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El país|Martes, 23 de julio de 2002

El Gobierno sigue negando que exista

Atanasof fue el encargado de desmentir que los dos antiguos antagonistas estén dialogando. Pero los gestos, que incluyen la incorporación de menemistas al gobierno, indican lo contrario.

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Duhalde sonriendo mientras preside una reunión de Gabinete junto al senador cordobés Maqueda.
El presidente cada vez está más interesado en buscar arreglos para conservar el poder en su provincia.
No quiso, no supo o no pudo. Lo cierto es que en el Gobierno nadie se animó a explicar las razones de la incorporación de los menemistas Ricardo Klass y Daniel Herrendorf al Ministerio de Seguridad y Justicia, reveladas ayer por Página/12. La única reacción ante la noticia fue lo más parecido a tapar el sol con las manos: se negó el evidente acercamiento entre Eduardo Duhalde y Carlos Menem.
La voz cantante la llevó el jefe de Gabinete, Alfredo Atansof. “Se habla de arreglos, de temores acerca de la gobernabilidad”, pero son “alucinaciones”, calificó el funcionario.
Con términos parecidos, el Gobierno había descartado tiempo atrás las acusaciones del precandidato del PJ, Adolfo Rodríguez Saá, quien había hablado de la existencia de un Pacto de Olivos II, además de haber sembrado la sospecha de un inminente “magnicidio” contra distintas figuras del poder político.
Hombres del entorno de Duhalde, con oficinas en la Casa Rosada, no brindaron ninguna explicación sobre la presencia de Klass y Herrendorf en el Gobierno. Sólo uno de ellos, pidiendo la reserva de su nombre, se limitó a mencionar la “capacidad” de los dos ex funcionarios del menemismo. Claro, nada dijo de la incidencia política.
Klass y Herrendorf no son dos nombres más dentro del mundo político. El primero supo ser abogado de Menem en un abanico de causas, entre ellas la que involucró a su hijo Carlitos y a Monzer Al Kassar, además de las investigaciones por las coimas pagadas por la DGI y el Banco Nación en el caso IBM. Como si fuera poco, fue secretario de Justicia durante la gestión menemista y se lo señaló por supuesto tráfico de influencias para favorecer al ex presidente en la causa armas. Herrendorf pasó por varios cargos de segunda línea del gabinete menemista hasta llevar a la denominada Oficina de Gestión Gubernamental. Fue cuando redactó Universos de mi tiempo, el libro de las memorias de Menem.
Hace unas dos semanas, apenas asumió como ministro de Seguridad y Justicia, Juan José Alvarez llamó a Klass y Herrendorf para que brinden “soporte técnico” en distintas materias, entre ellas la salida electoral de Duhalde y la elaboración de un proyecto de “habeas data”. La contratación –en verdad un pedido de colaboración ad honórem– es parte de un acuerdo entre menemistas y duhaldistas para garantizar la supervivencia política de sus máximos referentes. Ese armado se blanqueó hace pocas semanas atrás, cuando Menem y Duhalde compartieron un palco en La Rioja después de años sin mirarse a la cara.
A pesar de mantener proyectos diferentes, que algunos exageran como antagónicos, ambos se necesitan. Sin tener aún certezas del triunfo de su candidato José Manuel de la Sota, el Presidente destrabó la participación de Menem en la interna a cambio de garantías para mantener el control de la provincia de Buenos Aires. La posibilidad de un desdoblamiento de los comicios bonaerenses –una decisión que le impediría al cordobés traccionar los votos del distrito– sería otra muestra del pacto.

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