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El país|Domingo, 1 de abril de 2007
REPORTAJE AL CANCILLER JORGE TAIANA, A 25 AÑOS DE MALVINAS

“Gran Bretaña se niega reiteradamente a cumplir los mandatos”

Por qué el Gobierno rechazó hacer un acto con los ingleses. Las discusiones por el petróleo y por la pesca. La tosudez a un cuarto de siglo de la guerra. Las Naciones Unidas como ámbito del problema en democracia.

Por Mario Wainfeld
y Fernando Cibeira
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La expresión “medir sus palabras” le calza bien a Jorge Taiana. No es que se prive de afirmaciones severas o adjetivos críticos. Pero nunca da la impresión de estarlas improvisando ni enunciando por primera vez. En su despacho, compartiendo una inmejorable panorámica sobre la zona de Retiro regada por la lluvia, comparte su elaborado discurso con Página/12. Pocas veces levanta la voz, acaso dándose cuenta de que es necesario un énfasis, acaso porque Malvinas le es un tema un caro.

–El primer viaje al exterior del Presidente fue a Gran Bretaña. Hoy, la relación atraviesa un momento malo. ¿Qué pasó en ese intervalo?

–El Presidente aceptó la invitación a concurrir a un encuentro de líderes progresistas, que se realizaba en Gran Bretaña, donde el primer ministro Blair era el dueño de casa. Había otros líderes. Ya en ese encuentro se le planteó a Blair la necesidad de sentarse a conversar sobre Malvinas.

–Ahora todo está trabado. Argentina persiste con ese reclamo que no tiene respuesta. Inglaterra ofrece gestos formales de acercamiento como el acto conjunto para recordar a los caídos.

–No concuerdo con esa descripción. Argentina pide que se cumpla con un mandato de la comunidad internacional. El Reino Unido de Gran Bretaña se niega, se niega rei-te-ra-da-men-te a cumplir ese mandato (sube la voz). Hay un país que pide el diálogo y otro que se niega. Además, no es correcto que ofrecieran un acto conjunto. Nunca invitaron formalmente a nada. Simplemente, ellos sondearon la posibilidad de realizar alguna actividad conjunta. Lo que piensan hacer ellos no es, como él dice, una conmemoración sino un militarista desfile de la victoria, un típico gesto de soberbia. Y nosotros no nos vamos a vanagloriar de la guerra. Eso es lo que quiere hacer Tony Blair, quien acaba de decir que él hubiera hecho lo mismo que Margaret Thatcher. Tampoco es cierto que hayan invitado a los familiares a las islas. Los familiares desde siempre quisieron (y no han podido hasta ahora) inaugurar el monumento. Nos pidieron que viabilizáramos diplomáticamente con los británicos esa inauguración. Los británicos hacen siempre lo mismo: al mismo tiempo que se niegan al pedido central de la comunidad internacional, tratan de demostrar que está todo bien. ¡Está todo bien siempre que nosotros no mencionemos ni levantemos el reclamo de soberanía!

–¿Incidió en la decisión argentina que Blair dijera que él hubiera hecho lo mismo que Thatcher?

–No incidió, aunque es claro que la declaración periodística de Blair y el desfile militar demuestran qué tipo de celebración auspician ellos. Pero la decisión de dar por terminado el acuerdo sobre hidrocarburos viene analizándose desde mucho antes. Los propios británicos reconocen que esa vía está estancada.

–La inminencia del vigesimoquinto aniversario de la invasión, ¿influyó en el anuncio oficial?

–En verdad, no. Hay que puntualizar: se cumple también el 174º aniversario de la usurpación.

–Seguramente no va a ser ese aniversario el que tenga más impacto. En la opinión pública y en los medios se va recordar más la guerra.

–Seguramente, eso es parte de la correlación de fuerzas a modificar. Al contrario de lo que ellos quieren presentar, las Naciones Unidas, pocos meses después de la guerra, en el mismo año 1982, expresaron que el conflicto del Atlántico sur en nada afectaba la validez de la posición argentina y sus derechos.

