finalización de las vacaciones no causará, automáticamente, los levantamientos de los cortes pero atenuará mucho su lesividad y la consiguiente irritación uruguaya. Acaso, se ilusionan estrategas del Gobierno, pueda ser el momento de disuadir transitoriamente a los encrespados asambleístas.

Nada resonante debería producir la Corte de La Haya en 2007. Las partes deben proponer sus pruebas, pero la tradición jurídica occidental no recuerda ejemplos de que un ofrecimiento de prueba haya sido un hito histórico, una constante que seguramente se corroborará.

A mediados de año, los hechos meterán bulla. Comenzarán las pruebas de actividad en Fray Bentos. “La prueba de la verdad” bautizan en envidiables despachos del Palacio San Martín. Hasta ahora, contra lo que invoca Uruguay, alegan, Botnia ha encriptado datos esenciales. Y hay otros que sólo pueden corroborarse cuando haya efluentes, cuando se mida el caudal líquido, cuando se pueda percibir (y no sólo vaticinar) si hay emanaciones aceptables u hedores fétidos. En cualquier supuesto la sola activación será un toque de diana en Gualeguaychú.

Ese calendario está cargado en el disco rígido del facilitador y es puro sentido común. Yáñez quizá rezongue por su mala estrella: el año pasado fue generoso en elecciones presidenciales en América latina, en éste hay una sola importante y justo es en la Argentina. Para peor, la provincial entrerriana se adelanta metiendo ruido, una cargosa derivación del desaprensivo federalismo electoral autóctono.

Como alivio a su karma, todo indica que la campaña nacional no será conflictiva para el proceso de facilitación. Ningún candidato con aspiraciones a consensos masivos se opondrá a una salida negociada ni incursionará en discursos xenófobos. Se polemizará sobre la política oficial, alguno criticará la laxitud con la protesta vecinal pero no habrá antagonistas a la gestión del estado español.

El calendario incluye tensiones y aliviadas, aun tocando madera respecto del efecto mariposa, tan frecuente en estos pagos.

Quítame allá esa agenda

Los argentinos celebran que el convite de Moratinos no haya establecido restricciones temáticas, lo que leen como un retoque de la cerrazón uruguaya.

Sin que haya paradoja, el Gobierno argumenta que no será posible un avance sustantivo si no se define un paquete de ítem a debatir, cuando mejore la interlocución. Sin un preacuerdo acerca de lo que se debe conversar no hay “mesa” viable. El fracaso del encuentro presidencial en la localidad uruguaya de Anchorena, rememoran en Cancillería, no sólo obedeció a la retractación de la tregua de 90 días, también a que no se pudieron consensuar los “términos de referencia” de la reunión. Taiana sistematiza ante oídos confidentes los ejes imprescindibles para una discusión conducente que no recaiga en un fiasco. Son cuatro, a saber:

- Las cuestiones técnicas: El rubro abarca la relocalización o sus sucedáneos, como la colocación de un ducto que desemboque muy al sur de Gualeguaychú. También el tratamiento de la materia prima, el volumen de los efluentes, etc.

- El monitoreo, que es una recurrente moción uruguaya, que Argentina rechaza por considerar que la oferta es enormemente restrictiva. “Nos invitan a medir cuánta nafta gasta un auto –metaforiza Taiana– pero nos excluyen de la discusión acerca de si se trata de un fórmula 1 o un Citroën (pensando seguramente en el proverbial 3CV)”. Ese monitoreo que excluye la sustancia encrespa a los argentinos.

- El marco jurídico deberá ser abordado si se progresa en las tratativas. Ningún Estado asumirá que ha malinterpretado o burlado el Tratado del Río Uruguay, por lo que el camino que imaginan en Cancillería sería la firma de un protocolo adicional que reinterprete o agregue precisiones a la norma original. “Ningún pacto tendrá sentido si no previene conflictos similares ulteriores”.

- Por último, al menos en la enumeración, está la llamada “agenda positiva”, esto es, los aspectos de cooperación y emprendimientos comunes en la zona del conflicto. El ya famoso bosque-simulacro que camuflaría la visión de la planta es una versión pobre de un horizonte que desafía la inventiva de los gobiernos. La explotación turística común, la realización de tareas conjuntas contra la polución de los ríos compartidos, la promoción de actividades industriales binacionales son algunos ejemplos seductores.