–¿Qué postura tiene el gobierno argentino actual respecto de lo que hizo con Malvinas la dictadura que gobernaba en 1982?

–El Gobierno, y no sólo este gobierno, la democracia argentina siempre ha sostenido que la vía para recuperar las islas es la democrática. La guerra no es una opción. La guerra fue la, la... (se queda, mira hacia arriba) no encuentro la palabra.

–No encontrará una palabra diplomática.

–(Sonríe, pasa de largo.) ...la guerra fue la mala utilización de un sentimiento nacional con un fin bastardo, que era la perpetuación de la dictadura.

Bajo un manto de petróleo

–¿Qué hubiera pasado si Gran Bretaña hubiera honrado el acuerdo sobre hidrocarburos?

–Es una pregunta contrafactual, la respuesta sería especulativa. (Calla, se toma un ratito.) Lo que sí es seguro es que esos acuerdos y la cooperación nos hubieran servido para sentarnos a la mesa donde se restableciera el diálogo. Este sería el sentido positivo de ese acuerdo o de otro acuerdo, en general.

–O sea que se discute más una cuestión política que la efectiva explotación de hidrocarburos. Malvinas no parece ser una zona muy exitosa en la producción, pese a que se dijo lo contrario en 1982 y aun antes.

–El petróleo y el gas son bienes escasos. Estamos asistiendo en el mundo a una ola de expansión y búsqueda en zonas donde antes no se buscaba y de rebúsqueda en zonas ya exploradas. La demanda de hidrocarburos ha crecido, dado el aumento de la demanda y de los precios. No es sensato renunciar a hacerlo como consecuencia de una decisión unilateral.

–¿La comisión de pesca funciona mejor?

–Se reúne, lo hizo dos veces entre fin del año pasado y ahora. Pero ahí también hubo decisiones unilaterales del Reino Unido. Nosotros la objetamos, no nos hicieron caso. Y, fíjese, en una comisión, ellos propusieron una reunión diplomática especial a comienzos del 2006. Les respondimos ¿por qué no hacer una reunión diplomática para hacer una evaluación de cómo vemos la marcha de todos los acuerdos y conversar francamente las dos partes acerca de cómo apreciamos la marcha del conjunto? Ellos se negaron tres veces.

–¿Qué hará el gobierno argentino si no cambia la situación, si no hay una respuesta positiva del gobierno británico? ¿Hay previsto un nuevo reclamo?

–Nosotros queremos que los entendimientos bilaterales se desarrollen con beneficio para ambas partes. Ahora no es así. En algunos se ha avanzado. Sobre el desminado, por ejemplo. En las islas hay muchas minas. Tenemos un aceptable acuerdo sobre pasaportes. No queremos que los acuerdos se desbalanceen para un solo lado. Tenemos hace más de diez años un acuerdo que se llama “fomento de medidas de confianza”, del ’94, pero ellos se niegan a reunirse para dialogar. ¿Por qué se niegan? Porque si se reúnen nos tienen que conceder. ¿Qué tienen que conceder? Tienen que conceder que aceptan que barcos argentinos estén más cerca de las costas de las islas. Nosotros somos muy pacientes y hacemos las cosas con mucha prudencia. No estamos pidiendo resultados exagerados ni urgentes. Pero, ustedes saben, ellos se niegan a que un avión de una aerolínea argentina despegue de territorio continental con rumbo a las islas. Imagínese si hubiera estado prohibido un vuelo entre París y Berlín en (hace la cuenta, suma 1945 más 25) 1970.

–¿Vale esa comparación? Francia y Alemania habían mejorado mucho sus relaciones en ese lapso.

–Pero ciertamente la segunda Guerra Mundial fue una cuestión un poquito más tremenda y dramática. Sin embargo, los británicos se niegan a aceptar un vuelo desde acá a las islas a un cuarto de siglo de la guerra.

–A la luz de lo ocurrido esta semana, ¿la Argentina cambiará algo su tradicional postura ante el Comité de Descolonización de la ONU?

–Iremos a la reunión anual en junio con la firmeza con que hemos concurrido en los últimos años y con la convicción de la razón que nos asiste.

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