Los argentinos callan al respecto, pero saben que Uruguay agregará la acción directa de los entrerrianos. Sin ese paquete, cabe añadir, no podrán sentarse las bases de un acuerdo sensato.

Una lupa sobre el Frente

Funcionarios argentinos de primer nivel agregan complejidades políticas a las tratativas. “Lo que está en juego –detalla un especialista en la Banda Oriental con despacho ministerial– es la inserción internacional de Uruguay. Hay sectores importantes del Frente Amplio que quieren salirse del Mercosur, explorar otro camino, imitar a Chile.” Danilo Astori es, por unanimidad, la bestia negra de los argentinos por esos designios.

En el sector más amical, enrolan al canciller, Reynaldo Gargano, que “hace todo lo que puede”. También a José Mujica. “Pepe”, que así lo nombran varios, fue el oriental que propuso la solución del ducto de 30 kilómetros. En Palacio chimentan que esa idea (la más sensata de las que se vienen escuchando, a esta altura de los hechos) surgió después de un diálogo informal con uno de sus pares argentinos. Mujica y Gargano expresarían, según el ver argentino, a la izquierda del Frente Amplio coherente con sus premisas históricas. Al presidente Tabaré Vázquez se lo encasilla como dubitativo, en los análisis más optimistas.

La ya aludida “agenda positiva” no evitará esa polémica pero puede servir para darles elementos de convicción a quienes anhelan conservar relaciones intensas y fructíferas con Argentina y el Mercosur, termina el análisis oficial.

Como fuera, nada será posible si no se involucra en el diálogo a Botnia, cuyo comunicado de esta semana erizó al Gobierno argentino y, por lo que se pudo saber, le cayó fatal al facilitador.

Viaje pago a Helsinki

El politólogo sueco que hace su tesis de postgrado sobre Argentina acumula pesadumbres. Boca lo llena de sinsabores y la socióloga pelirroja funge de ser más que amiga con dolorosas intermitencias no muy explicadas. En ese erial, se abre una ventana de oportunidad. Botnia ofrece contratar al científico social para dar un taller de explicación sobre la cultura rioplatense a su plana mayor. Un erudito nórdico con experticia adquirida en el terreno puede ayudarlos a comprender la lógica de esas sociedades tan desconcertantes. El politólogo le pide una venia a su padrino de tesis, el decano de la facultad de Sociales de Estocolmo, que se niega rabioso exigiéndole papers adeudados desde hace meses. El politólogo invoca alguna norma de la generosa legislación laboral escandinava, pide licencia por surmenage. Cierra trato con Botnia, se hace pagar pasajes de primera y estadía para dos personas. Reserva, vía Internet, mesas en un par de restaurantes en Helsinki, cuyas especialidades son una variante de la paella que seguramente ablandarán el paladar y otras zonas corporales de la pelirroja. Mañana ambos sumarán millaje, proa a Helsinki.

Una manito desde La Haya

“La Haya contribuyó a mejorar el horizonte”, reseñan al ladito del canciller argentino. Se refieren, claro, al fallo que rechazó la medida cautelar solicitada por Uruguay. Su funcionalidad fue doble. En el frente interno “demostró que no fue una tontería acudir a la Corte, que el tribunal no es ferozmente parcial en nuestra contra. A veces nos niega razón, otras nos la concede”. Como las cuitas intestinas del Gobierno también valen, agrega un apunte, “se comprobó que nuestros representantes no son unos negados, que no hacen todo mal”.

El revés también impactó en Uruguay. “No les cambió la vida pero sí los indujo, por lo menos, a tratar con menos desdén la misión del facilitador.”

Las situaciones de hecho están desplegadas (construcción de la planta pastera, pésima relación entre gobiernos, acción directa de los vecinos de Gualeguaychú), redondea el interlocutor de Página/12. La vía judicial entra en una etapa de latencia en la que no habrá sentencias ni decisiones impactantes. Resta la vía político-diplomática que en este momento está (dicho con un eufemismo) casi enteramente en manos del enviado del rey Juan Carlos. Es lo mejor que hay, en parte porque es lo único, en parte porque le cabe a la política y no a los juegos de suma cero (judiciales, pulseadas de hecho) edificar las mejores relaciones entre países vecinos.

Un pequeño avance se ha registrado, falta casi todo. Entre otros ingredientes, creatividad, espíritu cooperativo, grandeza de estadistas, tolerancia, visión de largo plazo. Tampoco sobran en la política de cabotaje, dicho sea de pasadita.

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